14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El doctor Isidro Valle prepara la dosis diaria de insulina que debe aplicarle a Jeshua Urroz, en el Hospital “La Mascota”. LA PRENSA/ A. MONTANO

La batalla diaria de los niños con diabetes

El resto de la mañana debe transcurrir con normalidad, hasta que llegue el mediodía y haya que pinchar el dedo nuevamente.

Cada día comienza con un pinchazo en el dedo. La gota de sangre que sale del pulgar indica los niveles de glucosa que deben ser anotados en un cuaderno de control. Con otro pinchón, esta vez en el brazo, las piernas o alrededor del ombligo, se aplica la dosis diaria de insulina y después viene un desayuno bajo en carbohidratos y grasas.

El resto de la mañana debe transcurrir con normalidad, hasta que llegue el mediodía y haya que pinchar el dedo nuevamente.

A sus 4 años Jeshua Urroz ya está bastante acostumbrado a esta tediosa rutina. Él es uno de los más de 500 niños diabéticos que son atendidos en el Hospital Manuel de Jesús Rivera “La Mascota”, de Managua. Para que Jeshua pueda llevar un estilo de vida normal, o al menos que se acerque, tiene que someterse a ese estricto control médico y nutricional.

Jeshua padece diabetes tipo uno, también conocida como diabetes juvenil, diabetes de los niños o diabetes insulinodependiente.

Un padecimiento que se caracteriza por la falta absoluta de producción de insulina por parte de las células beta del páncreas y que, a diferencia de la diabetes tipo dos —que es causada por obesidad o en personas con factores de riesgo— su causa aún no está determinada científicamente, según explicó el doctor Alfonso Matus, pediatra endocrinólogo del Hospital “La Mascota”.

Este jueves Jeshua está otra vez en el hospital, pero en esta ocasión para una cita de rutina. Este pequeño de ojos grandes y vivos no ha permanecido quieto desde que llegó al consultorio. Si no está abriendo la puerta o corriendo de un lado a otro, está tocando los expedientes del resto de pacientes.

Su madre, Mercedes Urroz, sólo ríe de las travesuras y se siente feliz de que su hijo esté saludable. Hace un par de años temió por la vida de su pequeño.

“El niño comenzó a presentar calentura, me lo llevé al Hospital Militar y ahí me dicen que le van a hacer una prueba de dengue y me le sale que tiene una faringoamigdalitis. Entonces le dieron antibióticos y así estuvimos por casi dos semanas, pero no le bajaba la calentura. Entonces yo me desespero porque comienza a orinar y a orinar y comenzó a bajar de peso y beber demasiada agua”, relató Urroz.

A Jeshua le faltaban las energías, permanecía dormido y no reaccionaba. Entonces la desesperación, el llanto y la impotencia se apoderaron de su madre. Ante las insistencias, le cambiaron al médico y éste le confirmó que se trataba de un caso de diabetes y que la situación se estaba tornando grave.

“Me mandaron corriendo a emergencias y nos pasaron directamente a cuidados intensivos, ahí le diagnosticaron una cetoacidosis, que es cuando está bastante complicado y en el primer examen de orina tenía el azúcar a 800 (miligramos por decilitro)”, comentó la madre. A partir de ahí comenzó su calvario.

EL DEBUT

Esos síntomas que presentó Jeshua son las señales comunes de alarma para sospechar de la diabetes.

El doctor Alfonso Matus indica que se trata de una situación grave y es con la que la mayoría de niños nicaragüenses afectados “debutan”, como se le llama regularmente cuando el paciente presenta los síntomas y se le detecta la enfermedad. Lamentablemente, los síntomas aparecen cuando ya se han destruido cerca del 80 por ciento de las células beta del páncreas.

Además hay que sumarle los cambios de carácter y una pérdida rápida de peso. Pero también existe otra forma de presentación, que es más lenta, que puede durar de tres semanas a tres meses, en que el niño va experimentando adelgazamiento progresivo, la misma sed intensa e ingesta de líquidos y a la vez mucho cansancio. Las edades para debutar oscilan entre los seis meses a los 17 años.

[doap_box title=”Las señales de alerta” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

  • La Universidad Católica Redemptoris Mater (Unica) presentó en noviembre del año pasado, en la conmemoración del Día Mundial de la Diabetes, un taller donde el tema principal fue “Entienda la diabetes, conozca los síntomas de alerta”.
El doctor Manuel de Jesús Sánchez, docente de la Facultad de Medicina de la Unica, explicó que existen tres señales básicas para detectar la diabetes; lo que ellos conocen como la tríada característica:

Polifagia: El niño come en repetidas ocasiones y en cada momento manifiesta que tiene hambre.

Polidipsia: Sed excesiva y consumo de líquido frecuente.

Poliuria: Es la más llamativa, el niño comienza a manifestar aumento en la frecuencia de orinar.

Sin embargo, también hay otros indicadores, como trastornos del crecimiento y el desarrollo, es decir el niño no crece normalmente, presenta angustia, dolores de cabeza, mareos e incluso puede convulsionar.

El médico debe hacer una valoración del paciente y luego confirmar la diabetes con un examen de glucemia.

La diabetes sería positiva si sobrepasa los niveles normales de glucosa que son de 70-100 miligramos por decilitro.

LA ALIMENTACIÓN ES CRUCIAL

Martha Justina González, dietista y especialista en nutrición, asegura que la dieta de un diabético no es diferente a la dieta balanceada recomendada para todos.

Según dice la clave está en los tipos de alimento, regular las cantidades y el horario de alimentación.

La dieta del diabético debe ser personalizada, pues las cantidades y tipos de alimentos dependerán de lo que el paciente haya comido anteriormente y de lo que comerá después, así como el ejercicio físico que realice y la cantidad y tipo de insulina que se aplica.

La experta en nutrición recomienda que si una persona usa insulina, debe comer 30 minutos después de aplicársela. Sin embargo ese tiempo puede variar según la insulina. Además asegura que necesitan comer meriendas a media mañana, a media tarde y antes de dormir.

Lo que coma, cuánto y cuándo lo coma dependerá de las medicinas que tome y de la cantidad de ejercicio que haga. Planificar un horario fijo para las medicinas, las comidas, meriendas y actividad física “es lo que da mejor resultado”, asegura González.

El autocontrol de su glucosa es fundamental para decidir respecto a las comidas. Si su glucosa está en límites ideales podrá comer las cantidades indicadas por su nutricionista. Si está por encima de los límites deberá disminuir los alimentos.

[/doap_box]

Una vez que la enfermedad es detectada, el paciente es tratado únicamente con insulina y una alimentación adecuada, si se trata de diabetes tipo uno. Además tiene que hacerse cuatro exámenes de glucemia capilar al día: antes del desayuno, antes del almuerzo, antes de la cena y a las diez de la noche. Los resultados deben anotarse en un cuaderno de control.

“Esto permite visualizar cómo está la glucemia durante el día y permite al paciente visualizar cómo está el comportamiento de su diabetes”, aseguró el doctor Matus, quien también señaló que la calidad de vida del paciente dependerá del adecuado control y alimentación.

ETAPA CRÍTICA

Sin embargo, la adolescencia es una etapa crítica. Según el doctor Matus, hay jóvenes muy rebeldes que no quieren hacerse los exámenes o no quieren ponerse la insulina. Además es una edad donde el joven comienza a beber, a fumar o a salir a fiestas.

Estos comportamientos pueden traer dos tipos de complicaciones. Unas tempranas, como la hipoglucemia (bajones de azúcar) y cetoacidosis diabética (complicación que se presenta cuando el cuerpo no puede usar el azúcar como fuente de energía).

Eloísa Coulso, originaria de Bluefields, junto a su hijo Kerill. LA PRENSA/A. MONTANO

Pero también puede acarrear complicaciones tardías como la retinopatía diabética, que si es muy severa puede dejar ciego al paciente; nefropatía diabética, que puede desencadenar insuficiencia renal crónica.

Este jueves también llegó a consulta Inés González, de 16 años, quien cursa el cuarto año de bachillerato y que desea convertirse en odontóloga.

Inés también es diabética del tipo uno y fue diagnosticada hace un par de años. Su madre, María Luisa González, no podía creer el resultado del diagnóstico. “Para mí era una enfermedad que sólo a los viejos le daba, a los gordos y de más de 40 años. Para mí la diabetes juvenil era una enfermedad desconocida”, expresó.

Aunque se encuentra en la edad crítica. Inés no calza dentro de la definición de rebeldía a la que hizo referencia el doctor Matus. Aunque su vida cambió drásticamente y tuvo que abandonar uno de sus mayores placeres: el chocolate, la joven lleva un estilo de vida propio a su edad.

Con la única diferencia que no consume azúcar, no come entre comidas y se sirve el desayuno, el almuerzo y la cena en un horario de exactitud inglesa: 6:00 a.m., 1:00 p.m., 7:00 p.m. y a las diez de la noche tiene derecho a un vaso de leche o un pedazo de queso.

NO PElEAR CON EL “MONSTRUO”

Esta mañana el doctor Matus no tiene pacientes. Los 15 niños y adolescentes diabéticos que están en consulta son atendidos por el doctor Isidro Valle, también pediatra endocrinólogo. Valle ha convertido el consultorio en un salón de terapia grupal, donde además de hacer reír a los niños les explica con ejemplos divertidos cómo deben manejar la enfermedad.

“Él explica que todos vivimos lo mismo, entonces los casos, las consultas y las experiencias de uno, le sirven a los otros”, expresó Mercedes Urroz, madre de Jeshua.

En esta oportunidad, el doctor Valle habla de dejar de luchar con la diabetes, que la única manera de sobrellevarla es considerarla una condición más de la vida.

Valle comparó la enfermedad con un monstruo; la comparación hizo reír a Jeshua. “Háganse amigos de su monstruo. Si se hacen amigos de él, ya no va haber a quién tenerle miedo, ni con quién pelear”, dijo el doctor.

COSTOSO TRATAMIENTO

Pero cuando se habla del aspecto económico, a Mercedes Urroz el monstruo se le hace grande y agresivo. Aunque las dosis de insulina las asegura de manera gratuita el Ministerio de Salud (Minsa) se necesitan glucómetros para hacer los controles diarios, se necesitan las cintas reactivas y se necesitan los medicamentos en casos de complicaciones.

Mantener a un paciente diabético puede significar un gasto de cerca de 400 dólares mensuales.

Inés González, como todos los diabéticos, debe hacerse la prueba de glucemia cuatro veces al día. LA PRENSA/A. MONTANO

Aura Castro es la presidenta de la Asociación de Padres con Niños y Jóvenes Diabéticos de Nicaragua, un gremio que nació hace 19 años con la idea de paliar un poco los costos económicos que significa el tratamiento y control de un diabético.

Desde hace ocho años, cada 14 de noviembre, cuando se celebra el Día Mundial de la Diabetes, realizan un telehablatón para recaudar fondos. Sin embargo, nunca han logrado llegar a la meta.

El año pasado lograron recaudar un poco más de 350 mil córdobas, cuando la meta era de tres millones.

Estos fondos han sido invertidos completamente en la compra de cintas reactivas, jeringas, lancetas que ocupan para medir las muestras de sangre, medicamentos para la gastritis y la tiroides y también para algunos gastos fúnebres, de pequeños pacientes de escasos recursos.

Castro comenta que hay un subregistro de pacientes a nivel nacional, que las condiciones económicas les impide a los padres que viven en las zonas lejanas del país traer a sus hijos a Managua, entonces están siendo tratados en los centros de salud y ahí llevan todas las de perder, porque no los atienden los especialistas.

Castro confirmó que en lo que va del año, han muerto dos pacientes a causa de la diabetes. Ambos estelianos: uno de 25 años y otro de ocho años que presentó serias complicaciones renales. El año pasado murieron 12 pacientes.

Pero a diferencia de Jeshua y de Inés, quienes ya han terminado su consulta y se dirigen a sus casas, Jessica Granados, de 12 años, tiene 15 días que no ha ido a la escuelita en la comunidad Piedras Lisas, en Chontales, de donde es originaria.

Tiene 15 días desde que le diagnosticaron diabetes tipo uno y tiene 15 días de estar internada en uno de los cuartos del Hospital “La Mascota”.

En la habitación contigua, Eloísa Coulso teje un mantel con un ovillo de lana amarilla. Desde la silla ve pasar las horas y ve a su hijo Kerill postrado en una cama. Desde el martes llegó al hospital presentando un cuadro con todos los síntomas de la diabetes. Kerill, quien acaba de cumplir los 15 años, ha perdido demasiado peso, tiene problemas cardíacos y según su madre, los médicos sospechan que tenga problemas de tiroides.

En las Instalaciones del Hospital “La mascota”, en Managua,  se habilitó un espacio para la Asociación de Padres de Niños y Jóvenes Diabéticos. LA PRENSA/A. MONTANO

A partir de ahora, y una vez que sean dados de alta, tanto Kerill como Jessica tendrán que acostumbrarse a pincharse el dedo cuatro veces al día, a inyectarse la insulina en el brazo, las piernas o alrededor del ombligo y a cumplir un régimen alimenticio que les asegure llevar el nivel de vida de un adolescente normal.

Los costos del tratamiento

A continuación un total aproximado, por el orden de los 337  dólares al mes, de los medicamentos para el tratamiento de la diabetes tipo uno. No se incluyen otras enfermedades que casi siempre acompañan al niño diabético.

3frascos de insulina NPH: 64 dólares.

2 frascos de insulina regular: 44 dólares

1 Glucómetro: 90 dólares

3 cajas de 50 cintas para medir la glucemia: 135 dólares. Se necesitan 4 cintas al día.

2 cajas de 50 tiras para medir la orina: 69 dólares

1 caja de lancetas: 8 dólares

1 caja de 100 jeringas para insulina: 15 dólares.

Nacionales diabetes niños diabeticos archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí