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“La salida es un referéndum”

López fue secretario de relaciones internacionales del FSLN en los años de la revolución y fue uno de los pocos que se mantuvo en el puesto durante toda la década, hasta que perdieron las elecciones presidenciales en 1990.

Julio López Campos analista político

Fotos de La Prensa/Bismarck Picado

En los últimos años Julio López Campos se ha desarrollado como analista y comentarista político, sobre todo de los temas relacionados con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido político del que fue parte en la década de 1980.

López fue secretario de relaciones internacionales del FSLN en los años de la revolución y fue uno de los pocos que se mantuvo en el puesto durante toda la década, hasta que perdieron las elecciones presidenciales en 1990.

Conoce muy bien al partido, también conoció muy bien a Daniel Ortega, pero desconoce al Daniel Ortega de ahora, el Presidente.

“El poder ciega”, dice López Campos, y Ortega tiene una pasión tan desmedida por el poder que para satisfacerse ha recurrido al control absoluto de las instituciones del Estado, pero no sólo eso, a través de su nuevo poderío económico, Ortega también ha ido sometiendo a diversos sectores de la sociedad.

Para poder frenar el avance de ese control que para el analista no es más que la muestra de un régimen absolutista, habría que aprender a llevarle el juego a Ortega.

Para López Campos ya no basta con repetir “No a la reelección”. Lo mejor que se podría hacer es proponer un referéndum en el que el Presidente pregunte a la ciudadanía si está de acuerdo o no con que él sea Presidente por tercera vez.

Pero mientras esa idea se vuelve realidad, el Frente Sandinista de Daniel Ortega trata de apaciguar con la fuerza de los garrotes y los morteros de jóvenes a sueldo a todo aquél que se atreva a refutarlo.

¿Usted cree que Daniel Ortega esté consciente de su actuar?

El poder obnubila, ciega, pero al mismo tiempo da muchísima experiencia y si uno quisiera ser ingenuamente optimista y se pusiera a pensar que en un determinado momento Daniel Ortega quisiera hacer un viraje a la izquierda para corregir esto, la pregunta sería: ¿Se lo permitirían todos los que son partícipes y cómplices de lo que se ha construido hasta ahora?

¿Si el Frente Sandinista ya no es izquierda, qué es ahora?

Por eso propongo (llamarle) “absolutismo democrático”. Desde nuestra perspectiva, desde nuestro enfoque histórico, la verdadera transformación pasa por una transformación económica y social que después se ve reflejada en las instituciones, pero Daniel no ha hecho absolutamente ningún cambio. Por ejemplo, la economía de Nicaragua sigue enchufada al Fondo Monetario internacional aunque en su discurso él dice otra cosa.

O sea que su discurso es alejado de la realidad.

Vos no podés basar el poder del poder únicamente con el poder económico, militar o la sumisión de las instituciones políticas. Necesitás un discurso, un mensaje, dirían ustedes los comunicadores.

La gente tiene que creer en algo y entonces él ha hecho una mezcla extraña, ha prestado el discurso de las fuerzas progresistas de América Latina para acercarlo a una parte de las bases políticas del país y por otro lado ha hecho una alianza conservadora con (el cardenal Miguel) Obando para otra parte de la sociedad… hace concesiones criminales como la que hizo con el aborto terapéutico, hace alianzas con un sector fundamentalista y prebendario de pastores protestantes, vincula un discurso ideológico para cada sector porque necesita un mensaje y por eso “Cristo va, Cristo viene”.

¿Cómo describe la crisis actual en Nicaragua?

Para responder a esa pregunta debemos tener claras tres premisas. Uno, necesitamos tener una idea clara de la evolución de las instituciones políticas en el país, desde el colapso total de la institucionalidad en Nicaragua con el derrocamiento de la dictadura de los Somoza. Pero, ¿dónde está la institucionalidad democrática del país hoy?

Segundo, necesitaríamos precisar cuáles son las transformaciones económicas y sociales más importantes que están caracterizando la evolución económica del país. Y la tercera, cuál es el marco global en el que todos estos elementos se están desarrollando. Obviamente no podemos hacer todo eso en esta entrevista, pero tratemos de hacer una caracterización del régimen con los aspectos que acabo de describir.

Para tratar de definir el régimen nicaragüense se usan varios conceptos. Sin lugar a dudas éste es un régimen extraño. Podría perfectamente ser caracterizado como un absolutismo democrático. Por su origen es un régimen democrático, es la expresión de la voluntad popular aunque no haya sido la mayoritaria, pero fue el resultado de una elección que no recibió ningún cuestionamiento.

Pero cuando nos preguntamos cómo se administra el poder, cómo se ejerce el gobierno, nos encontramos con algo totalmente divorciado de la democracia. Por la forma en que ejerce el poder es un régimen absolutista, es un régimen que opera más allá de la Ley, no tiene ninguna forma de contrapoder, no tiene límites, es realmente un poder absoluto y ejercido absolutamente por Daniel y su compañera (Rosario Murillo).

¿Con todos los conflictos que hay en las calles, en el Poder Judicial, en la Asamblea Nacional, en los mismos partidos políticos… se podría hablar de una crisis de ese régimen que usted llama absolutista?

No. Yo creo que lo que tenemos es un proceso de despliegue, de desarrollo de este régimen y en ese proceso va chocando con diferentes obstáculos, pero la verdad es que nadie pone suficiente resistencia en ningún lado.

Lo que está en crisis es el país, no el régimen. Si vemos esto en los poderes de la Nación, nos damos cuenta que va avanzando de manera acelerada. Cuando vemos la relación entre el ejercicio del poder y el poder militar, realmente este Gobierno tiene un control absoluto sobre la capacidad coercitiva del Estado.

Antes los Somoza lo tenían porque era una guardia pretoriana, ahora de alguna manera la cosa es distinta, pero tiene un contenido parecido. Ahora, por mandato de la Ley, los aparatos de la coerción del Estado están totalmente subordinados a Daniel. Hay un proceso de concentración de la capacidad represiva y la ciudadanía “presiente”, “intuye” que aquel proceso de profesionalización empieza a tambalear de manera particular en la Policía Nacional.

En el terreno institucional, en el Poder Ejecutivo hay un poder absoluto, un mando unipersonal, aquí en el Ejecutivo decide únicamente Daniel y Rosario. Si vas a las otras instituciones del Estado te das cuenta que nadie cuestiona que el Poder Electoral está subordinado a Daniel. En el Poder Judicial es igual, tiene una hegemonía que le permite sacar todos los fallos y resoluciones que él estime necesario y conveniente, hasta esa estupidez de querer quitarle la inmunidad a los diputados de la Comisión Jurídica (de la Asamblea Nacional).

Si vas a la Asamblea Nacional, qué encontrás, una Asamblea sometida porque siempre (Ortega) consigue el voto 47, por una mezcla de pactismo y cañonazos, es decir, tenés subordinadas todas las fuerzas del Estado a esta voluntad política en un proceso absolutamente extraordinario de concentración de poder. Esto nunca había ocurrido en el país. Jamás ocurrió en la revolución una concentración de poder como ésta de la que estamos hablando.

Pero la oposición en parte tiene responsabilidad de que esa concentración de poder avance en todas las instituciones.

No podemos en esta entrevista comenzar a distribuir responsabilidades, pero sí podemos constatar el colapso de las instituciones. Como dijo el comandante Víctor Tirado en una entrevista de La Prensa, “el Estado se volvió inútil”, es decir, aquí por las razones que fueran, lo que es clarísimo es que tenemos una evolución en la que todas las instituciones están sometidas a una única voluntad democrática.

Pero también tienen responsabilidades en esto.

Desde luego porque este régimen político ha crecido en los últimos diez años en Nicaragua. Esto no nació de la nada, no surgió ayer, éste es un proceso de desarrollo y surgió desde el pacto hace diez años atrás y quiere continuar expandiéndose en todo el país, y es cierto que en toda esa dinámica el PLC y (Arnoldo) Alemán en particular tienen una enorme responsabilidad.

El asunto es saber si ahora que ellos se volvieron prescindibles, ahora que ya nadie los necesita para ninguna cosa sustantiva, van entonces a aceptar la condición de servidumbre o van a jugar el papel natural de toda fuerza política que entra como contra peso en una sociedad con intereses diversos. Va depender de los liderazgos o la sumisión de fuerza política.

Yo lo que creo y donde veo ciertas esperanzas es en la construcción de alguna fuerza alternativa porque no pueden los ciudadanos conscientes quedarse a la espera de modificaciones internas en el Frente o de modificaciones en la voluntad política en las cúpulas de los partidos políticos existentes. Hay que despertar al pueblo dormido y hay que organizar a lo poco que está despierto.

¿Qué tan factible puede ser ese despertar si en las calles el que se atreve a reclamar recibe garrote y morteros?

Sólo los que están dispuestos a poner en riesgo su seguridad y su vida, solamente ésos son los únicos que podrán preservar o defender la libertad. No existe otra manera, no hay otra forma que la resistencia, la lucha, independientemente de los costos que habrá que pagar.

¿Desde su punto de vista, qué son para el Frente Sandinista de Daniel Ortega esos jóvenes que salen a apalear a los que protestan en contra del Gobierno?

No sé qué es lo que pensará Daniel, pero de lo que sí estoy seguro es que muchísima gente de los que hicieron la revolución y de los que hicieron el Frente Sandinista lo único que ven en estas fuerzas es a las fuerzas nicolasianas del somocismo que enfrentamos en el pasado y aquellas minorías de jóvenes que comenzaron a enfrentar el poder y a resistirlo. De eso no tengo la menor duda.

Antes había CDS, ahora son CPC, CLS, una estructura que de alguna manera impone miedo y control. ¿Pero, qué queda de aquel Frente Sandinista de los ochenta?

(Silencio, piensa) … Seguramente debe haber alguna característica pero son tan pocas que ni las tengo en mente.

Pero, nunca en la historia del Frente Sandinista, jamás, ¡nunca! desde que el Frente Sandinista surgió hasta que entregó el poder en las elecciones de 1990 siempre, toda la vida fue antitético, antinómico, riqueza privada y dirigencia revolucionaria. No vas a encontrar un solo nombre, desde 1962 hasta 1990, en la conducción del Frente Sandinista en el que encontrés identificación entre riqueza, acumulación de riqueza privada y conducción de liderazgo revolucionario. Nunca. Lo que estamos viendo ahora es una ruptura abominable de la historia.

Cuando nos vamos al terreno de las modificaciones económicas, observamos en los últimos tres años la construcción apresurada de una nueva fuerza oligárquica en el país. Es una minioligarquía rojinegra que concentra poder económico y financiero en sus manos.

Desde los tiempos de la conquista en Nicaragua hasta ahora, nunca ningún dirigente político o económico había administrado de manera privada y unilateral más de mil millones de dólares como lo está haciendo el régimen actual.

Falta prácticamente un año para las próximas elecciones presidenciales. ¿Cree que toda esta crisis sea parte de la estrategia de Daniel Ortega para permanecer en el poder a como sea?

Por su origen este régimen es democrático, ahora, si eso es alterado, si se viola la Constitución, si Daniel se reelige por las buenas o por las malas, si aquí hay un proceso de elecciones fraudulentas, si no se atienden los reclamos de la sociedad que quiere un proceso de elecciones justas con instancias que garanticen la transparencia del proceso, Daniel cortaría el carácter democrático del régimen y sólo se quedaría con el rostro absolutista y en un pueblo como Nicaragua eso es extremadamente riesgoso para todos, porque si alguien sabe cómo enfrentar regímenes absolutistas, autoritarios y dictatoriales, ése es el pueblo de Nicaragua.

Lo más importante es evitar ese desenlace, pero para eso se tiene que pasar necesariamente por una corrección de todo este proceso de deformación.

¿Y a quién le tocaría corregir eso?

Bueno, en primer lugar los sandinistas que se han dormido, que se han sometido, que han abandonado el espíritu crítico, es decir, el espíritu sandinista, el espíritu revolucionario, que se han acomodado a las prebendas, a los privilegios, a la riqueza, al dinero… si no hay una rectificación interna desde esa fuerza política, estamos metidos en un serio problema. Tiene necesariamente que cambiar el liderazgo del resto de las fuerzas políticas del país que creyeron que la vocación del poder es vivir en un “kupia-kumi” permanente e inescrupuloso y en la que es necesario que las fuerzas sociales entiendan que urge un proceso de corrección a esta dinámica depredadora de la democracia y la prosperidad del país.

¿Hacia dónde cree que va esta crisis?

Hay que ponerle un alto a este proceso. Si estamos claros de estos peligros debemos estar en capacidad de encontrar la solución. Hay que despertar a la gente. Los políticos tienen espacio todavía para buscar aunque sea respuestas parciales de la situación.

Daniel ha puesto en evidencia que tiene una pulsión, ni siquiera digo deseo, es más fuerte que eso, es una pulsión incontrolable por el poder y quiere la reelección y él es el eje de toda esta fuerza de poder, entonces digámosle: “No tenemos nada en contra, pero necesitamos que el pueblo se pronuncie. Someté a un referéndum tus deseos de reelección. Si el pueblo de Nicaragua mayoritariamente acepta una reforma que permita tu reelección (sacude las manos), ahí está”.

Pero referéndum sin modificaciones esenciales en el Consejo Supremo Electoral, si ellos mismos van a contar los votos, sería ridículo. ¿Aceptará Daniel someterse a la voluntad popular?

¿Usted que lo conoció hace tantos años, qué opina?

No sé. Ha cambiado tanto que no puedo responder eso. b

“No me gustaría ser policía” b

La Prensa Domingo

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