Me ha comentado un lector que en el diario Hoy del sábado 20 de marzo corriente, se publicó una fotografía de la Acrópolis de Atenas, Grecia, en cuyo pie se escribió que: “También es conocida como Cecropia en honor del legendario hombre-serpiente “Cécrope” el primer rey ateniense”.
En realidad, como sucede con casi todos los mitos y leyendas hay distintas versiones sobre este personaje. Y una de ellas dice que Cécrope, el fundador legendario de Atenas, era hijo de Gea, la Madre Tierra, y que su cuerpo era mitad hombre y mitad serpiente.
Según otra leyenda Cécrope llegó de Egipto y se estableció en la región del Ática. Allí fundó una ciudadela a la que llamó Cecropia y comenzó a formar la ciudad que fue llamada Atenas, en honor de la diosa Atenea. Pero cualquiera que fuese el origen de Cécrope, las leyendas sobre la fundación de Atenas son coincidentes en que fue ese personaje legendario el que la fundó.
Al establecerse en el Ática Cécrope se casó con Aglaure, hija de Acteo, quien era el jefe o rey de una de las principales tribus de esa región. Fortalecido con este matrimonio, Cécrope unió a todos los pueblos de la zona, pero no por medio de la fuerza y la guerra, sino con sabiduría, persuasión, buenos consejos y mejores obras.
Cécrope reunió a todas las tribus y clanes que estaban dispersos en los bosques, los asentó en doce cantones y eligió de entre ellos un senado (o sea una asamblea de los hombres más viejos, sabios y prudentes), para que los gobernara y administrara la justicia.
Cécrope también le dio forma y reglas a la religión e instituyó el culto a Zeus, al que llamó dios supremo o altísimo. Además, hizo que la gente sustituyera los sacrificios de seres humanos en los altares, con los de animales, primero, y después con ofrendas de trigo, frutas y flores. O sea que Cécrope hizo en la mitología griega lo mismo que el patriarca Abrahán en la primitiva religión hebrea: abolir los sacrificios humanos.
Después que la gente aceptó las nuevas formas de religión, Cécrope pasó a dictar las nuevas leyes. Y la primera de ellas fue la del matrimonio, con la cual le dio solidez a la sociedad que hasta entonces estaba disgregada en grupos humanos carentes de responsabilidad y cohesión familiar.
Más adelante Cécrope instituyó el censo o empadronamiento de los habitantes, y llegó a anotar en sus registros hasta un total de veinte mil súbditos.
Cuando ya la ciudad se había formado alrededor de la fortaleza o ciudadela que él mismo llamó Cecropia, Cécrope decidió consagrarla a uno de los dioses, como era la costumbre, y les pidió que decidieran quién debía ser. Atenea, hija de Zeus y diosa de la sabiduría quería ser la madrina de la nueva ciudad, pero el honor también lo pretendió Poseidón, hermano de Zeus y dios de los océanos.
En virtud de la competencia entre las dos poderosas divinidades, Zeus decidió que quien le diera a la gente el don más preciado, sería el patrón de la nueva ciudad y ésta llevaría su nombre. Entonces Poseidón dio el caballo y Atenea el olivo. Ambos dones eran sumamente valiosos, pero Zeus estimó que más importante para los humanos sería el olivo. De modo que Atenea ganó la competencia.
Por eso es que desde entonces se llama Atenas aquella ciudad que desde su origen estaba destinada a ser gloriosa, más por sus artes, ciencias y la inteligencia de sus habitantes, que por sus guerras y conquistas militares.
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