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La bandera ultrajada

En la represión contra toda forma de protesta democrática cívica y pacífica de los ciudadanos, la dictadura ha hecho del ultraje a la bandera nacional algo habitual.

Muchas personas han sido maltratadas y encarceladas por enarbolar banderas de Nicaragua como símbolo de resistencia cívica contra la dictadura y de lucha por la libertad.

La Policía decomisa las banderas de Nicaragua que vendedores ambulantes ofrecen en las calles y otros sitios públicos. Esta semana, una comerciante de San Carlos, en el departamento de Río San Juan, fue arrastrada por los policías y llevada a la cárcel con abuso de fuerza después de confiscarle un rollo de banderas de plástico con los colores azul y blanco, las que ella suele vender en las escuelas para la celebración de las Fiestas Patrias de septiembre.

El uso de la bandera nacional como símbolo de resistencia contra la dictadura y de lucha por la libertad y la democracia se originó en las grandes manifestaciones populares de 2018, en las que nadie portaba símbolos políticos partidistas, solo los comunes de la patria. Sin embargo, el uso de la bandera nacional como emblema de lucha política no es nuevo en Nicaragua, aunque tampoco tiene una larga tradición.

Antes de la Revolución sandinista nunca se usó la bandera de Nicaragua en las actividades políticas y luchas partidistas. Solo en la Guerra Nacional de mediados del siglo XIX, contra los filibusteros que se habían apoderado del país, la bandera de Nicaragua era el estandarte único de la lucha contra los invasores extranjeros, una causa patriótica de todos los nicaragüenses.

La dictadura somocista respetaba la bandera de Nicaragua y demás símbolos nacionales. En las escuelas públicas y privadas se impartía la clase de moral, urbanidad y civismo y se inculcaba el respeto a los símbolos nacionales. El Partido Liberal Nacionalista, que era el partido político de la dictadura, no confundía su bandera roja partidista con la azul y blanco de Nicaragua. Las celebraciones de las Fiestas Patrias de septiembre no eran envilecidas con colores, consignas ni mensajes políticos y menos los partidistas.

Pero eso cambió con la Revolución sandinista de 1979. Los comandantes sandinistas, por su vocación totalitaria, creyeron que Nicaragua era su botín de guerra y que podían hace en ella y con ella todo lo que quisieran. No se atrevieron a sustituir la bandera nacional azul y blanco con la roja y negra del Frente Sandinista, pero la degradaron, le quitaron su preeminencia, la subordinaron a los colores partidistas y convirtieron las Fiestas Patrias en una celebración política excluyente y sectaria.

En aquellas circunstancias, rescatar la bandera nacional ultrajada y secuestrada por los sandinistas era un imperativo histórico patriótico. Por eso la Unión Nacional Opositora (UNO) escogió los colores azul y blanco para su bandera. La UNO no era un partido político sino una alianza electoral que puso los colores y el interés nacional de Nicaragua por encima de las conveniencias particulares y partidistas. La UNO derrotó electoralmente a los sandinistas y rescató los símbolos de la patria que representan a todos los nicaragüenses.

Ahora, en otras condiciones pero de nuevo bajo una dictadura, los ciudadanos autoconvocados que se manifestaron masivamente en el estallido de la rebelión de abril de 2018, alzaron la bandera nacional como símbolo de la lucha democrática. Por eso la dictadura persigue a quienes enseñan los colores azul y blanco con sentido de resistencia cívica y clamor de libertad.

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