Nada Personal
La decisión de Mauricio Funes, de mantener a su gobierno al margen del Alba, se fundamenta en razones más importantes que evitar caer en conflictos internacionales provocados por Hugo Chávez.
Funes está empeñado en algo superior a la verborrea izquierdista y los circos de los presidentes de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), donde Chávez paga la música y los demás corean las consignas para ensalzarlo como “líder socialista” internacional.
Creo que a Funes le interesa más ganar la aprobación de los salvadoreños, de los que viven en El Salvador y en el exterior, independiente de sus ideologías; y su éxito será si, al final de su mandato, la población sigue valorando bien su gestión, la que hoy, a seis meses en el poder, es aprobada por el 80 por ciento, según las encuestas.
Es una meta difícil en tiempos de crisis, pero el presidente salvadoreño actúa con mucho tacto, enfocándose en aspectos sensibles como la unidad de todos los salvadoreños, la integración de Centroamérica y la relación con Estados Unidos.
- Edad: 41 años.
- Estudios: pintura y diseño gráfico.
- Otras habilidades: danza contemporánea.
- Ocupación: pintora, artista plástica, videasta y diseñadora gráfica.
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El ocho de diciembre, al inaugurar la VII Convención Internacional de Salvadoreños en el Mundo, Funes aclaró que su política de reconstrucción económica se basa en una visión de futuro, no en “rémoras inmovilizadoras” del pasado.
Mientras los gobernantes del Alba, entre ellos Daniel Ortega, se esmeran en azuzar conflictos y dividen a la sociedad, Funes habla de “desarmar los espíritus y convocar a la unidad nacional”, porque los salvadoreños “conocen bien el daño que los enfrentamientos y las pasiones ciegas han hecho” a su nación.
Es un presidente de izquierda, que llegó al poder con un partido de tradición ortodoxa, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), pero se muestra convencido de que el cambio en su país debe comenzar por unir, “por poner por encima de intereses personales o de grupo, los sagrados intereses de la nación y de la gran familia salvadoreña”.
El Alba es lo contrario. Su inventor, Hugo Chávez Frías, piensa que el socialismo del siglo XXI será posible si aumenta la confrontación entre ricos y pobres, aunque su experimento en Venezuela, por más de una década, ha dejado como resultado principal el incremento de la pobreza, el odio y la violencia.
Es posible que a Funes le haya bastado ver los “logros” de presidentes como Chávez y Ortega, para entender que su mejor vía es “no más alineamientos ideológicos; no más amigos o enemigos determinados por la ideología”. Sólo así El Salvador puede estar entre países serios, que ganan respeto internacional y afianzan negocios donde les conviene más.
Por eso mantiene la alianza estratégica con los Estados Unidos, el mejor mercado en el continente y donde viven y trabajan millones de salvadoreños. Pero El Salvador pertenece también a un vecindario llamado Centroamérica, que se va uniendo para crecer en lo social, económico y cultural. “Somos Centroamérica Y Centroamérica es nuestro lugar en el mundo”, afirmó Funes, como enfatizando otra razón importante para esquivar esa aventura llamada Alba.
Funes apenas empieza y ha de ser firme en sus ideas, si quiere concretarlas, porque en el FMLN hay gente que coquetea con Chávez, desean una convulsión “revolucionaria” en El Salvador y podrían destruir su plan de unidad nacional.
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