Teherán/EFE
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, no compareció hoy, por segunda vez consecutiva en una semana, en el Consejo de Ministros, hecho que ha desatado la sensación de grave crisis política que parece atravesar el país.
El mandatario no aparece tampoco en público desde que la semana pasada chocó con la voluntad del líder supremo de la Revolución iraní, ayatolá Alí Jameneí, a causa del cese o dimisión del ministro de Inteligencia, Heydar Moslehí.
El pasado 17 de abril, la prensa oficial iraní anunció que el clérigo había presentado su dimisión y que ésta había sido aceptada por el presidente.
Sin embargo, apenas dos horas después, Jameneí, que tiene la última palabra en los asuntos del país, desautorizó a Ahmadineyad y restituyó a Moslehí en su puesto.
Analistas iraníes han enmarcado este incidente en la disputa que al parecer el presidente mantiene con el líder supremo por el control de ciertos recursos del Estado, y en particular por los servicios secretos.
El sábado, Jameneí volvió a avisar a Ahmadineyad en un discurso televisado en directo en el que recordó a la población que tiene potestad para intervenir en asuntos de gobierno siempre que lo considere oportuno.
Según la prensa iraní, pese a la decisión del líder supremo, Moslehi no fue invitado al Consejo de Ministros del domingo, aunque se presentó al mismo al contrario que Ahmadineyad, que decidió no asistir.
La prensa oficial asegura que la situación se repitió este miércoles, con la presencia del clérigo en la sala y la nueva ausencia del mandatario.
Ahmadineyad también se ausentó el martes de una reunión del Consejo Supremo de la Revolución Cultural, organismo encargado de cuestiones relacionadas con la Educación.
La prensa oficial no ha dado explicación alguna de estas inusuales ausencias del presidente, que suele aparecer a diario en público y televisión.
Web opositoras como Rahesabz, afínes a la corriente reformista, conjeturan que el presidente está molesto por lo que considera un recorte de su prerrogativas, que cree amenazadas por otras corrientes conservadoras dentro del régimen.
Comentaristas y medios ultraconservadores aseguran, por su parte, que el desencuentro entre el líder y el presidente es una falacia alimentada por los enemigos para desestabilizar el régimen.
La disputa parece un capítulo más en la crisis abierta en 2009 tras la polémica reelección de Ahmadineyad, y podría ser un motivo más inestabilidad en el impredecible devenir de la política de la República Islámica.
Nada más conocerse los resultados, cientos de miles de personas se echaron a las calles del país, en una serie de manifestaciones multitudinarias reprimidas con extremada violencia.
Durante las mismas perdieron la vida decenas de personas y miles más fueron detenidas, entre ellas ex altos cargos del Gobierno reformista, líderes estudiantiles, artistas, periodistas, abogados y defensores de los derechos humanos.
Más de un centenar de ellos ha sido condenado después a diversas penas de cárcel, e incluso a la horca, en una serie de juicios poco transparentes en los que se les ha acusado de conspirar con naciones de Occidente en una supuesta conspiración mundial para derrocar el régimen.
Desde entonces, la cúpula del país está dividida, con disputas entre conservadores, ultraconservadores, moderados y reformistas.
La tensión también define las relaciones entre Ahmadienyad y el presidente del Parlamento, Alí Lariyaní, uno de los asesores del líder supremo.
El miércoles, más de 200 diputados recordaron al presidente que debe asumir las órdenes del líder supremo.
Algunos analistas vinculan, igualmente, la disputa a las elecciones parlamentarias previstas para el próximo 2 de marzo en las que podría haber un cambio de mayoría y que podrían influir en las presidenciales de 2013.
Una semana antes de la polémica sobre la dimisión o destitución de Moslehi, también cesó por sorpresa en su puesto el poderoso jefe del gabinete del presidente, Esfandiar Rahim Mashaí, uno de los mayores apoyos de Ahmadineyad, y al que algunos medios acusan de planear el cese del clérigo.
En diciembre, e igualmente de forma inopinada, Ahmadineyad cesó al entonces ministro de Asuntos Exteriores, Manoucher Mottaki, cuando éste se hallaba de visita oficial en frica.
Días atrás, la publicación cercana al a poderosa Guardia Revolucionaria acusó a Mashai y a su “peligroso grupo” de tratar de adueñarse del control del ministerio de Inteligencia.