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El “presidente de los pobres”

No podría estar mejor dicho. No podría haber utilizado mejores palabras para describir su rol como presidente de nuestro país. Con orgullo, Daniel Ortega se dice el “presidente de los pobres.

Vivir en un país donde el salario mínimo es de 7,000 córdobas y la canasta básica es de 14,000 es uno de los pocos ejemplos que pone nuestro mundo de cabeza. Somos el segundo país más pobre de América y seguimos hundiéndonos en la pobreza, la que a este punto dejó de ser solamente económica y se ha convertido en el peor de los males que puede recibir un país. La pobreza intelectual se ha adueñado de nuestra nación y nos ha hecho entrar en un estado de indiferencia que nos ha dividido y permitido que un dictador genocida gobierne nuestra amada tierra por tres décadas.

Hoy, como adolescente de 17 años me pregunto: ¿Hasta cuándo llegaremos a entender que necesitamos verdadera unidad, coraje y principios morales para salir adelante?

Estos últimos dos años han hecho darme cuenta que el peor mal que podemos afrontar es la ignorancia. El factor número uno que ha sumergido a la población nicaragüense en esto es la falta de educación. El adoctrinamiento en las escuelas públicas, las mentalidades pesimistas, y la falta de motivación para salir adelante es lo que nos tiene en retroceso. El cinismo de nuestro presidente, el descaro de sus acciones, y la prepotencia con la que ha ido destruyendo a Nicaragua me entristece, pero no me sorprende. Tantos años en el poder le han dado la maldad para saber que mientras sea capaz de nublarnos la vista y cortarnos la libertad, pero dejarnos un pequeño hoyo para no asfixiarnos estaremos agradecidos. Le hemos permitido esto porque nos hemos acostumbrado a sus engaños, hemos perdido el verdadero significado de vivir en un país democrático, libre, y justo y nos encontramos sumergidos en miedo.

En vez de proveer a la población una educación de calidad, el Gobierno ha intentado lavarnos el cerebro.

Manipulaciones, engaños, y falsas promesas nos han puesto en nuestra situación actual. Los pocos que han sobrepasado la pobreza y recibido una educación digna han sido indiferentes, pero esta indiferencia no es causa de su ignorancia, es causa del miedo.

¿Cuál es el propósito de vivir donde no hay justicia, educación, y donde no hay cambio? Vivir atados de boca, manos, y pies es lo que debería provocar el verdadero miedo. El fanatismo ciego de los orteguistas, el amor al dinero de los empresarios, y la indiferencia es lo que ha permitido que el dicho presidente de los pobres siga siendo líder. Mientras no cambiemos nuestra mentalidad, nos eduquemos en la verdad, y perdamos el miedo, Nicaragua no será libre.

La autora es estudiante

Opinión presidente de los pobres archivo
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