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En Nicaragua “llueve sobre mojado”: guía para reconocer qué tan afectada está su salud emocional

¿Ha aumentado su consumo de alcohol? ¿Está haciendo compras compulsivas? ¿Siente que pelea por cualquier cosa? La crisis política que vivimos, sumada a la pandemia, puede estar afectando seriamente su salud mental y emocional. Vea lo que dicen los expertos y tome medidas

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Nunca ha sido fácil vivir en Nicaragua, pero a partir de 2018 la situación ha empeorado. Lo sabemos todos y lo perciben los especialistas en salud mental durante sus atenciones diarias. Las afectaciones emocionales y mentales de sufrir una crisis política, sumada a una pandemia y a una incipiente crisis económica, podrían estarse reflejando en situaciones tan cotidianas como las compras y las interacciones en redes sociales.

“Sabíamos que esta crisis iba a generar un impacto, pero no pensábamos que iba a ser tan alto”, admite el psicólogo Róger Martínez. “Las ansiedades son de todos los días, solo que nosotros estamos sometidos en el día a día a muchas ansiedades, tantas que se te salen de control fácilmente”, señala Carlos Hochi, también psicólogo.

“Nadie nos educa para que controlemos esas ansiedades”, lamenta Hochi. “En cualquier momento vas a llegar a tu límite, a padecer situaciones que no podés controlar, y Nicaragua está muy abierta a eso. Hay demasiados estresores alrededor: desempleo, pandemia, inseguridad en las calles, inestabilidad política… No hay nada estable en lo básico y tu estado emocional se puede romper fácilmente”.

Desde el estallido de la crisis sociopolítica, en abril de 2018, “pareciera que nos llueve sobre mojado y ciertamente esto tiene un impacto negativo en la conducta colectiva”, subraya Martínez. “Vemos el aumento de desesperanza, cansancio, frustración, las personas analizan irse del país en la primera oportunidad. Es una condición emocional extrema que necesita atención psicológica profesional”.

A raíz de las protestas de 2018 y la represión del régimen la salud emocional de muchos nicaragüenses empezó a quebrarse. LA PRENSA/ARCHIVO

Diferentes motivos

De 2018 a la fecha, el colectivo de psicólogas Sanar ha atendido gratuitamente a más de mil personas, a razón de diez pacientes por semana. Hace dos años la mayoría de las atenciones estaban relacionadas con la violencia que el país vivía, a raíz de la represión del régimen a las protestas ciudadanas. En 2019, la demanda de acompañamiento psicológico disminuyó y se vio enfocada en problemas más generales, o bien, estaba vinculada con el aniversario de algún hecho violento ocurrido en 2018.

Sin embargo, con la llegada de la pandemia de Covid-19, ha habido un nuevo repunte en la solicitud de atenciones psicológicas. Ahora casi todas tienen que ver con duelos. Duelos por el fallecimiento de una persona o por el rompimiento de una relación, ya sea de amistad o de pareja.

Estamos en un momento que nos hace vulnerables a sufrir afectaciones en nuestra salud emocional y mental, lo que se traduce en afectaciones en nuestra vida cotidiana.

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“La ansiedad es una respuesta normal del cuerpo ante situaciones adversas. Es bastante normal que percibamos mucha incertidumbre. Es todo muy incierto, es todo muy distópico. Eso nos genera bastante ansiedad. No tenemos el mismo calor humano, las mismas oportunidades de compartir que en otro momento dábamos por hecho y obviábamos. Estamos optando por rutinas muy sedentarias”, apunta una de las siete psicólogas que conforman el colectivo.

De la desesperanza hemos pasado a la desmotivación. Y es importante que cada quien descubra en sí mismo comportamientos que podrían estar reflejando un problema emocional. Sin embargo, dice la experta, también es necesario que “cada persona se ponga en su contexto para saber si lo que está afectándole es la crisis sanitaria, la crisis política o si hay otras cosas que también le han estado aumentando su ansiedad”.

A continuación, exponemos una serie de acciones y situaciones que pueden tomarse como “normales” en las rutinas diarias, pero que en realidad son una muestra de que debemos prestarnos más atención:

Comportamiento “chichicaste”

La situación que vivimos, en muchas ocasiones, puede dejar las emociones a flor de piel y eso se refleja incluso en nuestras interacciones en redes sociales. En palabras populares, podría decirse que hay una actitud “chichicaste”, siempre presta al pleito y la escaramuza. Sobre todo en lo que respecta al contexto político del país.

Aparte, “estamos acostumbrados a una historia de mucha guerra, hay una cultura de creer que con violencia se puede resolver todo, cuando realmente no es así”, señala Carlos Hochi, psicólogo clínico.

De 2018 a la fecha ese comportamiento se ha acentuado, asegura. “No hay una respuesta concreta de estabilidad, eso a mucha gente le molesta y empieza a buscar culpables para hacerles daño. En ese proceso ve que no hay solución, que no hay justicia, y qué pasa, cuando una persona te dice una palabra relacionada con política, ya le querés dar su golpe, más cuando creés que solo tu posición es la que vale. Por eso esa lamentable reacción de chichicaste”.

Desmotivación

Con una crisis política en curso, una pandemia en la calle y una grave caída económica en las puertas, no es de extrañar que algunas personas puedan sentirse desmotivadas. En sus atenciones actuales las psicólogas del colectivo Sanar han percibido “un sentido de agotamiento”. Es decir, “cansancio por todo lo que ha sucedido y que se ha juntado con otras experiencias dolorosas”.

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Algunas personas expresan, por ejemplo: “Estoy trabajando, pero solo quiero dormir”. “Hay mucha desmotivación ligada con incertidumbre”, dice una especialista de Sanar. “La cuarentena te hace sentir que todo está estancado, que nada sigue adelante”.

La violencia desatada por la represión a las protestas ciudadanas afectó la salud emocional de muchos nicaragüenses. LA PRENSA/ARCHIVO/O. Navarrete

Violencia doméstica

La violencia que se produce a puertas cerradas, lejos de las redes sociales, merece una mención aparte. Actualmente coexisten “factores que estarían disparando los riesgos de sufrir violencia doméstica y las principales víctimas son las mujeres y los niños”, subraya el psicólogo Róger Martínez.

Algunos de esos factores, señala, son “la autorrestricción de movimiento, la reducción de las interacciones en la comunidad por las medidas de distanciamiento, el consumo de sustancias y el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas”.

“Entre los problemas que genera, en la mente y la conducta, saber que hay pandemia y ante ello tener que decidir permanecer encerrados sin nada que hacer, se encuentra el estrés, el mantenerse temeroso ante la situación y si no nos revisamos cómo estamos emocionalmente, se puede llegar a ser agresivos con nuestras propias familias”, advierte.

Mayor consumo de alcohol

Hay una imagen generalizada de que el alcohol sirve para “olvidar problemas” y en Nicaragua estamos bastante acostumbrados a ella. Debido al aumento de su consumo, entre 2009 y 2016 la producción nacional de bebidas alcohólicas se incrementó en 69 por ciento y desde 1994 aumentó en 166 por ciento. Es posible que en el contexto actual del país algunas personas vean acentuados sus hábitos de consumo de alcohol. Una reacción que se presenta más en hombres, asegura el psicólogo Carlos Hochi.

“El alcohol es una droga de desahogo”, dice. “Te suelta, la gente llora, pero cuando pasa el efecto podés estar mucho peor, en cuanto al poco manejo que tenés de tu cuerpo y de tu mente en ese momento”. Además, “empezás a crear otro tipo de situaciones, como deudas, pleitos, violencia doméstica y gastar el salario en alcohol”.

Otro hecho que se debe tomar en cuenta son las enfermedades ocasionadas por el alcohol. Para diciembre de 2016, Nicaragua era el tercer país en América con la más alta tasa de mortalidad por el consumo de esta droga legal.

Compras compulsivas

Si siente que desde 2018 o durante los meses que ha durado la pandemia de Covid-19 sus compras han aumentado a un ritmo preocupante o, por lo menos, llamativo, podría no ser casualidad. Comprar compulsivamente es un comportamiento que busca “aliviar un dolor emocional”.

“El dinero puede ser un desestresor”, señala el psicólogo Carlos Hochi. “Te ves con mucho dinero en la mano y pensás en comprar cualquier cosa, aunque ni la vayas a usar, solo por darte el gusto en el momento”. Por un instante la persona se sentirá mejor, pero la sensación de alivio se acabará en cuanto el objeto de su deseo pase a ser de su propiedad y se dé cuenta de que poco o nada ha cambiado en su vida. Es solo un “desestrés momentáneo”. Se trata de “engañar al cerebro”.

Comprar cosas que ni siquiera necesitamos puede proveer un “alivio emocional” momentáneo.

Depresión

Una persona puede sentir mucha tristeza profunda antes de manifestar depresión clínica. En contextos como el que vivimos estamos expuestos a ambas situaciones, sobre todo si no buscamos ayuda.

“La depresión clínica es un trastorno del estado anímico en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un período de algunas semanas o más”, define el portal médico MedlinePlus. “Nos lleva a sentir inútiles, sin esperanza; a veces, es posible que nos queramos dar por vencidos. Causa pérdida del placer en la vida diaria, tensión en el trabajo y en las relaciones, agrava condiciones médicas e incluso puede llevarle al suicidio”, señala Mental Health America.

El psicólogo Róger Martínez ha tratado recientemente a nicaragüenses “que dicen ya no poder más”. “Una de esas personas me explicaba que sentía un agotamiento terrible”, relata. “Ha caído en depresión, no le ve salida al asunto ni sanitario ni político en el país, lleva meses sin poder trabajar porque por más que busca no encuentra y ha llegado al punto de pensar que no vale la pena seguir viviendo una vida tan miserable a como la que lleva”. Como si eso fuera poco, en su barrio “es señalada por los CPC de tranquera y se siente intimidada por ese hostigamiento”.

“Había pasado mucho tiempo hasta que decidió escribirme para solicitarme apoyo”, dice Martínez. “Hemos ido trabajando, logrando avances graduales pero significativos que le van ayudando a sentirse en control de sus emociones que es el objetivo primordial y caer en cuenta que ante las situaciones externas tenemos cero control y solo debemos fortalecernos internamente para lograr navegar la tormenta hasta verle el final”.

Consumo de cigarros y pastillas

De la misma manera en que podría aumentar el consumo de alcohol, en situaciones de estrés puede acentuarse el de cigarro. Todos los días vivimos algún momento de ansiedad, pero más en estos tiempos. Existe la idea de que “el cigarro relaja”, pero cuando la persona ve “que no se está calmando lo suficiente, empieza a fumar más y eso genera más adicción”, explica Carlos Hochi, psicólogo clínico.

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Una manera de lidiar con eso es practicar ejercicios de respiración. Inhalar y exhalar, justo como se hace cuando se está fumando.

De hecho, está comprobado que el tabaco no tiene propiedades relajantes. Por el contrario, es un estimulante. La aparente sensación de “alivio” se debe a que al fumar se calman los síntomas de abstinencia producidos por la falta de nicotina en el cerebro.

En algunas personas podría aparecer, también, el hábito de consumir (o aumentar el consumo) de pastillas calmantes. Otro indicador de que hay un problema emocional.

Manifestaciones generales

La sensación de que en Nicaragua “llueve sobre mojado”, sumada a los problemas personales de cada quien, definitivamente podría afectar nuestra salud mental. Y eso, a su vez, se manifiesta de diferentes maneras. La ansiedad es una de las más frecuentes; pero también se presentan “alteraciones del sueño, sensación de miedo o inseguridad constante, irritabilidad, frustración y pensamientos intrusivos usualmente vinculados a escenarios de estancamiento”, detalla el colectivo de psicólogas Sanar.

Por su parte, el psicólogo Róger Martínez ha detectado “un incremento de la prevalencia de la angustia” y el estrés, lo que conlleva a “episodios de ansiedad, depresión, agorafobia, trastornos afectivos, trastornos del sueño, trastornos alimenticios o estrés postraumático”. “Los niños y adolescentes, que están acostumbrados a salir a la calle, también pueden tener altas tasas de depresión y ansiedad”, subraya.

Padecimientos crónicos

En Nicaragua, y en particular en Managua, las personas son “muy propensas a tener padecimientos crónicos de salud y eso tiene que ver mucho con la salud emocional”, asegura Carlos Hochi. “Hay algo que se llama enfermedades psicosomáticas. Cualquier estresor lo suficientemente fuerte, que se te va acumulando todos los días, y de repente tu cuerpo te lo va a manifestar, ya sea en dolores corporales, en dolor de cabeza continuo, migraña, gastritis, enfermedades del colon, enfermedades gastrointestinales, un montón de cosas”.

La pandemia de Covid-19 vino a agravar la situación emocional de los nicaragüenses, que ya vivían la incertidumbre de una crisis sociopolítica. LA PRENSA/ARCHIVO/O. NAVARRETE

¿Cómo saber que hay un problema?

Cuando una persona se encuentra mal emocional o mentalmente, es difícil que pueda verlo por sí misma. Sin embargo, para el psicólogo Carlos Hochi existen ciertos indicadores que advierten la presencia de un problema.

1. El primer síntoma es notar que “te estás haciendo daño vos mismo”. Acá entran situaciones y comportamientos como no dormir bien, no comer bien o consumir cosas que hacen daño: alcohol, cigarro, pastillas calmantes.

2. Si todo a tu alrededor “se está deteriorando”, hay un problema. Primeramente el deterioro emocional puede desencadenar gastritis, dolores de cabeza, cansancio prolongado… y eso termina ocasionando falta de motivación, descuido del hogar, descuido de las relaciones personales (hijos, pareja, amistades) y desmotivación en el trabajo (poca productividad que deviene en despido).

3. Si estás teniendo “mala comunicación con las personas a tu alrededor y estás peleando por cualquier cosita”, es momento de detenerse a revisar qué está pasando dentro de uno mismo.

¿Qué hacer?

La atención psicológica es elemental, sobre todo en un país tan sufrido como Nicaragua, y debería formar parte del presupuesto familiar o personal. Pero incluso si no se cuenta con recursos para costearla, hay varias iniciativas de especialistas que brindan consulta gratuita, con línea abierta para cualquier persona.

De igual manera, pueden tomarse medidas de autocuido, a fin de aligerar la angustia, la ansiedad y el estrés. Es importante tomar un descanso cuando se siente que “ya no se puede seguir”. Unos días libres, lejos de la oficina, de las noticias y de las redes sociales, por ejemplo, en el caso de las personas que pueden hacerlo. Lejos de cualquier fuente de estrés.

Es recomendable también encontrar una actividad recreativa que nos distraiga de los problemas del mundo, del país, de la oficina, la familia y la casa. Dibujar, bordar, aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento musical o practicar la jardinería puede funcionar. Hacer ejercicio físico siempre ayuda. Existen personas que se relajan lavando ropa o planchando y hay otras que se calman rezando el rosario. Lo importante es que sea una actividad que no nos inflija daño y, por el contrario, nos llene de paz.

La desmotivación es un síntoma de que no estamos bien emocionalmente.

En números

El estudio “Situación socio-emocional en Nicaragua en 2019”, realizado por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), arrojó datos que confirman las afectaciones emocionales que la crisis ha tenido en los nicaragüenses. Según la encuesta, aplicada a una muestra de mil personas:

El 62.5 por ciento de los nicaragüenses se siente más agobiado ahora que dos años atrás, mientras el 37.5 por ciento sostiene no sentir más agobio que antes. Las mujeres se sienten más agobiadas (65.4 por ciento) en comparación con los hombres (59.4 por ciento).

Las principales afectaciones y padecimientos que los hombres y las mujeres sufren en el marco de la crisis sociopolítica y sus repercusiones económicas incluyen trastornos en el sueño (42 por ciento), ansiedad (33.4 por ciento), depresión (30.9 por ciento) y falta de apetito (26.5 por ciento).

El 32.8 por ciento de las mujeres siente desesperanza, el 30.5 por ciento ha sufrido descontrol de la presión arterial y el 27.3 por ciento ha tenido al menos una crisis nerviosa. En el caso de los hombres, 41.3 por ciento ha sufrido trastornos en el sueño, 30 por ciento padece de ansiedad, 27.1 por ciento siente desesperanza y un 26.1 por ciento ha sufrido falta de apetito.

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