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La democracia a la defensiva

De Europa Oriental nos llegan las noticias de graves agresiones contra la democracia, la libertad de elegir y los derechos humanos.

En Bielorrusia, el dictador Aleksandr Lukashenko se ha vuelto a reelegir mediante un descarado fraude electoral en el cual se asignó más del 80 por ciento de los votos. La Unión Europea ha desconocido esas falsas elecciones y sus resultados. En el país hay grandes manifestaciones de protesta pero la represión es brutal. La candidata de la coalición opositora, profesora Svetlana Tijanóvskaya, ha debido huir del país y refugiarse en la vecina Lituania y las cárceles se llenan de ciudadanos opositores.

En Rusia, vecina de Bielorrusia, el presidente Vladímir Putin “ganó” en junio pasado, con casi el 80 por ciento de los votos, un referendo constitucional que le permite seguir reeligiéndose y mantenerse en el poder al menos hasta el año 2036. Como secuela, el principal líder de la oposición democrática, Alexéi Navalni, fue envenenado esta semana siguiendo la tradición rusa de que los más destacados críticos del poder son asesinados, de preferencia por envenenamiento.

Esta es una costumbre política criminal que comenzó en la antigua Rusia zarista, pero la dictadura comunista de José Stalin la desarrolló de manera científica. Un artículo publicado este viernes en el periódico español ABC informa que por órdenes de Stalin fue establecido en la Unión Soviética el llamado “Laboratorio 12”, en el cual “se crearon poderosos venenos capaces de matar rápidamente sin dejar huella en el organismo”.

Por lo general, esos crímenes quedan impunes. Igual que han quedado los que cometió la dictadura de Nicaragua en 2018, cuando aplastó de manera sangrienta las protestas sociales y políticas de los ciudadanos.

Da tristeza saber que cuando ya está próximo a terminar el primer cuarto del siglo 21, en una época de portentosos logros tecnológicos y avances científicos y culturales, siguen existiendo muchas dictaduras en el mundo, algunas atroces, en Europa Oriental, África, Asia y el hemisferio occidental. Esto es una vergüenza para la humanidad, sobre todo para las potencias democráticas.

El Informe sobre la Libertad en el Mundo 2020, de la institución no gubernamental internacional Freedom House, da cuenta de que solo 83 de 195 países evaluados son claramente libres y democráticos. 63 de ellos son parcialmente libres y 49 no son libres del todo.

Es bochornoso, repetimos, que a estas alturas del siglo XXI 112 países del mundo sean solo parcialmente libres —o sea que padecen regímenes autoritarios en distinto grado—, o carecen completamente de libertad y democracia.

Algunos incluso son dictaduras horrorosas, como las de Corea del Norte, Bielorrusia y en América Latina: Cuba, Venezuela y Nicaragua.

En los últimos tiempos ha habido una fuerte presión internacional para que se haga una reforma de la Organización de Naciones Unidas (ONU), a fin de restarle influencia a los países democráticos y darle mayor peso a los regímenes dictatoriales y autoritarios. Pero la verdadera reforma que necesita la ONU, es una que deje fuera a aquellos países donde no hay libertad ni democracia y los derechos humanos son violados sistemáticamente. Ya que no se les puede obligar a democratizarse, al menos se les debería excluir de los beneficios que obtienen por pertenecer a las Naciones Unidas, los cuales son financiados por las democracias.

Editorial democracia elecciones Nicaragua archivo
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