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Organismos: Programa Amor es un desastre

El Programa Amor que impulsa el actual Gobierno sandinistas desde el 2007 es un “desastre”, así lo clasifi caron organismos de la sociedad civil consultados por LA PRENSA.

El  Programa Amor que impulsa el actual Gobierno sandinistas desde el 2007 es un “desastre”, así lo clasifi caron organismos de la sociedad civil consultados por LA PRENSA.

El Programa Amor fue ofrecido por la Primera Dama, Rosario Murillo, teniendo como meta (como cita el extinto boletín oficialista impreso El 19 en su edición del 22 al 26 de octubre del 2008) “sacar a todos los niños de la calle”. Sin embargo, en los semáforos y en otros puntos del país muchos niños  continúan laborando informalmente ante la falta de recursos.

Para el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) el Programa Amor fue sólo un “intento de programa” porque una vez que lo anunciaron con bombos y platillos, tal y como acostumbra hacer el presidente Daniel Ortega con todos sus proyectos, la realidad no varió: decenas de niños, niñas y adolescentes a diario se ven en los semáforos de Managua limpiando los vidrios de los vehículos, vendiendo agua helada, mangos o pidiendo  algo para comer.

En julio de 2009, Carlos José Hernández, de 12 años, se dedicaba a limpiar los vidrios de los carros que transitaban por el sector de Enitel Villa Fontana.
Ese negocio le dejaba unos 100 córdobas diarios, por lo que decidió buscar una nueva forma de conseguir más dinero.

Ahora, Carlos es un “payasito” que anima a los conductores que transitan por Villa Fontana cada vez que la luz roja del semáforo se activa.

Esta nueva forma de trabajo informal le deja más de 200 córdobas cada día.
“Hace rato, una señora me regaló este gorrito (señala lo que trae puesto) y aquí en el semáforo me dijeron los chavalos que me vistiera de payaso para hacer maromas y ganar más dinero, ya tenía el gorro y entonces compré la pintura que me echo en la cara, las pelotas de tenis y empecé a trabajar así. Ahora gano más que antes, son más de 200 pesos diarios y cuando está bueno gano más”, manifestó Carlos.

Lo más conmovedor  es que este infante, que a diario se pinta la mitad de la cara en blanco y la otra en rojo, confesó que se ve obligado a trabajar porque no tiene dinero para ir a la escuela. No obstante, aseguró desconocer en qué consiste el   Programa Amor que desde el 2007 impulsa el Gobierno.

Una de las metas de este programa es conseguir que unos 20,000 niños, niñas y adolescentes sean atendidos en una red de 200 centros diurnos en espacios comunitarios en las cabeceras departamentales.

En cuatro oportunidades, LA PRENSA buscó la versión de Mifamilia, pero una de las relacionistas públicas aseguró que Marcia Ramírez, directora del Programa Amor, no estaba en el ministerio.

POCO INTERÉS HACIA POLÍTICAS SOCIALES

Para el secretario ejecutivo de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), Marcos Carmona, el rumbo que tomó el  Programa Amor es una muestra del poco interés hacia las políticas sociales de parte del Gobierno.
El promotor de los Derechos Humanos indicó que al igual que algunos gobiernos anteriores, el del presidente Daniel Ortega está “descuidando a los niños y niñas” y por consiguiente, el desarrollo del país.

Carmona agregó que el estancamiento de este programa es una clara muestra de que el Gobierno está más interesado en asuntos políticos y no en el bienestar de una importante masa de población.

“Este programa no debieron haberlo suspendido, se debió buscar la manera, una estrategia para que fuera sostenible, sino que ahora estamos creando niños descarriados, que van a llegar a ser adultos con una mentalidad que no va a tener el enfoque de desarrollo de su país”, manifestó ayer Carmona.

Ante esta situación, mencionó que el Gobierno debe de mostrar un poco más de responsabilidad y enterar a la población en general en qué se gastaron unos cinco millones de dólares destinados para dicho programa social.

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LA PRENSA constató que debido a la iliquidez en que se encuentra el Ministerio de la Familia, Adolescencia y Niñez, las autoridades decidieron suspender las subvenciones a los albergues de niños y adolescentes.

Por esta razón, las autoridades de Mifamilia buscan “maquillar” la medida bajo el argumento de que ésta forma parte de los ejes del Programa Amor que aparentemente está estancado por la misma falta de recursos.

LA PRENSA tiene en su poder una de las notificaciones oficiales enviadas por las autoridades de Mifamilia a los albergues, en la cual se les informa la suspensión de la subvenciones del Estado hacia estos centros que se especializan en rescatar a niños y adolescentes de su condición de callejeros.

A esto se suma la inestabilidad institucional actual que vive Mifamilia, que se supone es la garante de la protección social de Nicaragua.

Hace tres meses, alrededor de 20 trabajadores de ese Ministerio fueron despedidos y corría el rumor de 42 despedidos más. Actualmente los 24 trabajadores que fueron despedidos el pasado mes de agosto siguen a la espera del pago de su liquidación y la única repuesta que da Mifamilia es que no tienen recursos para pagar sus prestaciones.

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Porque para los niños en las calles y la atención en los centros de atención, al parecer, no fueron bien usados, añadió.

INVERSIÓN NO SE NOTA

Los avances que este programa ha tenido son desconocidos. Es tanto el secretismo con que se maneja que en el presupuesto para el Ministerio de Familia (Mifamilia) no se señala cuánto dinero se destinará para la ejecución de este programa.

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“Una vez nos llevaron a un colegio, nos dieron un carro (de juguete) y nos dijeron que no trabajáramos y que iban a regresar, pero ya no vinieron, nos pidieron nuestros nombres. Una muchacha del (programa) Amor nos dijo que no anduviéramos pidiendo, eso fue hace un año, y nos dieron unos cuadernos, pero ya no vinieron otra vez”, explicó Yara Rojas Osorio, de 9 años y una de las compañeras de trabajo de Carlos.

Esta niña trabaja con su padre Álvaro José Rojas, de 27 años, y su hermano Jonathan José Rojas Osorio, de 10 años.

“Aquí trabajamos con mis dos sobrinos y mis hijos, yo he mandado cartas al Gobierno, como cuatro, y no me resuelven nada, dicen que van a ayudar a los pobres, pero nos sentimos excluidos porque nadie se preocupa por nosotros los trabajadores de los semáforos”, manifestó Álvaro José Rojas.

CENIDH INTERESADO EN COMPROBAR RESULTADOS DEL PROGRAMA AMOR

Uno de los ejes del Programa Amor incluye restituir el derecho de los niños a vivir en condiciones normales, en familia y sin correr riesgos en las calles. El mismo Gobierno estimó que al menos 25 mil niños, niñas y adolescentes —la mayoría en la capital— se encontraban en las calles sometidos a múltiples riesgos. Para disminuir estos números el programa les daría acompañamiento para incorporarlos a las escuelas y a sus padres, les ayudaría también a dejar las calles ofreciéndoles más oportunidades de empleo.

Pero a más de un año del lanzamiento oficial todo sigue igual. El Cenidh, interesado en comprobar el cumplimiento del programa, recorrió los semáforos de la capital y encontró, además de los niños vendiendo   junto con sus padres, que a ninguno de los adultos les habían ofrecido alguna ayuda.

Adelaida Sánchez, del departamento de Relaciones Públicas del Cenidh, informó que en las consultas realizadas, algunas mujeres adultas mencionaron que nadie les había ofrecido “una nueva alternativa de vida”, sino que personas identificadas como trabajadoras del Ministerio de la Familia (Mifamilia) más bien se les habían acercado para decirles a secas que no quería ver niños en ese sector.  

“La mayoría expresó el desencanto que tienen con los diferentes gobiernos que han pasado, porque ninguno les había dado respuesta, decían que ninguno les había resuelto sus mayores problemas, expresaban que todos juegan con sus necesidades y que no tienen esperanza de ellos”, expresó Sánchez.

La funcionaria del Cenidh agregó que al realizar el monitoreo también descubrieron que los pocos intentos de funcionarios de Mifamilia, de retirar a los niños de los semáforos, fue usando la fuerza pública.

Carlos José Hernández, de 12 años, desde hace tres meses comenzó a pintarse la cara para conseguir más dinero. Este menor aseguró desconocer qué es el insigne Programa Amor.
LA PRENSA/René Ortega

Para este organismo, que tutela el cumplimiento de los derechos humanos, no era más que una forma de “criminalizar” el tema de la pobreza, porque los menores se corrían de los semáforos por temor a ser capturados. Pero esta estrategia por suerte sólo se repitió en pocas ocasiones.

Cuando se lanzó el Programa Amor se dijo que una red de trabajadoras sociales iba  a captar a los niños, niñas y adolescentes. Éstos promoverían su matrícula en las escuelas y apoyarían su permanencia en las mismas, mientras  a sus padres los orientarían a integrarse a programas de autoempleo.

“Desde lo poco que sabemos, porque casi no existe información, creo que fue un buen intento de ejecutar un proyecto, pero realmente no continuó, no se le designaron ni los recursos económicos ni humanos, se suponía que había una comisión interinstitucional, pero preguntamos por ejemplo en el INSS —que era  uno de los que la integraba— pero no supieron decirnos nada, ni  Mifamilia”, dijo Sánchez.

RELACIONES ENTRE MIFAMILIA Y ORGANISMOS HAN SIDO NULAS

Mario Chamorro, director del Centro Dos Generaciones, dijo que no podría opinar sobre el funcionamiento del programa porque la relación con Mifamilia es “muy poca”, aunque debiera ser todo lo contrario, por ser ellos un organismo que desarrolla políticas en favor de la niñez y la adolescencia.

Mifamilia es una de las entidades estatales que menos relaciones tiene con organismos no gubernamentales del área.

“No puedo valorar el Programa Amor porque la relación entre Mifamilia y las organizaciones sociales para operar el programa han sido nulas, no sabemos cómo opera, cuáles han sido sus resultados”, dijo Chamorro.

Los niños trabajadores son los únicos que desconocen los beneficios del Programa Amor. Los Organismos de la sociedad civil también aseguraron desconocer el impacto de este programa, al que consideraron un "desastre".
LA PRENSA/René Ortega

En esa misma línea se expresó Georgina Mendoza, del Consejo de la Coordinadora Nicaragüense de ONG que trabaja con la Niñez y la Adolescencia (Codeni). Mendoza recordó que hace más de ocho meses fue la última reunión oficial con Mifamilia y desde entonces no han tenido contacto para tratar el tema.

Por esta razón no se puede hablar si hay o no un impacto del programa. No hay cifras de niños o niñas en la calle o fuera del sistema educativo, por ejemplo, antes del lanzamiento del programa y ahora. “No existen esos datos, no al menos para la Codeni”  y eso es un problema para evaluar, explicó.

“A Nicaragua aún le hace falta romper una inequidad social, sigue habiendo pobreza extrema, y niños y niñas en los semáforos, en la calle, por eso es que seguimos impulsando la campaña de más presupuesto para Salud y Educación. Hay que impulsar políticas públicas a favor de los niños y niñas y que el Estado sirva de garante, vamos a paso de tortuga”, dijo Mendoza.

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