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Luis Vega Miranda

50 años de la UCA y de la Facultad de Derecho

Hace algunas semanas fui invitado por la Facultad de Derecho de la Universidad Centroamericana (UCA), a un acto para celebrar los 50 años de su fundación, siendo la segunda universidad en Nicaragua y la primera universidad privada del país. Establecida en 1960 por la Compañía de Jesús, abrió sus puertas en 1961 en la vieja Managua. Por 1963 se trasladó a su propio campus donde se encuentra actualmente, entonces entre un monte y semioscuro terreno en los límites de la ciudad, construidas las aulas de las carreras de Administración, Derecho e Ingeniería (siguió Veterinaria), el edificio administrativo y el dormitorio de los padres jesuitas.

Al acto asistimos una parte de las primeras cinco promociones de abogados de dicha universidad, no sé con qué criterios, pero casualmente los graduados de estas promociones fueron los últimos en recibir el título de doctor en Derecho con los de la UNAN. Fue un cálido evento que abrió la rectora de la universidad doctora Maira Luz Pérez, participaron por la primera promoción el doctor Danilo Aguirre Solís, quien con su proverbial humor contó algunas anécdotas como alumno —ya era periodista— y el egresado de la quinta graduación (1971) doctor Roberto Evertz, ahora catedrático en la misma universidad. Cerró el acto el decano de la Facultad, el jurista doctor Manuel Arauz, quien presentó un cartel que dijo permanecería en el Auditorio con los nombres de los primero 118 egresados como parte de la historia de la UCA. En el brindis tuve oportunidad de departir con catedráticos y alumnos que fueron invitados, y fue un enorme placer abrazar a los ex condiscípulos y amigos que hemos dejado de vernos por mucho rato.

Los recuerdos de los tiempos universitarios son inolvidables, constituyen la identidad de los que recibimos formación académica y pasamos a ocupar un lugar, en cierta manera privilegiada, en el cuerpo social, que debería hacernos conscientes de la realidad y solidarios con el prójimo más débil. Lamentablemente no siempre es así. Pero cómo no recordar a algunos de los maestros que nos enseñaron a ver la vida desde su honestidad y conocimientos, religiosos y civiles, como los padres jesuitas José Otaño, Ángel Martínez, Álvaro Oyanguren, Carlos Caballero, el gran Juan B. Arríen, Edgar Chamorro y la recia personalidad de su primer rector, León Pallais. Y prestigiosos profesores: Roberto Ortiz Urbina, Danilo Manzanares, Felipe Rodríguez Serrano, Edgar Sotomayor (Penalón), Gonzalo Meneses Ocón, Eduardo Zepeda Henríquez, Rodolfo Sandino Argüello, Tito Castillo, Alejando Montiel Argüello e Iván Escobar.

Cómo no recordar que de la rigurosa calidad de la educación salieron de esas promociones magistrados para la Corte Suprema de Justicia: Guillermo Vargas Sandino, Rafael Chamorro Mora, Julio Ramón García Vílchez y Dámisis Sirias Vargas, entre los que recuerdo. Y un Vicepresidente de la República, el doctor José Rizo Castellón.

En mi participación en política estudiantil fui secretario general de la asociación de estudiantes de Derecho (David Tejada era presidente), secretario de Cultura del centro universitario (Ceuca) y presidente del tribunal electoral, cuando había elecciones pluralistas y debate entre las corrientes ideológicas: marxistas, demócrata-cristianos, liberales e independientes, y los votos se contaban de buena fe con vocación democrática. Fueron los primeros presidentes del centro estudiantil, Róger Vélez y Carlos Sequeira, Casimiro Sotelo (FER, por quien al ser expulsado iniciamos la primera huelga), Dionisio Marenco (FDC), Silvio Zúñiga (independiente), Edmundo Jarquín (FDC) y Alfonso García (FDC-FER).

Esa vez nos perdimos en el moderno recinto de la UCA entre una treintena de edificios y carreras; de unos pocos estudiantes que comenzamos hoy son varios miles, una multitud que va y viene despreocupada, ensimismada o abrazada. Regresé, y con nostalgia observé que no se encuentra en su lugar la placa donde yacían grabados los nombres del Consejo Superior de la universidad, fundadores y forjadores de un sueño, cuyo lema me quedó para siempre en la memoria, un pasaje del Antiguo Testamento: “La sabiduría construyó su casa y levantó sus siete columnas (Pr. 9:1)”.

El autor es abogado y presbítero anglicano

 

Opinión facultad de derecho UCA archivo
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