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Denuncian que la Policía a ordenado cancelar los conciertos de bandas que consideran “golpistas”. LA PRENSA/Roberto Fonseca

La Managua que de noche desafía al Covid-19

Unos hacen ejercicios, otros salen a tomar cervezas o a bailar. Aunque hay espacios que lucen desolados, siempre hay gente que sale a las calles de la capital e intenta ignorar la pandemia. Así luce Managua de noche

Managua de noche está lejos de parecerse a esas ciudades como Madrid o Milán, Nueva York o Brasilia, Guayaquil o El Salvador. Ciudades que lucen desiertas por la cuarenta por el Covid-19.

Managua de noche es como una encuesta. Una mayoría se resguarda en sus casas de la pandemia global que hasta la noche de este viernes había contagiado a más de cuatro millones y media de personas y matado a más de 307 mil en todo el mundo. Pero otra buena parte es como si desafiaran al virus, o a la muerte.

La mayoría de los que andan en la calle son jóvenes, aunque los adultos tampoco escapan de eso. Mercedes Somarriba, de 59 años de edad, es un buen ejemplo. La noche de este viernes, cerca de las 6:30 de la tarde estaba en la rotonda La Virgen con una sudadera y una licra que llegaba al tobillo, brincando de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, bañada en chorros de sudor que le goteaba por los brazos junto a otras 17 mujeres que seguían a un hombre que les gritaba: “Vamos, qué ricooooooo. 1, 2, 3, esoooooo”.

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El hombre es el instructor de zumba, Marcos, a quien Somarriba llama “el profe”. “Él nos pone jabón, nos pone cloro, nos pone alcohol y nos pide que nos pongamos las mascarillas”, justifica Somarriba su presencia en las clases de zumba, pero ella misma vuelve a ver a sus compañeras y se da cuenta que mientras saltan ninguna de ellas tiene puesta esa prenda que tan común se ha vuelto y que se coloca en la boca sostenida por las orejas: las mascarillas. “Aquí las tenemos sí”, explica la mujer.

Cerca de donde las mujeres bailan zumba, un hombre flaco, moreno, a quien llaman “El Alacrán”, sostiene unos enormes guantes de cuero mientras deja que una joven robusta le tire golpes. “El Alacrán”, cuyo nombre es Óscar Daniel Espinoza, es instructor de boxeo y todas las noches llega a la rotonda La Virgen “a ayudar a los jóvenes a que se mantengan en forma”, dice.

Un grupo de jóvenes hace ejercicio en la rotonda La Virgen este viernes 15 de mayo. LA PERENSA/Roberto Fonseca

Uno de sus discípulos de “El Alacrán”, , Randall Rivas, de 40 años de edad, dice respecto al Covid-19 que “de nada sirve vivir con el miedo si tenemos que aprender a vivir con el mal”. “Creo que la enfermedad sí existe, no hay que negarla, pero básicamente también depende de cuidar el sistema inmunológico de uno. Para eso es bueno hacer ejercicios, seguir una dieta y consumir bastante vitamina C, para ayudar al cuerpo a tener mejores defensas”, dice Rivas.

El mismo Rivas no se explica por qué en los últimos cuatro días la gente ha dejado de llegar a la rotonda, si antes las personas parecían “hormigas” corriendo alrededor de la misma. “Hoy ni los vendedores vinieron”, dice Rivas, quien calcula que siempre había más de 100 personas por las noches en ese lugar y este viernes no llegaban a 40.

Rivas estaba equivocado.  En la rotonda sí había una vendedora. Es una italiana, tiene 10 años de vivir en Nicaragua, se llama Laura y desde el 3 de febrero pasado vende leche de soya en ese lugar. “Bajaron 60 por ciento las ventas. Nosotros seguimos viniendo porque ni modo. Siempre vengo a las 5:30 de la tarde y me iba a las 8:00 de la noche, pero ahora me voy a las 7:00”, dice Laura, quien lamenta como ha disminuido por las noches la afluencia de personas en la rotonda La Virgen.

Un grupo de mujeres realiza ejercicios en la rotonda La Virgen pese a la pandemia. LA PRENSA/Roberto Fonseca

En los bares

Pero no solo ahí se ve el contraste de la ausencia de muchos managuas que antes merodeaban por las noches los centros de diversión, versus las pocas personas que desafían a la muerte a pesar de ver en las noticias como salen ataúdes de los hospitales públicos.

J. R. T., de 19 años de edad, es un joven moreno, delgado, que la noche de este viernes juntos a cinco muchachas bailaba amenamente en un bar de la zona Hippos, un lugar donde antes no había donde estacionar un vehículo los viernes por las noches, pero que ahora los conductores se pueden aparcar donde quieran porque están vacíos los aparcaderos.

“Yo, la verdad, no le tengo miedo a esa enfermedad. Soy de un pensar diferente a los demás”, dice J. R. T., pero inmediatamente se contradice: “Pienso como los nicas. Somos de la muerte”.

Una de las jóvenes que lo acompañan, A. S. G. B. de 18 años de edad, quien dice que todos los viernes llega a ese bar, que le tiene miedo al Covid-19 pero de todas formas “de algo se muere uno”.

Ambos jóvenes explican que el bar donde se encontraban, ha estado poniendo los licores y las cervezas “como en liquidación” porque ya “la próxima semana no van a abrir”. Desde hace unos días han quitado algunas mesas. Lo que sí han agregado es una mesita con una botella de alcohol gel sobre la misma.

El Predio lucía vacío la noche de este viernes. Sin embargo sí había en los puestos varios repartidores que llevan comida a domicilio. LAPRENSA/ROBERTO FONSECA

El malecón de Managua, donde el orteguismo ha colocado varios árboles de la vida y banderas azules y rojinegras, parecía una pista de patinaje pero sin patinadores. Allí, donde Ninoska Urbina ha crecido viendo como su mamá vendía papas fritas, este viernes por la noche ella se encontraba con su marido Efraín Aburto tratando de vender hamburguesas. ¿Pero a quién?, si no había nadie en el lugar. “En todo el día solo he recogido 200 pesos”, dijo Urbina. Acostumbrada a ver casi todas las noches a unas 2,000 personas aglomeradas en esa zona contiguo al lago de Managua, Urbina este viernes no contó a más de 50 personas en toda la noche.

En el Maxi Palí de Waspam Sur había grandes filas de personas queriendo sacar dinero del cajero automático. LA PRENSA/Roberto Fonseca

La escena esa la misma en los centros comerciales Como Metrocentro y Galerías, en Camino de Oriente o en El Predio.  Los sitios están desolados, pero siempre hay algunos que tratan de ignorar la pandemia. En Camino de Oriente el vigilante Luis Alberto Ramos explicó que “todo está barrido”.

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Ramos no tenía mascarilla puesta porque dice que termina cansado de tener que usarla todo el día.

Donde sí había aglomeración de personas, pero antes de las 8:00 de la noche porque a esa hora cierran, es en los supermercados. En el Maxi Palí de Waspam Sur había grandes filas de personas queriendo sacar dinero del cajero automático. Había filas numerosas de personas comprando comida. La gente salía con las carretillas llenas de alimentos. “Es que dicen que va a haber cuarentena”, dijo una mujer que no quiso ser identificada.

Nacionales coronavirus covid-19 Managua archivo

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