Muchas veces escuché decir “Cogobierno con el Frente” cuando acompañé a doña Violeta de Chamorro en el primer gobierno democrático de la historia moderna de Nicaragua, y aún después. Pero debo confesar que nunca lo había leído en un libro hasta que lo vi en La maldición del Güegüense , del doctor Moisés Hassan, salido a luz en diciembre.
Lo compré queriendo estudiar los momentos cuando el doctor Hassan fue co-presidente de Nicaragua, miembro de la primera Junta de Gobierno en 1979, una etapa importante en nuestro país, tras la caída de la dictadura somocista.
La curiosidad me llevó a leer primero las partes referidas al período en que me tocó estar adentro de los hechos como Ministro de la Presidencia del 90 al 95. Confieso que lo que leí me pareció muy alejado de la verdad histórica, lo que me motivó a escribir estas líneas en torno al tema central de su argumentación.
La base del doctor Hassan para justificar la existencia de un supuesto cogobierno de doña Violeta con el FSLN es que, al momento de las elecciones de febrero de 1990 “el ingeniero Lacayo y los hermanos Ortega ya habían forjado sólidos vínculos”, según afirma textualmente.
La mejor forma de juzgar el resultado de cualquier gobierno nos la enseñó Nuestro Señor Jesucristo en San Mateo 7-20: “Así que por sus frutos los conoceréis”.
¿Cuáles fueron los frutos del gobierno de doña Violeta?
Es reconocido nacional e internacionalmente que su gobierno trajo la paz, las libertades públicas, la libertad religiosa, la economía libre, el aumento de las exportaciones, la construcción de escuelas, el “Ejército de Nicaragua”, relaciones de amistad con nuestros vecinos centroamericanos, Estados Unidos y el mundo desarrollado, entre otros logros.
¿Tienen estos resultados algo que ver con lo que el gobierno del comandante Ortega le produjo al país durante los diez años anteriores a doña Violeta?
El gobierno de Ortega trajo la guerra, la censura de prensa y la represión, la persecución religiosa, las confiscaciones y la economía estatizada, el colapso de las exportaciones, el “Ejército Popular Sandinista”, el servicio militar obligatorio y la confrontación permanente con Honduras, El Salvador, Costa Rica, Estados Unidos y otros países del mundo libre.
Yo no encuentro ningún parecido entre los frutos de estos dos gobiernos. Son los polos opuestos en todos los casos.
El término cogobierno implica corresponsabilidad. Aseverar que durante el gobierno de doña Violeta existió algún cogobierno implicaría que el FSLN fue responsable, en parte, por la paz, las libertades públicas, la libertad religiosa, la economía libre, el aumento de las exportaciones, la construcción de escuelas, el “Ejército de Nicaragua”, y relaciones de amistad con países amigos que trajo el gobierno de doña Violeta.
Pero eso no tiene ninguna base histórica, ni hace sentido porque si Ortega quiso alguna vez generarle al país los frutos que trajo después el gobierno de doña Violeta, ¿por qué no lo hizo antes, durante los diez años en que ejerció el poder absoluto en Nicaragua junto con los Comandantes de la Revolución?
La conclusión es simple: Nunca hubo tal cogobierno. Si lo hubiera habido habría que admitir que Ortega y los Comandantes del FSLN se dejaron manejar como niños de escuela por doña Violeta y sus ministros hasta aceptar que el país gozara de la paz, las libertades y el progreso que ellos nunca quisieron darle.
Y en lo que respecta a la justificación que utiliza el doctor Hassan, debo decir que antes de las elecciones de febrero de 1990 nunca conocí personalmente ni crucé palabra alguna con ninguno de los hermanos Ortega. Los Comandantes eran como dioses del Olimpo, subidos en altas tarimas, alejados de los simples mortales que éramos los empresarios sujetos a carceleadas injustificadas y caprichosas confiscaciones.
En mi caso me tocó sufrir confiscación de 1982 a 1987, pero logré revertirla porque nunca salí al exilio, como erradamente afirma el doctor Hassan. Recurrí ante la Corte Suprema de Justicia que finalmente, durante la presidencia del doctor Alejandro Serrano Caldera, me dio la razón.
Y en honor a la verdad histórica, tampoco fui “expulsado de las instalaciones de GRACSA a puntapiés por una turba de exaltados trabajadores” al momento de la confiscación, como afirma el doctor Hassan. Salí por tres guardas de seguridad que me encañonaron con su fusil de reglamento y me mandaron abandonar mi oficina en Chinandega “por órdenes superiores”, las que luego supe habían bajado directamente de la Casa de Gobierno, la Presidencia de aquel entonces.
La esencia del güegüense es la mentira y la manipulación. En lo que respecta al período de doña Violeta, el libro del doctor Hassan es una típica creación güegüense. Si eso es lo que pretendía hacer, ciertamente lo logró.
El autor fue Ministro de la Presidencia en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro.
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