Me sentí muy honrado que alguien como Moisés Hassan, a quien considero un verdadero patriota, me haya invitado para comentar su libro La maldición del Güegüense, en su lanzamiento el pasado 16 de diciembre.
Su activa participación en una lucha guerrillera, que era absolutamente necesaria y además legítima por haber sido la única opción posible para derrocar a la dictadura somocista, y su contribución al más alto nivel dentro de un gobierno que se decía revolucionario, le permitieron a Moisés establecer en esta obra con la objetividad de la vivencia de su acción política desde adentro, juicios y análisis comparativos, de esa figura inescrupulosa e hipócrita del Güegüense, con los jerarcas de la revolución. Personajes que sin ningún rubor se vistieron con el uniforme y las charreteras del tirano derrocado.
Nos relata Moisés en este libro la experiencia vivida en un auténtico baile de máscaras, con la particularidad que todos llevaban la misma careta: la máscara del Güegüense. Donde el sectarismo, la dualidad, la hipocresía, el oportunismo, la mentira y la demagogia disfrazada de pureza resultaban ser, entre otros, los denominadores comunes, del comportamiento de estos comediantes, en el que no existía espacio según las propias palabras del autor, para aquellos que creían en “la sagrada y libre facultad de pensar” y eran, sin embargo, no solamente aceptados, sino acogidos y promovidos, los que faltos de dignidad y autoestima repetían, algunos en público y otros en privado “Dirección Nacional Orden”.
- FELIPE PADILLA RAPPACCIOLI 16 AÑOS. GOLFISTA.
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Tanto el relato histórico de los hechos como de las acciones políticas, así como sus análisis, los presenta Moisés desde el conocimiento, la romántica acción y la lógica deducción de un revolucionario auténtico, que se incorporó a la lucha armada con la convicción y el deseo de ver una patria libre y democrática, donde prevalecieran verdaderos principios y valores éticos y morales que nuestra patria demandaba, y que aún exige con un auténtico sentido de urgencia y que por un elemental sentido de justicia social se privilegiara a la clase más empobrecida y necesitada.
Al no encontrar esos principios y esos valores sufrió Moisés al igual que la mayoría de los nicaragüenses una gran frustración y desencanto, porque estábamos todos convencidos que ese 19 de Julio representaba la alborada de un nuevo orden político, económico y social, con la majestuosa presencia de un sol radiante de ilusión y esperanza, de un futuro mejor para todos.
Moisés se revela en su obra no como el físico y el matemático que es, sino como un escritor analítico que llama a las cosas por su nombre, desnudando de sus atuendos y antifaces a los Güegüenses, incluyendo a la mayoría de la corrupta y prebendaria clase política tradicional, presente en los diferentes gobiernos que hemos tenido, a partir del 19 de julio de 1979, quienes pretenden mantenernos aprisionados y encadenados a los vicios y antivalores por ellos practicados.
El autor sostiene que como forma de escudarse en la impunidad que les da el poder por los delitos cometidos, el matrimonio político y por todos conocido como el pacto entre Arnoldo Alemán y Daniel Ortega, tiene su origen en 1996. Pacto que con su perversidad característica le ha ocasionado un inmenso daño al país y a nuestra población. Todo lo que tocan estos Güegüenses lo contaminan, lo corrompen y lo convierten en verdaderos pantanos sépticos.
Nicaragua se encuentra integralmente entrampada porque políticamente está sometida a la voluntad de estas dos personas, que manejan y controlan de manera absoluta, como si fueran propiedades feudales, sus respectivas organizaciones políticas y los diferentes poderes del Estado; y tienen tanto en los ilimitados recursos económicos como en las concesiones prebendarias y la compra de conciencias, y falsas lealtades, unos fuertes y persuasivos elementos de adhesión política.
Esta obra de Moisés debe ser una lectura obligada para todos los nicaragüenses y ojalá que su lectura permita despertar el patriotismo adormecido en muchos y buenos nicaragüenses que sí existen; para que se incorporen a la acción política por convicción, no por necesidad, para que entre todos los que creemos en principios y valores éticos y morales logremos cambiar los antivalores propios de los Güegüenses; crear esa imperativa e impostergable alternativa política distinta al pactismo; convirtiéndonos todos en factores de ayuda y de cambio para el país y nuestro pueblo, con la clara visión estratégica de convertir a Nicaragua en una verdadera República Democrática.
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A