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Róger Alfredo Martínez: “Salir de la cárcel no es a veces salir a la libertad”

El autor del libro testimonial “El preso de la celda 16 | Catarsis de un preso político”, revela los horrores que vivieron los presos en las cárceles infrahumanas del orteguismo

“Salir de la cárcel no es a veces salir a la libertad, algunas veces sales de la cárcel física pero llevas a tus espaldas la experiencia de la cárcel contigo adonde quiera que vayas”, confiesa el sicólogo y ex reo político Róger Alfredo Martínez, autor del libro testimonial “El preso de la celda 16 | Catarsis de un preso político”, publicado en Costa Rica, donde se encuentra exiliado.

“Fui conociendo las historias de cada uno de ellos, aquellos que mostraban aun signos de las torturas a las que fueron sometidos, como arrancarles las uñas, marcarle las espaldas con un desarmador (…)”, revela Martínez fueron parte de los horrores que vivieron los presos políticos en las cárceles infrahumanas del orteguismo.

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En su impactante y doloroso testimonio, el sicólogo recuerda que durante las requisas, desnudaban a los reos políticos, los ponían de cuclillas, golpeaban, pateaban, amenazaban y torturaban sicológicamente; en tanto a otros infringían castigos más severos en la celda 300, que llamaban “El Infiernillo”.

Su libro presenta una lista de 133 reos políticos de varias partes del país, que ocupaban las celdas de las galerías 16-1, entre ellos: Rafael Acevedo, “el profe”; Eddy Montes Prasling (asesinado en mayo del 2018), Carlos Silva, Otoniel Espinoza Calderón, Byron Corea Estrada, Levis Artola Rugama, Nahiroby Olivas, Alfonso Morazán, Víctor Obando Valverde, trans conocida como “Vicky”.

Golpizas, torturas, protestas, huelgas de hambre y amotinamientos

Martínez pasó cerca de 9 meses en dos cárceles de Nicaragua: primero en una celda preventiva del Sistema Penitenciario de Granada y luego en la celda 16 de la galería 16 (1) del Sistema Penitenciario Nacional “Jorge Navarro”, también conocida como La Modelo de Tipitapa.

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En ambas – refiere en el libro – sobrevivió a golpizas y torturas sicológicas, lo amenazaban para que dijera donde estaban las armas, que identificara a los otros, sino iba a pasar un largo tiempo en la cárcel.

Otras veces, por las noches cuando estaban jugando naipes, tablero o el “Jon”, un juego adaptado del “notenojes”, se los quitaban y luego recibían una paliza. También les quitaron objetos que llevaran el nombre de Nicaragua o el color azul y blanco de la bandera.

Los días martes llamado de “paquetería”, sus familias les llevaban algo extra de comer, de esta manera evitaban consumir la terrible “comida del penal que venía con olores extraños, con patas de cucarachas, gusanos e incluso virutas de metal”, relata en su narrativa de denuncia.

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La cárcel es otro mundo, el instinto de supervivencia se agudiza en ese lugar donde se daban manifestaciones de resistencia cívica. Los reos, muchas veces lograron burlar la vigilancia; realizaron protestas, huelgas de hambre y amotinamientos, lograron meter celulares con carga ilimitada, y un cargador en partes, algunos fueron quitados.

Dentro de las cárceles se lee mucho la Biblia, y las quince oraciones de Santa Brígida de Suecia y se recitan una vez al día durante todo un año. También muchos de los reos para evadir el control de las conversaciones, usan el lenguaje de señas de mano.

En su caso Martínez hasta aprendió palabras del argot carcelario. Por ejemplo a la comida le decían “chupeta” y “chupetero” al que la servía; al juzgado era cambiado por “juguete”; “tocar piano” era registrar sus huellas digitales; una carta o papelito le llamaban “nube”; conversar era “fon”, a los gusanos que salían en las comidas les llamaban “proteínas”; “el delta” era el guardia vestido de zopilote de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía Nacional.

Las “celdas del sol” de Granada, camas de loseta y jelepates

Antes de ser llevado a La Modelo, Martínez cuenta que llevaba las secuelas de golpes y torturas sicológicas que recibió de la policía en las celdas preventivas de Granada. En este funesto lugar existen las llamadas “celdas del sol”, las que son como prisiones de castigo ya que no tienen techo, por lo que durante el día el cae el fuego del sol y en las noches el frío inclemente.

Otras de las celdas tienen losetas de cemento que funcionan como camas, algunos les ponen cartones, otros duermen amontonados en el suelo. El inodoro es un hueco en el suelo, el agua para bañarse sale de un tubo de PVC, dice Martínez. “Yo podía dormir hasta que mi cuerpo no aguantaba más el cansancio. El calor, los malos olores, los jelepates que cundían en el lugar hacían eso algo insoportable”, revela en su escrito.

Secuestrado en Granada y acusado en juicio amañado

Antes del estallido de abril del 2018, Martínez era conocido como un psicólogo escolar, autor de dos libros de ayuda y columnista del Periódico HOY; después se vio inmerso en las protestas sociales y brindó ayuda a los heridos en una clínica improvisada en un barrio de Granada.

En su testimonio repasa momentos de tensión y el caos social en Granada y Managua; sobre los enfrentamientos de auto convocados con los pandilleros del Barrio Maldito, paramilitares y policías, los saqueos y quema de la Alcaldía de Granada. Personas asesinadas durante las protestas, como el ciudadano José Antonio Maltés Ramírez, en junio del 2018. Y como fue secuestrado por paramilitares y policías.

Cuenta que un 15 de julio del año 2018 se encontraba en un puesto médico improvisado, en Xalteva, en Granada, atendiendo a heridos de las protestas pacíficas cuando abruptamente fue secuestrado por policías y para-policías sin orden de allanamiento, y llevado a las celdas preventivas de Granada, y posteriormente, un 3 de septiembre a la cárcel La Modelo, en Tipitapa.

Recuerda que fue trasladado a los juzgados de Managua y acusado falsamente por la fiscalía de “fabricación y tráfico de armas, municiones y explosivos” quien presentó como evidencia 56 chibolas de vidrios, una hulera, casquillos percutados (recogidos por los auto convocados como prueba de la agresión del régimen) y otros objetos de uso civil.

Señala que este juicio amañado se presentaron de testigos a cinco policías nerviosos y con versiones contradictorias, y que el Juez del Juzgado Tercero de lo Penal, Carlos Alberto López Cano, desestimó las pruebas de inocencia que presentó su abogado defensor Mynor Curtis Lovo (El mismo que miró el caso del asesinado periodista Ángel Gahona).

Martínez fue condenado a 4 años y seis meses de cárcel. Sorprendentemente la sentencia le fue leída posteriormente por medio de un notificador en el penal.

Ante la presión ciudadana y grupos de derechos humanos fue liberado casi nueve meses después bajo el régimen de convivencia familiar, un 5 de abril del 2019. Su causa fue archivada en septiembre de ese año, pero no cerrada definitivamente.

Ante el temor de ser acusado de nuevos delitos inventados – tipificados ahora de “comunes” – optó por exiliarse en Costa Rica, no sin antes leer “El diario de un preso”, del político, periodista y héroe nacional, Pedro Joaquín Chamorro, el cual le fue confiscado al pasar la frontera, cuenta Martínez.

Escribir fue como su válvula de escape, su “terapia de sanación”

A esta calvario de sufrimiento físico se agregaba su estado de ansiedad y emociones retenidas; pero lo que más le afectaba emocionalmente confiesa Martínez fue sentir el dolor de no poder estar con sus hijos y familia, y verlos cada 21 días.

“Me sucedió otro ataque pero ya cuando estaba excarcelado y me di a la tarea de empezar a escribir este libro y me detuve, empecé al leer el de otro preso político y me quebré”, confiesa Martínez, quien para entonces había comenzado leer el libro “Contra toda esperanza”, biografía del preso político cubano, Armando Valladares.

Asimismo logró meter en la celda un libro de autoayuda de su autoría, “Personas Ordinarias, Mentes Extraordinarias”. En su lucha por mantener el equilibrio emocional y de superación de la crisis se dio a la tarea de comprar un cuaderno y un lápiz para expresar todo lo que le inundaba.

En su deseo de sobrevivir al encierro con los menos daños emociones posibles Martínez además se apropió lo que llamó su otro juego de variables como son: “la fe, la oración, el apoyo familiar, el apoyo moral de los más fuertes que te inspiraban ánimo y aliento para soportar”.

“La libertad es más que dejar atrás los fríos barrotes”

“Todos experimentamos el miedo, la frustración, la desesperación; nadie está exento, ni porque alguien sea psicólogo”, sostiene Martínez quien valora su testimonio escrito como una forma de terapia de sanación y de aprendizaje para crecer y aumentar su resiliencia, creencias, y estar mejor preparado para acompañar a sus pacientes en sus propios procesos.

El cargar las cicatrices de estas dolorosas experiencias, no obstante no lo ha llenado de odio contra sus nefastos verdugos del régimen orteguista, sino que optado por la catarsis como un método de sanación y liberación. Esto no significa olvido en la demanda de que se haga justicia por estos delitos de “lesa humanidad”.

Al respecto dice que “la libertad es más que dejar atrás los fríos barrotes, es dejar al preso en la prisión e irte tú hacia la verdadera libertad que es poder volver amar, poder volver a dar, poder volver a ayudar, poder volver a tu esencia descontaminada de esta experiencia lo cual es quedarte libre de resentimientos”.

Nació en una década de guerra civil

Martínez va a cumplir 37 años este próximo 30 de julio, nació en Granada en 1983. Es descendiente de José Mercedes Martínez Torres, su bisabuelo, un crítico del sandinismo. Dice ser sobrino de Tomás Borge Martínez (1930-2012) fundador del FSLN, del cual guarda vagos recuerdos.

“Nací en la década de los 80’s del siglo pasado, en plena guerra civil que desangraba a nuestro país y que enviaba a jóvenes como corderos llevados al matadero, con desabastecimiento causado más por el deseo de mantener a toda costa el poder político del país y de las vidas de cada ciudadano, que por un bloqueo comercial”, dice Martínez al retratar la época y país en que le tocó nacer.

El sicólogo anuncia que después de este libro dará a conocer un ensayo sobre los aspectos psicológicos que la propiciaron el estallido de abril del 2018. El autor también ha publicado los libros de autoayuda: “Personas ordinarias, Mentes extraordinarias” y “Estar bien, Estar mal”; es columnista del periódico HOY, y dirige el sitio web www.psicologomartinez.com

Su nuevo libro digital o impreso “El preso de la celda 16 | Catarsis de un preso político”, puede ser adquirido en la plataforma de Amazon; o en PDF directamente al autor quien puede ser contactado desde sus redes sociales.

Cultura presos políticos Róger Alfredo Martínez archivo

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