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Marisol Castillo, llega todos los días temprano al Oriental , bajo el inclemente sol, vende sus frescos. Lo que más le gusta de su nuevo trabajo, es que siempre es en el Gancho de Caminos. LA PRENSA/ Roberto Fonseca

Fue golpeada, acuchillada y baleada siendo guarda de seguridad en el Oriental, ahora vende frescos para sobrevivir

Esta nicaragüense, es toda una guerrera, por más de 20 años se enfrentó con la delincuencia del mercado más grande de Centroamérica, hasta que decidió buscar otro rumbo en medio de la pandemia del Covid

Por más de 20 años, Marisol Castillo fue guarda de seguridad en el mercado Oriental. Su cuerpo, siempre fue víctima de su trabajo, en varias partes, tiene cicatrices que los delincuentes le dejaron cuando ella salvaba a los clientes que llegaban al centro de compras de ser asaltados.

La valiente mujer logró burlar la muerte en varias ocasiones y fue hasta hace algunos meses que decidió  darse un descanso. Hoy en día, se dedica a vender fresco de chicha a buseros, taxistas, carros particulares, motociclistas y personas que pasan por la zona del Gancho de Caminos.

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“Ya no podía seguir, el trabajo se complicó cuando la Policía nos prohibió golpear a los ladrones, pero ellos sí podían fregarnos a nosotros, yo expuse mi inconformidad, pero no fui escuchada, y aunque varias veces yo fui golpeada, acuchillada y hasta baleada, ya no me sentía segura, mejor me retiré”, cuenta .

Castillo, es un personaje muy querido en el Oriental. Entre lágrimas, relata que la decisión no fue fácil. Luchar contra la delincuencia siempre fue su pasión, por eso nunca le importaron los riesgos.

“A veces que no me alcanzaba ni para comer, los comerciantes no siempre daban dinero, sin embargo, yo seguía adelante, siempre mi carácter ha sido duro, eso me dio la capacidad y confianza de frenar la delincuencia, me gustaba mi trabajo, pero ya mi etapa acabó”, expone.

Su segunda casa

El Oriental, siempre ha sido un segundo hogar para Marisol. Sus turnos empezaban temprano y terminaban tarde, actualmente es así.

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Ella, en medio de la pandemia del Covid-19, sigue con sus ganas de trabajar. Vende entre 150 y 200 bolsas con chicha diario.

“Dios no me ha desamparado nunca, siempre mi confianza ha estado en él, yo me retire de la vigilancia, pero no del Oriental porque amo este lugar, me llena de vida, de fuerza, todos los días soy testigo del esfuerzo que hacen los comerciantes por sobrevivir, eso me llena, ojalá que esta pandemia pase pronto, los nicaragüenses no podemos parar, es mentira, por eso debemos cuidarnos”, señala la guerrera.

Aunque Marisol es muy querida en el Oriental, hay quienes la han criticado por trabajar gran parte de su vida en un “trabajo para hombre”.

“Los comentarios los ignoro, me enfoco en mi trabajo, a veces también me señalan por estar aquí vendiendo fresco, pero la verdad es que no me van a parar, yo haré lo que a mi me haga sentir bien”, finaliza.

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