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Por qué insistir en elecciones

Aunque la mayoría de nicaragüenses está convencida de la necesidad de lograr elecciones libres para salir de la dictadura —lo cual confirman las encuestas confiables y sostienen las organizaciones opositoras— se escuchan voces expresando una opinión diferente, pidiendo descartar la vía electoral argumentando que el gobierno Ortega-Murillo nunca permitirá elecciones libres y que debe ser “derrocado ya” mediante otras acciones.

¿Cuáles acciones? Esta pregunta es fácil de responder para la imaginación inagotable del nica capaz de ilusionarse con buenos deseos, proponiendo opciones atractivas que van desde exigir la renuncia inmediata de la dictadura hasta proceder a capturar y enjuiciar a los dictadores. Lo que es difícil de responder, y de hecho los mismos proponentes nunca lo responden, es: ¿cómo hacerlo?

Todos quisiéramos que mediante la presión popular los Ortega-Murillo renunciaran de inmediato y que se instalara ya un nuevo gobierno democrático en Nicaragua. Pero nadie tiene por ahora la fórmula para lograrlo, a no ser mediante unas elecciones libres.

Es verdad que el pueblo nicaragüense podría librar una lucha cívica heroica, dispuesto a los máximos sacrificios que incluyan confrontar a las fuerzas armadas represoras jugándose la vida y con un considerable saldo de muertos, heridos y prisioneros políticos. Una lucha desigual de ciudadanos sin más armas que su voz enfrentando a policías y paramilitares con armas mortíferas, incluso armas de guerra, dispuestos a matar. No lo dudo, porque ya lo vivió este pueblo en abril del 2018 y durante los meses siguientes.

Pero, ¿se puede derrocar así esta dictadura? Quizá sí, a largo plazo, si esa lucha pudiera ser sostenida por largo tiempo y apoyada por acciones extraordinarias de la comunidad internacional. Sin embargo, si somos realistas (y sinceros), esa lucha desigual y prolongada tendría un altísimo costo y muy pocas posibilidades de éxito.

Por otra parte, para derrocar a la dictadura con las armas se necesitaría contar con miles de combatientes; pero armar y entrenar un ejército, avituallarlo y mantenerlo por meses (o años) requiere muchos millones de dólares que ningún país está dispuesto a suplir, ni tampoco alguno estaría dispuesto a brindar su territorio para establecer bases para entrenamiento y operaciones de las tropas.

Recientemente se han dado declaraciones de varios funcionarios del Gobierno de Estados Unidos, como el secretario de Estado, Mike Pompeo; el subsecretario para el Hemisferio Occidental (interino), Michael Kozak, y el embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Kevin Sullivan, donde han dicho claramente que su política hacia Nicaragua no es derrocar al gobierno sino presionarlo para que se celebren elecciones libres. El presidente Donald Trump, refiriéndose a Maduro en Venezuela, ha dejado claro que —aunque se haya dicho tantas veces que “todas las opciones están sobre la mesa”— su Administración no recurrirá a operativos militares para derrocarlo. Por lógica deduzco que en el caso de los Ortega-Murillo, tampoco.

La vía del Gobierno de Estados Unidos es la electoral, y para lograr elecciones libres en Nicaragua realizarán todas las presiones económicas y políticas necesarias que afecten directamente a la familia gobernante y su círculo de poder.

El secretario general Luis Almagro y los representantes de las democracias de América reunidos en la reciente sesión virtual de la OEA, se manifestaron a favor de elecciones libres en Nicaragua. El Parlamento Europeo y el Alto Representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, se han expresado en iguales términos.

Europa se ha sumado a la política de sanciones para que tengamos elecciones libres.

Las presiones contra los Ortega-Murillo seguramente preocupan a cuadros importantes del Frente Sandinista y a sectores del Ejército, cuyo jefe ya recibió una sanción que es una seria advertencia para toda la institución. La verdadera oposición no puede mirar para otro lado, ignorar estas realidades y dejar de hacer lo necesario pensando en las elecciones, porque unas elecciones libres no pueden descartarse. Oponerse a ello —lo digo claramente— solo favorece a la dictadura.

El autor es comentarista político y de temas religiosos.
www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

Opinión elecciones archivo
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