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ALGUNAS DE LAS OBRAS de la colección Cortázar han sido restauradas en otros gobiernos, contando con el apoyo de países como Chile en 2006. LA PRENSA/ARCHIVO

Museo Cortázar, memorias de un tesoro embodegado

Hay ahí supuestamente obras de Arnold Belkin, Rufino Tamayo, Oswaldo Guayasamín, Wilfredo Lam y Orlando Sobalvarro. Y también de Leoncio Sáenz y Leonel Vanegas.

Hay ahí supuestamente obras de Arnold Belkin, Rufino Tamayo, Oswaldo Guayasamín, Wilfredo Lam y Orlando Sobalvarro. Y también de Leoncio Sáenz y Leonel Vanegas.

[doap_box title=”Despojos y pérdidas irreparables” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

  • La escritora Mercedes Gordillo y Carlos Mántica podrían llenar una galería de recuerdos contando lo mal que se han manejado los tesoros culturales en el país.
“Como un relato histórico —dice Gordillo— quiero agregar que el gran poeta Ernesto Mejía Sánchez, que residía en Madrid como embajador de Nicaragua en España, hizo una solicitud a los más distinguidos y famosos artistas españoles, incluyendo a (Antoni) Tàpies, (Joan) Miró, entre otros. Se trataba de grabados, o sea obras sobre papel, las cuales fueron colocadas en el sótano del Teatro Rubén Darío”, cuenta.

Según Gordillo, una inundación del lago Xolotlán acabó con el tesoro también embodegado.

Carlos Mántica Abaunza, en cambio, recuerda que en la vieja casa de su familia nunca vio al Museo Julio Cortázar funcionando, pero sí a la Dirección de Patrimonio en un tiempo.

“Sólo una vez estuve ahí. Vi algunas cosas. Miré colecciones de cerámica indígena que las tenían en el sótano. De repente se cerró. Pasó años cerrado. Nunca supe en manos de quién quedó esa cerámica”, cuestionó el empresario conocido como un mecenas del arte nacional.

Mántica va más allá. “Yo estuve también, pero no sabía que era lo mismo (se refiere a las obras de la colección Cortázar) una vez en el Palacio Nacional. Otras están en un cuarto totalmente descuidadas, una cantidad donde estaban revueltas las grandes obras con pinturas sin mayor valor. Eso es criminal. No creo que se vuelva a reconstruir un patrimonio así. A uno se le quitan las ganas de hacer donaciones, porque en el proceso se pierden”.

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La colección Julio Cortázar suma dos mil obras, confiesa en un correo electrónico Clemente Guido, codirector del Instituto Nicaragüense de la Cultura (INC).

Según Guido, están en buen estado, algunas incluso en proceso de restauración. “Están en una bodega especial. Están completas y a resguardo de la Dirección de Patrimonio Cultural de Nicaragua. Durante varios años se han venido restaurando, pero ese proceso todavía no concluye”, explica.

La suerte que han corrido las obras en realidad se desconoce. Carlos Mántica Abaunza, de 75 años, se queja de que ni siquiera se ha hecho público el inventario de la colección.

“Es el momento para pedirlo. El artista tal puede decir yo doné el cuadro tal en tal fecha, y si no aparece puede preguntar qué lo hicieron”, sugiere.

El tema volvió al tapete después que la Administración del Presidente Daniel Ortega decidió instalar el museo urbano de Managua donde estaba el Museo Julio Cortázar. Muchos se preguntan en qué situación está este museo embodegado.

HISTORIA DE UNA CASA

Pero antes del museo existió la casa donde habrá de tomar forma la idea del futuro museo urbano. La mansión, ubicada en la calle El Triunfo, en el antiguo centro histórico de Managua, fue alguna vez de la familia Mántica.

Se trata de una obra de arte por la que el patriarca de los Mántica, Felipe, sentía mucha devoción. “Cada año, cuando mi padre viajaba a la Feria de Milán, compraba lámparas, muebles y otros elementos decorativos que fueron embelleciendo la casa a lo largo de los años”, recuerda Mántica Abaunza.

Y así se van sumando los recuerdos. Amargos, algunos. El padre, con casa por cárcel, después que Somoza García declaraba la guerra a Alemania en aquellos años en que expropió a alemanes y se ensañó también con los italianos como los Mántica.

La mansión construida en 1939 por el ingeniero Julio Cardenal Argüello tiene tres plantas. La familia la perdió tras el triunfo de la Revolución que nacionalizó la banca y exigió el pago inmediato de los créditos. Los Mántica dieron la casa como abono, pero llamaron al nuevo Ministro de Cultura para sugerirle que ahí instalaran un museo, tal como ellos querían hacer antes que les cobraran.

EL PROYECTO DEL MUSEO

Así se hizo. Ahí se instaló la Dirección de Patrimonio y luego el Museo Julio Cortázar. La escritora Mercedes Gordillo tuvo la idea.

Después del triunfo de la Revolución se acercó al poeta Ernesto Cardenal y se lo propuso. Lo autorizó sin miramientos.

El plan Gordillo podía ejecutarse. El público apreciaría por fin las obras de grandes maestros como Rufino Tamayo y José Luis Cuevas, de México. O de Fernando Botero, de Colombia.

A la lista podrían sumarse Fernando de Zyzlo (Perú), Guillermo Trujillo (Panamá) y Elma Rojas (Guatemala).

“Mi intención fue formar un museo de arte latinoamericano de la más alta calidad y categoría, asunto que aún hoy es escaso en el continente. Pero la Revolución gozaba de mucho prestigio en ese momento y los artistas estaban muy dispuestos a ceder gratuitamente una obra para el proyecto”, se acuerda la escritora.

En 1980 Gordillo y su esposo Alejandro Aróstegui tuvieron que salir a México. La nombraron consejera cultural de la embajada de Nicaragua y el proyecto quedó abandonado hasta 1982, cuando regresaron.

El Museo Julio Cortázar era dirigido entonces por la chilena Carmen Waugh, a la que el poeta Cardenal recuerda pidiendo obras en el extranjero. Para Gordillo, algunas de ellas tenían poca calidad.

Como Waugh quería irse del país, Cardenal le propuso a Gordillo convertirse en subdirectora del museo. Ocupó el cargo.

En ausencia de la chilena, Gordillo recibió la orden de empacar las pertenencias más valiosas de la Revolución, porque “se esperaba una invasión de Estados Unidos”. Y ahí vino la sorpresa: Pidió un inventario que nunca le dieron. Sólo le alcanzaron un cuaderno con anotaciones de Waugh que ella consideró inapropiadas.

“Yo investigué entonces que mucha de la obra donada se encontraba en los despachos de altos funcionarios del Gobierno y en la casa de habitación de la misma Waugh. Después de esta frustración decidí retirarme”, revela Gordillo.

Saldría después. La acusarían de contrarrevolucionaria y tendría que imponerse un autoexilio en San José, Costa Rica.

Nacionales INC Patrimonio Cultural Nicaragüense archivo

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COMENTARIOS

  1. Serenata Pálida
    Hace 14 años

    Y de dónde resultó la señora Gordillo experta en Arte Moderno, Antiguo o Contemporáneo. Apenas llegó a mercadear en Tagüe, y escribir cuartillas malogradas en los diarios nacionales. Mejor que siga como Beata promesante. Para ella ninguna obra tiene valor o calidad artística, sólo la obra de Aróstegui, su cónyuge, está en el pináculo de la gloria. Aunque para muchos sólo sean latas de manteca Ámbar pegados a un playwood. Eso lo hace cualquier chavalo de primaria.

  2. Augusto
    Hace 14 años

    Que tristeza y hasta falta de cultura de nuestras autoridades con semejante patrimonito. Se deberia exigir un inventario y ademas que se averigue en manos de quienes estan muchas de esas valiosas obras, veran que sorpresa!

  3. El gueguense
    Hace 14 años

    Senores! creo que no estamos para juzgar a nadie, creo que la senora Gordillo tiene sus meritos, y como humana tiene aciertos y desacierto. Lo importante es saber donde estan las obras, que Luis Morales no vendio en Gutierrez Fine Arts in Miami y eso se lo puedo probar este es mi correo [email protected]
    Senor Morales yo lo reto a que usted publicamente me diga a mi si no vendio obras de toledo y de muchos artistas latino en Paris en la galleria de Gutierrez fine art, in coral gables.

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