Los mitos y las leyendas más conocidos —en nuestra cultura— acerca de la creación de los primeros seres humanos que poblaron la Tierra son el judeocristiano, el griego y el maya. Tanto en la Biblia como en la mitología griega se cuenta que los primeros hombre y mujer fueron creados de barro, arcilla y piedra, y después animados por un soplo divino o por el fuego del cielo; en tanto que en la antigua creencia maya los humanos originales fueron hechos de maíz, después que los dioses habían ensayado hacerlos de barro y de madera, pero no quedaron satisfechos.
En la mitología nórdica o escandinava se cuenta que el primer hombre y la primera mujer eran dos árboles, un fresno y un olmo, que los dioses escogieron para convertirlos en la primera pareja humana.
Odín, el dios supremo de la mitología nórdica o escandinava, tenía dos hermanos que se llamaban Hoeder (que significaba luz) y Loder (cuyo significado era fuego, ardor), que en realidad eran una sola divinidad, o sea que constituían una tríada o trinidad.
Odín concedió al primer hombre y la primera mujer el don del espíritu y, por lo tanto, la vida espiritual. Dicho en otros términos, Odín, que es el espíritu supremo, se refleja en la persona humana, en el hombre y en la mujer.
Por su parte Hoeder les dio la luz de la inteligencia a aquellos primeros seres humanos. Y Loder les donó el fuego, para que su sangre fuera caliente, para que tuvieran el ardor de la pasión, la sutilidad de los sentimientos y el color rojizo de su piel.
Aquellas criaturas, en las que los dioses convirtieron a los dos árboles, fueron llamados Ask y Embla, palabras que significan precisamente fresno y olmo. Y mandaron los dioses a aquella primera pareja humana, a que viviera en lugar llamado Midgard, que significaba algo así como residencia en el medio o en el centro, el cual fue creado expresamente por Odín y sus hermanos para que se asentara allí la raza humana que habría de poblar la Tierra. Y así, Midgar,siendo un lugar destinado a la residencia de los humanos, estaba en oposición a Asgard, que era la morada o el lugar donde vivían los dioses.
El estudioso danés de la mitología escandinava, Heinrich Niedner, escribió en su libro Mitología Nórdica que “considerar al hombre como hecho de árboles, que, al elevarse de la tierra hacia el cielo muestran una atracción inconsciente hacia lo que es divino, es una idea más natural y más noble que la de los griegos, que extraen al hombre de la fría arcilla y de las duras piedras”.
Ahondando en ese concepto, Nierdner agrega que “la plástica griega miraba al hombre como una estatua, que está generalmente formada por arcilla y piedras, pero a la que un divino destello daba vida. Los nórdicos no conocían las artes plásticas y por consiguiente debían consultar a la naturaleza para sus símbolos y no al arte”.
También llama la atención el mencionado mitólogo nórdico a “la manera como Odín sopla en los árboles el espíritu y la vida (que) nos recuerda forzosamente el relato mosaico”, o sea la versión judeocristiana consignada en el Antiguo Testamento acerca de la creación de Adán y Eva, la primera pareja de la creación. Y sugiere investigar más detenidamente las diferentes versiones acerca del origen de los seres humanos, para que podamos conocernos mejor.
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