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El fracaso sueco

Por su buen desempeño económico y social, Suecia ha sido un modelo para muchos países en vía de desarrollo. Quizás por eso El Carmen optó por seguir el programa sueco para mitigar la Covid-19 conocido como la “inmunidad del rebaño.”

¿En qué consistió ese programa? En primer lugar, Suecia decidió no mandatar una encerrona para su población. No cerró sus escuelas, ni sus bares, restaurantes ni fronteras. Sí apoyó protocolos como el andar mascarillas, guardar distanciamiento social y evitar agrupaciones de más de 50 personas, pero la mayoría de estas medidas eran voluntarias.

Otra prioridad del programa era proteger las personas de la tercera edad, pero sin que esto provocase un colapso de su sistema de salud público. Este último es excelente, pero no tenía la capacidad para atender a una ola de personas afectadas por el virus.

¿Funcionó el programa de “inmunidad del rebaño” en Suecia? Examino sus resultados a continuación.

Primero, las cifras de mortandad suecas son malas. Su número de fallecidos a causa de Covid-19 supera los 5,700, suficiente como para ponerla en el vigésimo lugar en la lista de países con muertos mundialmente. Quizás esta cifra no suena tan mal, pero recuerde que Suecia es un país con una población relativamente pequeña: 10.2 millones. Un indicador más revelador es su número de muertos por 100,000 habitantes. Usando esta medida, la cifra sueca es alarmante: 56. Esta es prácticamente igual a la de Italia y más alta que la de Francia (45) y Estados Unidos (44), por ejemplo. Y está muy por encima de la de los otros países nórdicos en donde las cifras correspondientes son 11 para Dinamarca, 6 para Finlandia, 4 para Noruega y 3 para Islandia. Todos estos países optaron por encerronas.

Segundo, ¿logró Suecia proteger a sus “viejitos”? Allí la “inmunidad del rebaño” fue aún más desastrosa. Según datos del ministerio de salud sueco, el 90 por ciento de los fallecidos a causa del coronavirus tenían 70 años o más. Y la mitad de los muertos suecos estaban en asilos de mayores, no se atendieron en hospitales.

Tercero, Suecia sí logró evitar el colapso de su sistema de salud a como se temía que ocurriese en España, Italia y Nueva York. Pero esto fue a un alto costo humano como vimos en los párrafos anteriores. Suecia también finalmente logró aplanar su curva de mortandad.

En conclusión, el programa “inmunidad del rebaño” fracasó y es cuestionado hasta por los propios suecos. Si esto pasó en un país rico con un moderno sistema de salud, ¿imagínese cuál será su eficacia en Nicaragua, el segundo país más pobre del hemisferio y cuyo sistema de salud es deficiente y sumamente frágil, a pesar de la propaganda estatal?

El autor fue director del Banco Mundial.

Opinión El fracaso sueco archivo
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