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Luis Sánchez Sancho

Atis: muerte y resurrección

Y Además

El misterio de la muerte y resurrección no es único del cristianismo. Se puede encontrar en otras religiones del mundo. Por ejemplo, en la mitología griega se conoce la leyenda de Atis, que según el mitólogo español José Antonio Pérez-Rioja, “simboliza la primavera que muere (cada año) para luego resucitar”.

Atis era un joven y apuesto pastor de Frigia, la antigua región del Asia Menor que ahora es Turquía, donde con particular fervor se rendía culto a Cibeles (la Gran Madre), diosa de la agricultura y la fertilidad y protectora de las ciudades.

Cibeles escogió a Atis para que se dedicara al cuidado de su culto religioso, y le hizo jurar que se conservaría casto y célibe para siempre. Pero Atis conoció a una bellísima ninfa de los bosques llamada Sangarida, de la cual se enamoró perdidamente, al grado de que olvidó el juramento que había hecho a Cibeles y se casó con ella.

Cuando Cibeles se dio cuenta que Atis había violado su juramento, se vengó castigando a Sangarida, a la que mató destruyendo el árbol que le daba la vida. Y después enloqueció a Atis, quien se castró a sí mismo y luego se suicidó colgándose de un árbol.

Sin embargo, Cibeles se condolió del triste fin de Atis. Entonces decidió no dejarlo morir para siempre, y lo resucitó y convirtió en un hermoso árbol de pino, el cual desde entonces fue el símbolo de la Gran Madre. Y como el culto a Cibeles se difundió entre los pueblos latinos y posteriormente fue adoptado por todos los europeos, estos, cuando se cristianiszaron convirtieron al pino en un símbolo de la Navidad, o sea de la celebración del nacimiento de Jesucristo.

Dice el antes mencionado José Antonio Pérez-Rioja, que “el mito de Atis, que cada año perdía su fuerza genital para luego recuperarla, se explica fácilmente porque Atis significa, sobre todo, las flores que caen antes de que lleguen los frutos”.

Hay que mencionar que en la antigua Frigia también se creía que Cibeles había existido, que fue una princesa, hija del rey Mean, la cual se enamoró de un humilde pero muy guapo pastor llamado Atis, a quien se le entregó sexualmente y quedó embarazada.

Al conocer el rey Mean que su hija Cibeles estaba embarazada, mandó detener al pastor Atis, ordenó que lo castraran y lo condenó a muerte arrojándolo a las fieras, para que lo devoraron. La terrible muerte de Atis hizo enloquecer a Cibeles, quien maldijo a su padre y a toda la gente de Frigia. Poco después, la población fue castigada con una terrible hambruna y peste que causaron gran mortandad.

Consultaron los frigios al oráculo qué hacer para que los dioses les levantaran tan penoso castigo y la respuesta fue que debían consagrar a Cibeles como una diosa, proclamar que Atis había resucitado de entre los muertos e instituir que el culto a Cibeles fuera dirigido por varones previamente castrados.

Los colonos griegos llevaron el culto a Atis a Italia, donde se extendió durante el reinado de Claudio. Allí el énfasis de este culto se puso en el misterio de la muerte y la resurrección y se convirtió a Atis en una poderosa divinidad solar que aseguraba la inmortalidad espiritual a sus creyentes.

Los romanos representaban a Atis como un apuesto joven luciendo el gorro típico de frigio, el cual solían usar los libertos, o sea las personas que fueron esclavas y de cualquier manera habían recuperado su libertad.

Columna del día Opinión
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