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diálogo nacional, Nicaragua, crisis en Nicaragua

El primer intento de diálogo nacional trajo esperanzas a todo un país, que destrozadas por la falta de voluntad de la dictadura. LA PRENSA/Archivo

Lo bueno y lo malo del Diálogo Nacional, a dos años de su primer intento fallido

En mayo de 2018, Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, se enfrentaron cara a cara con una nueva generación de jóvenes que ya no los querían en el gobierno. Llegaron al diálogo sin voluntad para encontrar a un arreglo a la crisis sociopolítica, la que dos años después, sigue vigente.

Dos años después del primer intento de diálogo nacional entre el régimen de Daniel Ortega y representantes de sectores opositores, existen opiniones extremadamente contrarias sobre este tema. Algunos consideran que el diálogo con Ortega inevitablemente se tenía que intentar y otros piensan que fue un error, porque el régimen ganó tiempo para preparar la estrategia armada que aplastó las protestas civiles.

El 16 de mayo de 2018, Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, se enfrentaron cara a cara con una nueva generación de jóvenes que ya no los querían en el poder. En ese momento, el país estaba a punto de cumplir un mes de represión armada contra las protestas civiles, que surgieron en rechazo a una reforma a la Seguridad Social. Ese primer día del diálogo ya habían más de 60 muertos por la represión de la Policía Orteguista (po) y de grupos civiles armados. El diálogo nacional fue la propuesta para negociar una salida pacífica a esa situación.

La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) fue la mediadora de las partes a solicitud de Ortega, por eso los primeros encuentros se realizaron en el Seminario Nacional de Nuestra Señora de Fátima, en Managua. La contraparte del régimen fue un grupo diverso de representantes de los diferentes sectores del país, entre estos estudiantes, campesinos, empresarios, políticos, sociedad civil, Costa Caribe entre otros. Este grupo se consolidó como una agrupación que denominaron, Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, la cual pasó a tener reconocimiento internacional como organización opositora hasta el día de hoy.

Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Alianza Cívica. LA PRENSA/ARCHIVO

Juan Sebastián Chamorro, actualmente director ejecutivo de la Alianza Cívica y quien representó al sector privado en la mesa de diálogo, mantiene hasta hoy el mismo criterio que tenía cuando comenzó el proceso de diálogo en mayo de 2018 ,y por el cual fue criticado en ese momento: cambiar a un régimen autoritario “consolidado al poder como ningún otro en la historia de Nicaragua no iba a ser cuestión de días, como se pensaba en ese momento”.

Aún así, Chamorro asegura que participar en la mesa de diálogo ha sido la mejor decisión que tomó. Dice que esta consciente de las críticas que le hacen al diálogo, como que le dio “tiempo y oxígeno a Ortega”, pero él no lo ve así, porque considera que las “dos etapas del diálogo sirvieron para desenmascarar al régimen y mostrarlo al mundo como lo que en realidad es: una dictadura cruel capaz de cometer las mayores atrocidades”.

Los logros del diálogo

Chamorro recordó que el diálogo abrió la puerta para que entraran al país misiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH). Y que se instalara el Mecanismo Especial de Seguimiento  para Nicaragua (MESENI) y el  Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).

“Eso permitió que vieran con sus propios ojos y documentaran la violación institucional a los derechos humanos. La evidencia que recogieron los pondrá frente a los tribunales. Aunque finalmente fueron expulsados, la evidencia con la que ahora contamos, no se hubiera podido tener sin ese diálogo. Fue ahí donde después de complejas negociaciones, se le arrancó a la dictadura la autorización para que estos organismos ingresaran al país. Y cuando haya justicia, estas pruebas documentadas por ellos, son las que pondrán a los culpables de los crímenes frente a los tribunales”, valoró Chamorro.

Medardo Mairena, coordinador del Movimiento Campesino y miembro de la Alianza Cívica. LA PRENSA/O.Navarrete

El coordinador del Movimiento Campesino, Medardo Mairena, participó en la mesa del diálogo nacional como representante del sector campesino. Reconoce que la presión en la mesa de diálogo logró que el régimen aceptara la presencia de los organismos internacionales, pero es uno de los que cree que Ortega ganó tiempo para su estrategia de represión armada.

“Creo que aceptó con la intención de darle largas al asunto y buscar como que la oposición se cansara de estar en las calles, porque sabía que iba a haber desgaste físico y económico. Luego surgió el momento oportuno para prepararse para la operación limpieza. Eso le permitió que entraran venezolanos, entrarán cubanos, para capacitar a los paramilitares, para entrenarlos, para que le fueran hacer daño al pueblo, para prepararse para la operación limpieza”, dijo Mairena.

La Operación Limpieza consistió en los ataques armados contra las barricadas que construyó la ciudadanía para detener la represión policial en los barrios y ciudades. Más de 328 personas murieron por la represión armada, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Mairena dijo que él sentía gran frustración cuando se sentaba verle la cara a los representantes de Ortega, porque sabían que mientras ellos estaban ahí, afuera estaban matando gente.

“Algo que yo no soportaba era saber de que nos estaba viendo la cara de idiotas, porque mientras estábamos dialogando de buena fe, los paramilitares andaban asesinando afuera”, dijo el líder campesino.

Errores y aciertos

Valeska Valle, líder estudiantil, miembro de la Alianza Cívica.

Valeska Valle participó en el primer diálogo nacional con el grupo de universitarios. Actualmente se mantiene en la Alianza Cívica en el sector estudiantil. Valle dijo que dos años después de esa experiencia, se pueden ver con más claridad los errores y aciertos que se cometieron, pero asegura que fueron más los aciertos. Uno de los “enormes aciertos” para Valle fue sentar a un dictador y decirle las verdades en su cara. “Logramos exponer al régimen de una manera que no tiene precedente”, dijo Valle.

Los obispos de la CEN pusieron el plazo de un mes para encontrar una salida negociada a la crisis. El 16 de junio de 2018, la brutal represión contra las protestas había dejado claro a los opositores que Ortega no iba a dejar el poder a través de una mesa de diálogo. A finales de 2018, habían más de 700 personas presas por participar en las protestas, además de los 328 muertos y miles de exiliados por la persecución y amenazas de los simpatizantes de Ortega.

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