Como “un grupo de jóvenes veteranos”, tal y como los presentó la propia Estibaliz Uranga, El Consorcio llenó de emociones este sábado la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío.
Amor, pasión y nostalgia. Picardía, vitalidad y camaradería. Un concierto que demostró otra vez que la música tiene la pócima de la eternidad y esta agrupación conoce perfectamente esa fórmula.
La familia de músicos marcó su entrada al salón con potentes notas musicales. Amaya, Estibaliz e Ignacio Uranga junto a Sergio Blanco y Carlos Zubiaga desfilaron ante el ansioso público.
La magia comenzó. Las impresionantes voces de quienes en determinadas épocas pertenecieron a Mocedades, causaron una inmediata efervescencia de emociones en el público, que visiblemente emocionado pasaba de tararear las melodías desde el inicio, hasta corear a gritos los más de 20 éxitos musicales que interpretaron. Se rió, se lloró y se gozó.
CANTARON NICARAGUA, NICARAGÜITA
Al igual que su voz, su espíritu permanece como nuevo, al final de cuentas es sólo el cuerpo el que sufre los embates de los años.
Sin embargo, ellos se resisten a los síntomas de la vejez y con un carisma único mostraron gozar de gran energía, misma que transmitieron al público con sus bromas, bailes y sus dinámicas coreografías que sorprendieron y encantaron a los asistentes. El Consorcio ofreció un verdadero espectáculo.
Terminaron de empacar el corazón del público al interpretar como sorpresa el emblemático Nicaragua, Nicaragüita.
Ellos son los jóvenes de ayer, que cuentan las historias inmortales de amores, infidelidades, aventuras y romances imposibles con la emoción de la primera vez. Letras que salen del corazón viajan por sus gargantas, se traducen en sonidos exquisitos que se funden con las notas de su banda para estremecer los sentidos de quienes le escuchen.
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