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Otra lección política boliviana

La presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, retiró su candidatura para participar en la elección presidencial del próximo 18 de octubre. Lo hizo como una contribución a la unidad democrática que es necesaria para impedir el retorno de la dictadura.

Áñez ocupa provisionalmente la presidencia de Bolivia desde noviembre de 2019, cuando el presidente socialista autoritario Evo Morales renunció después de cometer un fraude electoral, el cual provocó protestas masivas de la población y motivó la presión “suave” del Ejército, que le aconsejó dejar el poder por el bien del pueblo boliviano.

Áñez asumió el mando presidencial interino con el mandato de convocar a una nueva elección presidencial, lo más pronto que fuese posible, a fin de restablecer la democracia. Después de que fueron superados diversos obstáculos, incluyendo la crisis sanitaria causada por la pandemia del Covid-19, la elección presidencial fue convocada para el próximo 18 de octubre.

Para sorpresa de muchos en Bolivia y en el extranjero, la presidenta interina anunció en enero pasado su candidatura presidencial, decisión que agravó la división en el sector democrático de la nación boliviana y provocó el temor al regreso de la dictadura. En realidad, la candidatura de Áñez mejoró la posibilidad del partido de Evo Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), que individualmente es el más fuerte de Bolivia, de ganar la contienda electoral y restablecer el régimen autoritario al que costó muchos sacrificios ponerle fin el año pasado.

Hasta el jueves de la presente semana, cuando Áñez anunció el retiro de su candidatura presidencial, las encuestas indicaban que el candidato del partido de Evo Morales tenía el 29.2 por ciento de intención de voto; el expresidente democrático Carlos Mesa registraba 19 por ciento; el candidato de derecha democrática, Luis Fernando Camacho, contaba con 10.4 por ciento y la presidenta Áñez tenía solo el 7 por ciento de preferencia de voto. Otros cuatro candidatos sumaban entre todos apenas un 4 por ciento.

Al retirar su candidatura presidencial, Jeanine Áñez fue muy clara al decir que había tomado esa decisión “ante el riesgo de que se divida el voto democrático entre varios candidatos y que, a consecuencia de esa división, el Movimiento al Socialismo de Evo Morales acabe ganando la elección”. “Si no nos unimos, vuelve (Evo) Morales; si no nos unimos, la democracia pierde; si no nos unimos, la dictadura gana”, enfatizó Áñez.

Esta es la tercera lección ejemplar de Bolivia desde noviembre de 2019, que se debería aprender en Nicaragua. La primera fue el alzamiento cívico contra el fraude electoral mediante el cual Evo Morales pretendía imponer su reelección para perpetuarse en el poder. Y la segunda fue la que dio el Ejército, que dejó de ser leal a Morales y se puso del lado del pueblo para sacar del poder al dictador, con una admirable operación de “aterrizaje suave” de la dictadura.

No solo de las experiencias propias se debe aprender para no repetir los hechos nefastos de la historia. También hay que aprovechar las lecciones de la experiencia internacional.

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