- Del más pequeño —una sola alianza para la boda— hasta el mayor (2,000 millones de telespectadores previstos), esta es una selección de los números en torno al enlace del príncipe Guillermo y de Kate Middleton celebrado hoy
2 tartas de boda: el tradicional “fruitcake” y el pastel de chocolate preferido de Guillermo.
3 años: la edad de las más jóvenes damas de honor de Kate, una de ellas la nieta de Camilla Parker Bowles, segunda esposa de Carlos, el padre de Guillermo.
6 “ex” de Guillermo y Kate fueron invitados a la boda, según la prensa.
10 campanas sonaron en la abadía de Westminster media hora antes de la ceremonia y tres horas después.
14 esposas del rey Msuati III de Suazilandia, invitado a la boda en representación de un Estado miembro de la Commonwealth.
17 grados: la temperatura máxima hoy en Londres, unos 10 grados menos que durante el pasado fin de semana de Pascua.
100 carrozas integraron las caballerizas reales, de las que cinco fueron utilizadas el día de la boda.
1,900 privilegiados recibieron la invitación que les permitió cruzar el umbral de la Abadía de Westminster para asistir al matrimonio. 650 de ellos acudirán al convite ofrecido por la reina. Solo 300 asistirán a la cena.
5,000 policías integrarán el dispositivo de seguridad.
5,500 fiestas callejeras fueron organizadas en todo el país para este día.
11,000 barreras de seguridad para contener a la muchedumbre a lo largo del cortejo.
2.5 millones de salchichas para cóctel vendidas por Marks and Spencer al acercarse la boda.
2,000 millones de espectadores siguieron en todo el mundo la transmisión de la boda real.
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PARÍS/AFP
Cuando Kate Middleton abandonó hoy viernes la Abadía de Westminster junto al príncipe Guillermo, se convirtió en la esposa del segundo en la línea de sucesión al trono británico y su nombre en castellano, como quiere la tradición de esta lengua, será Catalina.
“La tradición de hispanizar los nombres y apellidos se remonta a la época del Renacimiento. Entonces, casi todos provenían del latín, así que se traducían al castellano”, explicó a la AFP el académico Salvador Gutiérrez, coordinador de la Ortografía de la Real Academia Española. Esta tendencia general abarcaba los nombres de todo el mundo, no solo de personas, sino también de ciudades y países.
“Con el tiempo, la traducción varió y solo se cambió el nombre propio. Por ejemplo, conocimos a Emilio Zola o a Alejandro Dumas”, añadió el experto.
En la actualidad, el castellano “acepta el nombre y el apellido extranjeros de las personas. Pero hay una excepción que confirma la regla: los nombres de los papas y de los miembros de las casas reales mantienen la costumbre renacentista”.
“Esto se explica porque los nombres van siempre acompañados de un título: rey, reina, príncipe, princesa, papa”, contó Gutiérrez.
De esta forma, se conoce al papa Benedicto XVI, al príncipe Pablo de Grecia o a la reina Beatriz de Holanda.
Uno de los debates actuales más encendidos de los lingüistas es determinar la forma correcta a seguir en estos casos, porque “la costumbre de traducir se está replegando”.
“Ahora se tiende a mantener los nombres extranjeros. Una de las ventajas que conlleva es que permite conocer el lugar de origen” de una persona según su nombre original, precisó el académico.
Sin embargo, Mary Donaldson, convertida en princesa heredera de Dinamarca por su boda con el príncipe Federico, sigue conservando su nombre inglés tras siete años de matrimonio, mientras que nadie ha encontrado hasta ahora una traducción al castellano para Charlene Wittstock, quien se casará con el príncipe Alberto de Mónaco en julio.
El tiempo dirá si Kate Middleton mantiene su nombre en la versión inglesa, o incluso hasta su diminutivo.
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