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La historia de Lenín Salablanca, el comerciante que confronta a la Policía Orteguista que lo asedia

Lenín Salablanca, el pequeño comerciante que confronta a los agentes de la dictadura que lo asedian

Los videos en los que confronta directamente a los policías son virales y demuestran una valentía genuina en contra de los agentes represores de la dictadura

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Lenín  Antonio Salablanca Escobar, de 38 años, fue un niño con una familia un poco disfuncional. En su camino tropezó con vicios y hasta anduvo en la indigencia, pero una mano amiga lo ayudó a salir adelante. Sintió a Dios en su corazón y su vida cambió. Ahora como adulto dice no poder soportar las injusticias de la dictadura, que lo ha apresado, torturado, asediado y no lo deja vivir en paz por su pensamiento crítico.

Este martes 14 de septiembre LA PRENSA lo visitó en su casa de habitación, ubicada en el barrio Morenita Número Dos, del municipio de Juigalpa, para conocer más de este opositor al régimen que no teme hacer videos cada vez que lo detienen, asedian y golpean los oficiales de la Policía Orteguista (PO).

Además de grabarlos —con la ayuda de su esposa Cristian Belén Pérez Ríos, de 22 años— les dice muchas verdades en sus caras y les refuta, indicando sus derechos humanos y constitucionales. Los videos  en los que confronta directamente a los policías son virales y demuestran una valentía genuina en contra de los agentes represores de la dictadura.

Una hora después de la visita de LA PRENSA, la PO procedió a capturar y golpear a Salablanca. En ese momento, Roxana Salablanca, Yasiris Chévez y Cristian Pérez, hermana, prima y esposa del detenido, procedieron a grabar la detención, por lo que también fueron llevadas a las celdas de la Policía de Juigalpa. Horas más tarde fueron liberados.

 

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Antes de la detención de Salablanca, un grupo de 10 policías, dos vestidos de civil,  retuvieron al equipo de LA PRENSA por 40 minutos en la entrada al municipio de Cuapa. Requisaron a Carlos Lam, conductor; Wilmer López, fotógrafo y a este periodista. Nos despojaron de cámaras, grabadoras, libretas, identificaciones y teléfonos celulares para revisar el material grabado. Luego lo devolvieron.

Nos hicieron fotografías y una comisionada que estaba a cargo del “operativo” realizó varias llamadas para reportar nuestra presencia en el lugar. Nos mantuvieron todo ese tiempo bajo el sol y nos amenazaron con meternos presos si hacíamos videos y fotografías de lo que estaba sucediendo. Al final decidieron dejarnos ir.

Infancia difícil

Lenín tuvo una infancia agridulce. Por un lado tenía un abuelo amable y cariñoso que le enseñó carpintería y a tener fe en Dios, pero por el otro estaba su padre, quien tenía problemas con el alcohol y les daba mala vida.

Su padre abandonó a su madre, por lo que desde pequeño Lenín se dedicó a vender chucherías, raspaditas y a lustrar zapatos en los mercados y parques del lugar. La pobreza y necesidades de su familia le permitieron sacar solamente el sexto grado de primaria. No obstante, a los 23 años siguió estudiando y ha logrado concluir el tercer año de secundaria.

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A los 13 años Lenín se descarrió. Comenzó a oler pega y vivir en las calles, por lo que su mamá decidió enviarlo con una tía a Costa Rica. Estando en el vecino país no dejó los vicios y por el contrario, aumentó el repertorio que lo llevó a estar en cinco centros de rehabilitación. Vivió nueve años en la calle como indigente, hasta que un día una mano amiga lo ayudó.

“El hombre (un vecino en Costa Rica) me quedó viendo, se sonrió y me dijo: ‘Cada vez que le has pedido a Dios de corazón Él lo ha visto y ha sembrado una semilla en vos; un día, sin que te des cuenta, va a germinar y vas a ser un hombre diferente’… Después que doblé rodillas y pedí de corazón a Dios que me ayudara, nunca más sentí necesidad de volver a drogarme”, recuerda Lenín.

Con conciencia social

A los 22 años regresó a Nicaragua. Logró trabajar como mesero en un restaurante, luego se dedicó a vender productos varios y lo sigue haciendo en medio del acoso y asedio policial.

Sus días se simplificaban en el cuido a su familia y la venta de sus productos, pero cambiaron cuando su conciencia no lo dejó tranquilo al ver la cobarde golpiza que le propinaron miembros de la Juventud Sandinista a ancianos que protestaban por la Reforma al Seguro Social que afectaba su raquítica pensión.

“Me dolió mucho, me duele mucho. Hasta el día de hoy no puedo ver esos videos porque me conmueve mirar cómo atropellaron los derechos de los ancianos. Yo le contaba a mi mamá: ‘mamá, estoy defendiendo sus derechos porque usted también es una persona jubilada’. Además, ese día miré en una gasolinera de Juigalpa un grupo de muchachas llorando porque las habían golpeado, les habían quitado las pancartas y las banderas; yo les dije: ‘No se preocupen, vamos a hacer una nueva pancarta, vamos a hablar'”, relató Salablanca.

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Salablanca asegura que su familia tiene raíces sandinistas, pero no orteguistas. “Tiempo después, mirar que el Gobierno que nosotros pensábamos que iba a cambiar Nicaragua se ha convertido en el verdugo de nuestro propio pueblo. Nos ha tocado vivir en carne propia y sufrir las consecuencias de esta dictadura. Mi familia y yo no estamos arrepentidos de haber dado ese gran paso, que no todas las personas tienen el valor de darlo, de protestar contra este Gobierno que se ha vuelto el principal violador de los derechos humanos de nuestros hermanos nicaragüenses, un gobierno asesino, un gobierno criminal”.

Lenín Salablanca
Lenín Salablanca sale todos los días a vender sus productos en su moto. Rutinariamente, cada vez que lo hace, es vigilado por la Policía.
LAPRENSA/ Wilmer López.

El secuestro por la dictadura

Fue detenido el pasado 19 de agosto de 2018 cuando se disponía a participar en una marcha opositora en el departamento de Chontales. El 11 de junio del 2019 fue liberado cuando los diputados orteguistas aprobaron una amnistía orientada por la dictadura. Ahora no niega sentir temor que la PO lo encierre nuevamente, pero considera que alguien debe alzar la voz contra las injusticias.

 

Calificó de lamentable los pleitos y diferencias que ocurren al interior de la Coalición Nacional. “Mientras los de abajo, los de a pie, estamos clamando la unidad, libertad, justicia, existe cierto grupo arriba que lo que están peleando es su bien económico y político, y se están olvidando del sufrimiento y el dolor que estamos pasando como pueblo”.

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Miedo a hablar

LA PRENSA buscó la opinión de vecinos de Salablanca sobre el asedio policial en el sector, pero casi todos tuvieron miedo a expresarse. “Después la Policía y los CPC (miembros de los Comités del Poder Ciudadano) te andan buscando y no te dejan tranquilo”, dijo uno que se rehusó a identificarse.

Pero Manuel Antonio Lumbí, vecino de Lenín, no tuvo temor y dijo que “lo asedian a cada rato (a Lenín), a las 12:00 de la noche, a toda hora, a mediodía. Milagro no están ahorita (los policías), pero es cierto que lo viven asediando a él y él les habla con la verdad y tiene huevos ese hombre. Yo no me meto en eso, pero a veces me da miedo que lo rafagueen (disparen) pienso yo… el caso es que como no pertenece al mismo partido del gobierno (entonces) ese es el delito pues. Por eso es que no me gusta en cosas políticas, porque yo soy campesino, yo trabajo para mantener a mi familia”.

Lenín vive en una humilde vivienda junto a su esposa, suegra, cuñada e hijo de tres años de edad. “Nos da miedo cuando la Policía nos requisa porque no sabemos qué nos va a pasar. Una vez un policía me golpeó cuando me quitó el celular con el que estaba grabando el acoso a mi esposo. Mi hijo se asusta cuando ve a los policías afuera de la casa, me dice: ‘mamá, mamá allí están los policías’, pero yo voy a seguir apoyando a mi esposo ante ese asedio”, aseguró Cristian Pérez.

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