Durante algunas semanas he seguido el debate público sobre la compra-venta de Canal 8, sobre todo por el secretismo con que se manejó esta transacción comercial de un medio de comunicación social, en el que se transmitían espacios privados críticos a la política gubernamental como Esta Noche y Esta Semana , del periodista Carlos Fernando Chamorro.
La polémica alrededor de la venta de este Canal televisivo se plantea, primero por el secretismo con que se dio la compra cuando todo apunta que supuestamente fue el Gobierno a través de los fondos de Albanisa, dinero que debería ser supuestamente para aliviar el estado de pobreza que vive el país.
Segundo, porque no vemos ninguna institución estatal investigando dicha transacción, a pesar de que es dinero que según el presidente Daniel Ortega ha dicho y repetido hasta la saciedad, es del pueblo.
En tercer lugar vemos la complicidad también de sectores no gubernamentales como el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), cuando oímos a su presidente José Adán Aguerri decir que las relaciones con el Gobierno, “están mejor que nunca”. Me pregunto: ¿acaso sólo les interesa resolver ciertos negocios con el Gobierno? ¿La cúpula del Cosep no piensa en el pueblo nicaragüense que es rehén de un gobierno que solamente le interesa aumentar su patrimonio familiar? La verdad es que son una gran decepción para el pueblo, estos líderes empresariales.
El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, decía hace pocos días que “la dictadura es una tentación en Nicaragua, llena de caudillos que conducen al país como una hacienda”, lo que considero completamente correcto por parte de nuestro guía espiritual.
Monseñor Báez instó al pueblo católico a “no quedarnos de brazos cruzados viendo cómo la nación entra en un caos por violaciones de leyes nacionales. Cuando todos desde nuestras diferentes funciones podemos construir una sociedad diferente”, explicó.
Yo sinceramente alabo la decisión de Carlos Fernando Chamorro de salir de Canal 8 por cuestión de principios, algo que se ha perdido en los distintos estratos de la sociedad, sobre todo en la clase política, estatal y económica del país.
Sobre todo cuando vemos que durante tres años de gobierno de la pareja Ortega-Murillo, solamente le han recetado al periodismo nacional el hermetismo en el manejo de la información gubernamental, que es una violación constitucional y a la Ley de Acceso a la Información, el atropello verbal y físico a muchos colegas durante el desempeño de su labor, el chantaje a los medios independientes a través de la publicidad del Estado, lo que ha provocado el cierre de centenares de espacios radiales, televisivos y escritos; entre otras amenazas a la libertad de prensa y expresión en Nicaragua.
Cabe admitir que la salida de los programas de Carlos Fernando Chamorro, de Canal 8, perjudica más que a nadie a la población nicaragüense porque poco a poco se van perdiendo opiniones críticas a un gobierno autoritario que lo único es taparle la boca a los hombres y mujeres de prensa, por diferentes vías que se quedó con el discurso y el casete de la década de los ochenta.
Vemos cómo el Cosep prefiere defender sus bolsillos, es decir, los de unos pocos, que enfrentar al Gobierno cuando quieren crear monopolios en los medios de comunicación como la radio y la televisión. A estos líderes empresariales no les importa un pueblo que necesita construir una sociedad distinta para heredar a las futuras generaciones. El futuro de Nicaragua cada vez se ve más gris con estos líderes de los diferentes sectores. ¡Dios salve a Nicaragua!
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