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A Biden no le conviene ganar

Si Joe Biden gana la presidencia de los Estados Unidos (EE. UU.) en las próximas elecciones, posiblemente el Partido Demócrata tendrá las de perder.

Biden ganó la nominación del partido sorprendiendo a todo el mundo, incluyendo a sí mismo. El resultado de los debates entre los nominados definitivamente no le favoreció, especialmente cuando su ahora nominada vicepresidenta Kamala Harris lo atacó despiadada y efectivamente, dándole a sus acciones políticas pasadas un tono de “racista”.

Biden prácticamente resurgió de la nada para nombrarse el contendiente por el Partido Demócrata.

Otra vez Bernie Sanders se vio arrebatado de la nominación por su “partido prestado” (Bernie es del partido independiente). Pero definitivamente, Bernie es quien tiene sentadas las bases sólidas, es quien tiene un seguimiento abundante y firme en el ámbito progresista. Sus ideas socialistas, por mucho que se critiquen, tienen resonancia en un grupo cohesivo y fiel que forma sus seguidores. En cambio, Biden solo tiene los 50 años de mantenerse en política —sin mucho que mostrar como resultado de ello— como su base.

Bernie tiene el respaldo de las nuevas representantes: Alexandria Ocasio-Cortez (AOC), Ilhan Omar, Ayanna Pressley y Rashida Tlaib, a quienes se les denomina el “escuadrón”.

La AOC, aunque acaba de entrar en la política, ha logrado adquirir una preponderancia tal que le llaman la nueva jefa real del partido, quitándole el puesto a la antaña Nancy Pelosi, quien es la verdadera “speaker” o vocera de la Cámara de Representantes, y al mando del bando demócrata de esa institución.

Biden ganó la nominación del partido, no por el resultado de su campaña, sino por su tendencia moderada comparada a la de Sanders. Sin embargo, es Sanders quien tiene el poder político, y Biden va a tener que someterse a los dictados de los progresistas representados por la fuerza descrita en el párrafo anterior. Y la mejor prueba es la imposición de Kamala Harris como vicepresidenta, la más liberal después de Elizabeth Warren, del grupo de donde se escogió a la nominada.

Biden y Sanders han tenido que entrar en un compromiso, donde Biden aparenta ser más progresivo para aplacar a Sanders. Por el momento el compromiso da la impresión de estar en buenos términos con el objeto avanzar la elección de Biden a la presidencia. Sin embargo, es un compromiso que más bien parece un acto en la cuerda floja.

Si Biden gana la presidencia, el compromiso va a pasar de las apariencias a la realidad, y si el presidente no cumple con los deseos de los que tienen la fuerza, la guerra interna del partido va a empezar.

Hay que recordar que Biden no es un progresista de cepa, y a los 77 años va a ser difícil que lo vayan a cambiar.

Biden ganó la nominación del partido debido a sus tendencias moderadas, y quienes lo ayudaron a llegar allí fueron los demócratas moderados en la Cámara de Representantes y en el Senado.

Biden después del triunfo tiene una misión imposible: satisfacer a las tendencias progresistas.

El Partido Demócrata va a tratar de ser dirigido en dos direcciones simultáneamente: a la izquierda y a la derecha, y eso va a destrozarlo. Va a destrozarlo porque la pelea interna va a paralizar la nación, ya que no va a permitir que el gobierno tome decisiones porque tanto los moderados como los liberales van a querer imponerse, y como resultado va a crear un descontento general, y por ende perder seguidores del partido.

En resumen, a Biden no le conviene ganar las próximas elecciones para el bien del Partido Demócrata.
El autor es ingeniero.

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