El primer mes de 2010 fue un ejemplo clásico de cómo el partido gobernante manipula a su gusto y antojo a la oposición y ésta, o éstas, pues no se puede hablar de una sola, reaccionan sin ninguna coordinación, como hormigas locas huyendo del estruendo de un zapatazo y que su instinto les dice que pone en peligro sus vidas, pero nada más.
No terminaba de regresar el Estado de sus largas vacaciones de fin de año cuando el compañero comandante pueblo presidente Daniel emitía el “decretazo” que según él prorroga en sus cargos a los funcionarios de otros poderes del Estado cuyo período se vence este año.
Salieron entonces las hormigas locas con un proyecto para anular el “decretazo” desde la Asamblea Nacional, pero no habían terminado de fracasar en ese intento cuando sacaron otro que de todas maneras es imposible de lograr porque los votos no dan: el proyecto para destituir al Presidente.
Pero tampoco terminaron ese proyecto, mientras por su parte el compañero comandante pueblo presidente Daniel empezó a remover viejos casos judiciales, reales o inventados, contra Arnoldo Alemán y Eduardo Montealegre y las hormigas locas hicieron lo propio sacando un proyecto de ley de amnistía para “proteger” a Alemán y Montealegre del obvio chantaje judicial.
Quién sabe si éste, igual que los otros, se quedará también en proyecto, pues las hormigas locas no se ponen de acuerdo en cuanto a quiénes debe cubrir esa amnistía. Además, como muestra de sus bandazos, la verdad es que este proyecto ha estado en el tapete antes y quedó engavetado. Si lo hubieran aprobado la primera vez, no estarían en estas carreras, pero así son estas hormigas locas.
Y así ha sucedido desde que Ortega llegó al Poder. Los ejemplos abundan. En noviembre de 2008 Ortega se robó las elecciones y las hormigas locas dijeron que sacarían una ley para anular esas elecciones. ¿Dónde está esa ley? Lo único que yo veo es a los alcaldes puestos por el fraude abusando del erario en los cargos a los que nunca debieron haber llegado.
La diferencia entre el orteguismo y las oposiciones es evidente. El orteguismo tiene un objetivo: perpetuarse en el Poder y aprovecharlo para enriquecerse, para eso tiene metas de corto y mediano plazo. La de corto plazo debe permitirle mantener el control de las instituciones de la República para que no le limiten el poder y la posibilidad de acumular riqueza al amparo de éste. La meta de mediano plazo es alcanzar la reelección (a como dé lugar). Para lograrlo, el compañero comandante pueblo presidente Daniel tiene sus estrategias bien definidas.
En el otro campo, la oposición debería tener lo mismo. Idealmente el objetivo debería ser asegurar que los nicaragüenses puedan confiar en las instituciones y la Ley, que tengan confianza en que su voto vale y que se sienten las condiciones para el desarrollo económico, social y político que creará finalmente ciudadanía.
Para lograr ese objetivo deberían tener como meta de corto plazo y sin distraerse por las acciones de Ortega, lograr la mejor elección posible de las personas que dirigirán las instituciones estatales de acuerdo a los objetivos arriba expuestos. Y como meta de largo plazo deberían lograr un cambio de gobierno y que los futuros gobernantes permitan el desarrollo económico y la creación de ciudadanía.
Sin embargo, estas oposiciones, igual que las hormigas locas, parecen genéticamente incapaces de articular sus acciones y a lo más que pueden aspirar es a tropezarse, en su frenético y atolondrado actuar, con las migajas que deja caer el orteguismo.
La situación es clara y si no cambia, Ortega va a cosechar más “victorias”, no porque tenga el apoyo del pueblo o porque sea un buen presidente, sino porque tiene enfrente oposiciones ineptas que han contribuido a crear una población (no ciudadanía) que está adormecida por el hastío y la desconfianza, lo que le permite al aspirante a dictador hacer lo que le dé la gana.
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