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El fantasma de la división

El fantasma de la división continúa rondando y hoy busca abortar la construcción de una unidad opositora incluyente reviviendo la funesta experiencia de 2006, cuyas consecuencias todavía estamos pagando con una elevadísima cuota de sangre, prisión, exilio, dolor y deterioro económico. Indudablemente es una reaparición inducida en la que un vivo o mejor expresado en buen nicaragüense, un vivián, agita la sábana fantasmagórica para favorecer su permanencia indefinida en el poder.

Desde el 21 de octubre de 2019 la Alianza Cívica con pleno convencimiento, proclamó: “La unión entre los nicaragüenses que deseamos libertad, justicia, paz y democracia es condición indispensable para el cambio democrático en Nicaragua”. En el documento Nicaragua: El Momento de la Unión es Ahora, se manifestó: “La lucha que actualmente enfrenta Nicaragua no es una lucha ideológica. No es una lucha entre izquierdas y derechas. Es una lucha entre una democracia y una dictadura”. Mantiene su vigencia el “que la unión deberá acoger por igual y sin sectarismos a las diferentes expresiones que conforman el espectro sociopolítico nicaragüense, sin recriminaciones del pasado pero sin olvidarlo, con humildad y dejando a un lado las diferencias a favor de un bien común mayor”.

Cuando en reuniones escucho sonidos fantasmales de división, me espanta el recuerdo de una experiencia de 2007. Un hábil diplomático asiático capciosamente me preguntó cuántos diputados sumaban los del PLC y PLI, tras mi conteo me dijo que esa sumatoria mayor que la del FSLN reflejaba un absurdo y me espetó: “Ustedes ganaron para perder”. Ese día recibí una lección que me marcó de por vida y que los nicaragüenses no debemos olvidar.

Realmente, en las elecciones del 2006 todos perdimos, favorecimos el fraude e hicimos perder a Nicaragua. Años después conversando con algunos importantes empresarios del país me decían que, dada la capacidad de análisis adquirida en el mundo de los negocios, sabían que divididos íbamos al desastre y que ellos trataron de evitarlo pretendiendo unir a las dos candidaturas que representaban a la oposición. La verdad es que ni esos empresarios, ni la clase política, hicimos entonces lo suficiente para detener la inconsecuencia del momento.

Es triste y lamentable que algunos sectores y actores, muchos de ellos directamente involucrados en la tragedia, corresponsables del error cometido, no hayan aprendido la lección y pretendan repetir la división. Solo una unidad efectiva sin autoexclusiones ni exclusiones a terceros, nos permitirá transitar de la dictadura hacia la democracia, por ello debemos insistir en la necesidad de superar diferencias, entendiendo que solo la unión hace la fuerza y que este es el único camino para el cambio.

El autor es abogado, directivo de la Alianza Cívica.

Opinión Alianza Cívica PLC PLI archivo
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