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Luis Vega Miranda

“Cultura política nicaragüense”,

El problema de la cultura política en Nicaragua es que el nicaragüense no tiene o tiene poca cultura política. Es por eso que el nicaragüense ha carecido de democracia y fácilmente es sometido por un caudillo o una dictadura. Es lo que se deduce de la monumental obra casi desconocida del doctor Emilio Álvarez Montalván: Cultura Política Nicaragüense , conocida más en los medios académicos e intelectuales del país que —pensamos— en la clase política dada la poca lectura.

Álvarez Montalván es uno de los mejores investigadores de la historia de la cultura de Nicaragua, pero es el mayor investigador de su cultura política, en la que pocos se atreven a incursionar, pues tal incursión es un vuelo de águilas, principalmente remontada por el humanismo de Pablo Antonio Cuadra, las reflexiones de José Coronel Urtecho y la filosofía de Alejandro Serrano Caldera.

Para su análisis recoge los eventos más significativos de la historia de Nicaragua y los documentos pertinentes de su historia política, como discursos, biografías, proclamas y todos los pactos, desde los suscritos por Martínez y Jerez hasta los actuales que han modificado nuestra historia, los cuales recopila al final del libro. Como dato ejemplar el autor compara, en la introducción, la salida del autoritarismo de Francisco Franco, de España, a la democracia, sin muchos traumas, porque tenía una fuerte clase media e instituciones independientes como el Poder Judicial, con Nicaragua, que no ha tenido esas características en sus conflictos.

Para Álvarez Montalván la cultura democrática no es un concepto abstracto, sino que se apoya en lo que se llama “cultura cívica”, que según autores clásicos proporcionan valores que integran una sociedad en democracia, éstos son: “manejo del tiempo, visión del trabajo, la frugalidad, la educación, el mérito, la comunidad, el código de ética, la justicia, la autoridad y el secularismo”, el desempeño o no de estos valores forman o deforman el espíritu y la identidad de la persona y la sociedad. Álvarez reflexiona sobre la cultura heredada de la Colonia española, la administración absolutista del reino español trasladado a las tierras conquistadas, y sus consecuencias, “los trescientos años aproximados que duró la Colonia vivieron en (cierta) tolerancia, españoles, indios y mestizos. Al marcharse los peninsulares, fueron sustituidos por los criollos, que repitieron el mismo esquema (autoritario) de comportamiento y después son los mestizos”.

En el pasado histórico el autor encuentra tres elementos básicos de nuestra cultura que han sido negativos a la independencia y desarrollo: Heteronomía, que significa buscar siempre las soluciones a nuestros problemas en el exterior, por ejemplo Adolfo Díaz solicitando la intervención norteamericana en 1927, “condición mental que nos entume para tomar decisiones”. La desconfianza, muy común en nuestra cultura que ha provocado violencia, experiencias traumáticas que al repetirse nos hace creer en una sociedad donde el delito es impune, la autoridad es arbitraria, por tanto no hay respeto a la ley. La exclusión, el antivalor más frecuente, el mecanismo usado para apartar a un competidor de la arena, Somoza eliminando a Sandino. Sentido mágico de la vida, cuando trasponemos los hechos objetivos de la vida a la fantasía y viceversa, se evidencia en el trato con el caudillo carismático, con su personalidad poderosa, confianza ciega en su “olfato político”. “Se trata pues de una tendencia a comprar y vender ilusiones, cuyo mecanismo se repite en cada generación”.

En el Perfil del nicaragüense , Álvarez establece sus rasgos positivos y negativos. Rasgos positivos: a) Facilidad verbal para comunicar y viva imaginación; b) voluntarioso al trabajo rudo; c) Hospitalario, solidario con la familia; d) Trato sencillo y amistoso. Rasgos negativos: a) Impuntualidad; b) Fabulación y mentira; c) Trato confianzudo; d) Inconstancia y oportunismo; e) La formación de la personalidad básica. “El tipo de personalidad básica de cualquier persona o sociedad es aquella configuración del carácter que es compartida por la gran mayoría de un grupo humano, como resultado de experiencias tempranas que compartió”, esto sería: capacidad de solucionar los conflictos por diálogo; aceptación de la diversidad de puntos de vista; apego a un Estado de Derecho; interés del ciudadano para participar en asuntos sociales; posesión de una identidad nacional y solidaria: “Se trataría en resumen de una cultura democrática cuyos elementos básicos son pluralismo y negociación. En Nicaragua, se produce exactamente lo contrario”, afirma el autor.

El doctor Álvarez Montalván desarrolla ampliamente y con ejemplos históricos los elementos de la cultura política nicaragüense, que son sus contravalores: 1. Personalismo y sus consecuencias. 2. Amiguismo. 3. Caciquismo. 4. Autoritarismo y centralismo. 5. Dictadura. 6. Caudillismo (semblanza de 5 caudillos). 7. Familismo y sus consecuencias: a) la familia extensa; b) paternalismo; c) nepotismo; d) patrimonialismo (corrupción); f) cortoplacismo y arreglismo; g) autoritarismo y violencia; h) inhibiciones. “Necesitamos una mutación cultural que reemplace los valores tradicionales de nuestra cultura por otros modernos y eficientes, fortalecer nuestra débil democracia, aumentar la producción para luchar contra la miseria, incrementar el nivel de educación y la organización social, un Estado de Derecho reestructurando el Poder Judicial”, pondera entre sus conclusiones.

En 434 páginas (Hispamer, 4ª edición actualizada 2008) además enlista y analiza a los partidos ideológicos nicaragüenses desde sus orígenes e influencia, reproduce los documentos que importan a la cultura política nacional, con un índice onomástico de personajes mencionados en su momento histórico. Es quizás el libro más útil en materia política para historiadores, profesionales, estudiantes y ciudadanos, que les importa el pasado, presente y futuro de la nación.

Opinión
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