El primer mandatario de izquierda en la historia de El Salvador, Mauricio Funes, representando al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), sigue dando lecciones de pragmatismo político al Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, quien en sus casi tres años de gobierno ha hecho retroceder en varios ámbitos al país.
Mientras Funes advierte que no dará “ni tan solo un paso” para incorporar a El Salvador a la Alianza Bolivariana para las Américas (Alba) o al socialismo del siglo XXI que promueve Hugo Chávez, Ortega y los demás miembros de ese foro de izquierda, reunidos en su cumbre en La Habana, subieron el tono contra el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al acusarlo de llevar tras su modelo de apertura en las relaciones internacionales una ofensiva para frenar el avance de la izquierda en la región.
Sin embargo, el presidente Funes defendió la relación de su Gobierno con Estados Unidos y la calificó como “pragmatismo político”.
Durante su gobierno, Ortega ha violado en reiteradas ocasiones las leyes de la República y en consecuencia los derechos humanos de los ciudadanos que no actúan violentamente como sus partidarios y que no están de acuerdo con su desmedida política gubernamental. Ortega, la familia gobernante y su séquito ambicionan continuar en el poder manteniendo bajo la suela de sus botas a las voces disidentes en Nicaragua.
El latrocinio electoral por parte del FSLN de la familia Ortega-Murillo en los comicios del 9 de noviembre del 2008, la campaña reeleccionista del mandatario y las burdas pretensiones de mantener a sus servidores políticos conocidos como magistrados en la Corte Suprema de Justicia y el Consejo Supremo Electoral (CSE) abonan más al daño que le sigue haciendo a la institucionalidad y desarrollo de la democracia que se había alcanzado en Nicaragua. En este sentido, la oposición no debe aprobar más magistrados de la CSJ en el parlamento, pues verán cuánto dinero se le ahorrará al Estado y los que queden deberán trabajar con más eficiencia.
Y hagamos un breve recuento. El afán tiránico de Ortega se remonta al hecho mismo de cancelar las personalidades jurídicas a dos partidos políticos (MRS y PC), quitarle la diputación a un miembro del parlamento nicaragüense y continuar organizando asonadas oficialistas para intimidar a los dirigentes de la oposición y a la población que protesta contra la política represiva de este gobernante.
En este mes de diciembre, el partido gobernante de Ortega y sus turbas, que mantienen secuestrados la paz, tranquilidad y los derechos fundamentales de la mayoría de los nicaragüenses que se oponen a este régimen, han hecho un alto en sus actos vandálicos. Y qué bien se vive sin ver a la delincuencia oficial amenazando en las rotondas de Managua o en las cabeceras departamentales a la población indefensa.
Qué bien por Funes, a quien no veo destruyendo su país como Ortega y su séquito, sino que mantiene su discurso de izquierda, tratando de realizar reformas sociales, sin afectar la base económica moderna; respeta el Estado de Derecho, la libertad, los derechos individuales y las instituciones de la democracia.
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