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El huevo de Cristóbal Colón

Por Jorge Cuadra V.

Cuenta la leyenda que se encontraba reunida la flor y nata de los que en aquella época eran los astronautas del reino de España, porque cruzar el Atlántico en un cascarón de madera impulsado por unas velas de lona y sólo con una brújula corriente en lugar de un GPS, era más arriesgado que hoy ir a Marte en una nave espacial. De repente a uno de ellos se le ocurrió preguntarles cómo harían para parar un huevo de gallina.

Todos los ilustres concurrentes, quienes ya tenían trazado su glorioso destino, pero aún no lo sabían, se dieron a la tarea de tratar de parar un huevo sobre uno de sus romos extremos y uno por uno se fueron rindiendo ante la tarea imposible de lograrlo, hasta que sólo quedó uno, el futuro descubridor de América, el que lo hizo todo y no se llevó la gloria y dijo, ¡Eureka! Acto seguido rompió uno de los extremos del huevo y éste se quedó sostenido sobre su extremo quebrado. Qué fácil, dijeron todos. Hasta que yo lo hice, contestó el futuro almirante del nuevo mundo.

Desde ese entonces cuando alguien hace algo inusual e importante primero que los demás y los que lo hacen después dicen que es fácil, les dicen que están iguales a los del huevo de Colón. ¿Y por qué todo este cuenterío? Porque alguien acaba de parar el huevo de Colón proponiendo una novedad en el mundo político: Renunciar a sus legítimas aspiraciones presidenciales, por amor a Nicaragua y por el bienestar de su pueblo. Eduardo Montealegre Rivas, proclamado candidato a la presidencia de Nicaragua por el MVE, se dirigió al encuentro de un hombre que, sin ser político, ha estado inmerso en primera línea en la accidentada política nicaragüense desde hace 50 años, algo fácil de decir, pero muy difícil de hacer, sobre todo cuando nunca se ha cambiado la línea de ataque, ni desviado las metas.

Un hombre que, sin haber participado en campañas presidenciales, es más conocido en todos los confines de Nicaragua que cualquiera que lo haya hecho. Ese hombre es Fabio Gadea Mantilla, el comandante en jefe de Radio Corporación y el creador de Pancho Madrigal, personaje que representa a los millones de nicaragüenses de tierra adentro, que tienen alma de niños y corazón de guerreros.

Entre sorprendido y alarmado, don Fabio le contestó a Eduardo que aceptaba el cargo por Nicaragua y siempre que los demás candidatos renunciaran a sus candidaturas, al igual que Eduardo había hecho al irle a proponer la salida correcta del conflicto político en que se encuentra Nicaragua.

Algunos renunciaron con la coletilla, “si renuncian Arnoldo y Eduardo”, dando a entender que lo harían sólo si los mencionados lo hacían, que es lo mismo que decir, yo sí, pero aquéllos (Arnoldo y Eduardo) no quieren, ignorando a quien ya lo había hecho. Pero eso no importa, porque el conservador y los demás candidatos aceptaron, no así quien ya había dicho que ni que el Papa Benedicto se lo pidiera, lo haría.

El gesto de Eduardo Montealegre es digno de elogio, porque si no lo hubiera hecho él, ninguno lo hubiera hecho y seguiríamos aferrados a unas primarias de dudosa realización y dudoso resultado, que sólo abona ventajas al partido de gobierno que se quiere eternizar en el poder y convertirse en dinastía.

Por lo menos ahora contamos con un hombre que unifica apoyado por todos los partidos que se llaman democráticos. Que Arnoldo Alemán no acepte no es nada nuevo, pero no debemos ceder en el empeño, porque si renunció el que encabeza las encuestas, que lo nombran el candidato más aceptable para liderar la unidad nacional, como no lo va a hacer el que presenta un 75 por ciento negativo en las mismas encuestas.

La propuesta de Montealegre sigue vigente, igual que la de los demás candidatos, menos la del candidato del PLC que se aferra a ella por su insaciable ambición de poder y su incontrolable miedo a desobedecer a su carcelero y compañero de pacto.

La candidatura conciliatoria de Fabio Gadea Mantilla está en las manos de Arnoldo Alemán, porque la única condición que don Fabio puso fue la renuncia de todos los candidatos. Eduardo Montealegre fue el primero que lo hizo, porque de él salió la idea, demostrando su patriotismo y amor por Nicaragua.

 

El autor es ingeniero.

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