Algo bueno del beisbol profesional es cómo sus áreas están bien delimitadas. Hay buscatalentos, entrenadores, dirigentes y administradores. Cada quien tiene su ámbito de acción, estrechamente vinculado, pero sin intromisiones.
Aquí, aún no llegamos a esos niveles, en el que las funciones de todos los componentes están definidas, a pesar de los esfuerzos que se hacen. Pero los managers siguen pendientes del pago de los peloteros, los directivos desean hacerle el line up al mánager y los entrenadores con un plan de trabajo desconectado de lo que el dirigente considera como prioritario.
Uno de los más recientes casos es el de Omar Cisneros, quien ha sido separado de sus funciones en el San Fernando porque, según el gerente del equipo, Edgard Herdocia, irrespetó a una directiva del club y pedía mucho para los jugadores. Es decir, se tomaba atribuciones que no le correspondían. Eran asuntos de la administración del conjunto.
Un buen dirigente vela porque las necesidades de sus subalternos estén satisfechas, pero en toda institución seria hay procedimientos establecidos para la obtención de los recursos que satisfagan lo que se requiere. Omar estaba para dirigir al equipo (e iba bien, con 12-3), pero violó la frontera establecida para sus funciones y eso tiene consecuencias, como su separación.
En la pelota rentada, el scout observa y juzga al pelotero. Hay quienes tienen la facultad de firmarlo. Otros dependen de un supervisor. Y una vez firmado el prospecto es entregado al entrenador. Y una vez entrenado, el mánager se encarga de dirigirlo. Pero la fecha de viajes y lo concerniente a su salario corresponden al administrador. Ahí no entra el coach.
Estamos claros que allá hay más recursos y mejores condiciones, pero lo esencial es que hay organización. La meta aquí tiene que ser parecerse a los que lo hacen bien. Es decir hacerse profesional. Y ser profesional no está definido sólo por el dinero, sino por realizar una actividad del mejor modo posible.
Antes aquí, Heberto Portobanco dirigía al Granada, lo representaba en las reuniones y se encargaba de gestionar los recursos —o los ponía— para su presencia en la liga. Ahora hay roles funcionales y en la medida que se cumplen, camina mejor el proyecto.
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