543 profesionales de la salud, de todas las especialidades, han suscrito y dado a conocer un pronunciamiento ante la situación de emergencia sanitaria creada por la pandemia del Covid-19, o coronavirus, y la irresponsable actitud frente a ella del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
La pandemia no es ni debe de ser un problema político. Sin embargo la dictadura lo ha politizado con sus actitudes turbias, arrogantes y excluyentes. El régimen ha llegado al colmo de decir que el coronavirus es una enfermedad de los ricos y que por lo tanto los pobres no deben preocuparse por ella. Solo hasta cuando ya la expansión del contagio local o comunitario ha sido evidente, y los hospitales se llenaron de enfermos de coronavirus, las autoridades orteguistas comenzaron a tomar medidas parciales, sin llegar al fondo del problema.
En esta situación, los 543 profesionales que suscriben el documento que el sábado 9 de mayo corriente fue publicado en las ediciones digital e impresa del diario LA PRENSA, reclaman justamente que todos los nicaragüenses “tenemos el derecho a recibir una salud integral de calidad, sin discriminación y es obligación inherente del Estado garantizarla. La salud —agregan— además de ser un Derecho Constitucional es un Derecho Humano y es una responsabilidad indelegable del Estado de Nicaragua garantizar este derecho”.
Las demandas al gobierno que los profesionales de la salud plantean en su documento público son incuestionables, justas, necesarias y de factible ejecución si las autoridades gubernamentales recapacitaran, rectificaran y quisieran ejecutarlas con cuidadosa responsabilidad.
Las propuestas se refieren a que se deben de realizar pruebas masivas del coronavirus para mitigar la epidemia y reducir el impacto en la mortalidad humana, que es lo primordial, pero también en las estructuras y capacidades del sistema de salud pública nacional.
También, brindar a la ciudadanía una información permanente y transparente sobre la evolución de la epidemia, de acuerdo con los estándares internacionales, utilizando —advierte el pronunciamiento—, un lenguaje técnico claro.
Igualmente, establecer las medidas preventivas de distanciamiento social y protección personal, de cuarentenas donde sea necesario y sin falta dejar de convocar a reuniones masivas con cualquier fin.
Los 543 profesionales de la salud llaman a las autoridades correspondientes a garantizar las medidas de protección adecuadas para todo el personal sanitario, médicos, paramédicos y apoyos de toda clase, en el entendimiento de que son las personas que por su trabajo están más directamente expuestas al contagio.
Inclusive, el pronunciamiento pide a los gobernantes que apliquen en Nicaragua las políticas económicas y sociales que se están aplicando en los demás países centroamericanos, para amortiguar las graves consecuencias de la pandemia.
En todas partes del mundo azotado por la pandemia, los médicos y demás miembros del personal sanitario y de apoyo han dado y siguen dando muestras de abnegación, valor e intrepidez, al cumplir sus labores de atención a los pacientes del coronavirus muchas veces sin tener el equipo de protección que es indispensable.
Todas las profesiones y oficios tienen su propio código de responsabilidad y ética profesional, que es una garantía de la calidad de los servicios que brindan y los bienes que producen. Pero el código de ética de los médicos, generalmente conocido como Juramento Hipocrático, que se extiende a todas las personas que trabajan en el ámbito de la salud pública y privada, es el de más antigua data y seguramente el más emocionante, porque tiene que ver directamente con la protección de la salud y la vida de los demás, muchas veces sacrificando las propias y la tranquilidad de sus familiares.
Los nicaragüenses, igual que lo está haciendo la gente en todas partes del mundo, tienen que dar testimonio de admiración, cariño y respeto a todos los médicos, paramédicos y personal sanitario en general, que en condiciones muy adversas y bajo un régimen político insolidario, y hasta inhumano, están librando en primera fila la batalla contra la pandemia del coronavirus, de la que Dios ha de querer que salgamos victoriosos.