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Fabio Gadea Mantilla

Consejo Supremo Electoral

Cartas de Amor a Nicaragua

Querida Nicaragua: Entre la correspondencia que nos llega abunda aquella que se refiere al doctor Roberto Rivas, presidente del CSE.

No acostumbramos transmitir ofensas para nadie y mucho menos palabras salidas de tono o insultos, que llegan en la correspondencia. Pero queremos dirigirnos al doctor Roberto Rivas haciéndole ver la enorme responsabilidad histórica que carga sobre sus hombros. El doctor Rivas puede hoy estar muy bien, sonriendo ante la suerte que le ha tocado, pero es muy triste la herencia que le deja al pueblo de Nicaragua, el desprestigio que carga con el fraude de noviembre del 2008, el mismo que cargará por mucho tiempo, aún después de haber dejado ese cargo, cuando los años comiencen a vencerlo y cuando tenga que retirarse como nos pasa a todos.

Esto es una especie de resumen de una de tantas cartas que nos llegan criticando al CSE y especialmente al doctor Roberto Rivas.

Y no es sólo él, sino que tiene varios cómplices. Y no sólo son los señores magistrados que antes eran liberales del PLC y hoy son servidores del orteguismo. Debajo de ellos hay toda una trama perversa de gente entrenada para hacer juegos sucios en las elecciones. Ahí hay gente que estuvo en la Seguridad del Estado frentista, gente con un currículum que a cualquiera le eriza la piel, gente que tiene cementerios en ciertos lugares, gente que mató prisioneros en los años ochenta. Gente de esta calaña hay en el organismo electoral al cual debemos enfrentarnos todos los que estamos luchando porque aquí haya elecciones transparentes, observadores nacionales e internacionales, entrega adecuada de cédulas de identidad.

Ingenuamente las cartas que llegan me piden que les hable a los personeros del CSE, que les haga ver el mal que le hacen a la democracia y a la Patria principalmente. Ellos creen que con una cuantas cartas mías, las gentes del CSE van a cambiar y dejarán el sistema del engaño y la mentira, para transformarlo en un organismo prestigioso donde los votos se cuenten adecuadamente y donde esté presente la tan ansiada observación internacional que necesitamos.

Por supuesto que yo con gusto me dirijo a estos viejos amigos, compañeros de partido en el pasado, al doctor Roberto Rivas, a don René Herrera, a don José Marenco Cardenal, al doctor Luis Benavides para que reflexionen y no pasen a la historia de nuestro país como gentes que contribuyeron a imponer gobiernos dictatoriales que de repente podrían convertirse en vitalicios.

El poder de Dios, me dicen mis amigos oyentes en sus cartas, puede más que cualquier sentimiento humano. Fue Dios quien tocó un día mediante un rayo luminoso, frente a las puertas de Damasco, a Paulo de Tarso, perseguidor de cristianos, torturador de cristianos a quienes llevaba a la cárcel por causa de su predicación. Fue la mano de Dios la que convirtió a Paulo de Tarso y lo hizo entrar ciego a la ciudad y darle tres días de reflexión y convertirlo al cristianismo. De modo, me dice una de las cartas, que no perdamos la esperanza ni la fe. Dios es capaz de cambiar los corazones de piedra por corazones de carne. Nicaragua no puede ser eternamente una pobre nación en manos de gentes totalitarias y perversas. Todo hombre tiene algo de bueno dentro de sí, por muy malo que aparente ser. No perdamos la esperanza y sigamos luchando que al final ganaremos la batalla.

Columna del día Opinión
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