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Más de 150 mil rosas fueron elevadas ayer en homenaje a las 76 personas que fallecieron en los dos atentados del viernes en Oslo y la isla Utoya en Noruega. LA PRENSA/EFE/JOERG CARSTENSEN

Miles de rosas al aire por víctimas

Con 150 mil rosas alzadas al cielo y varios minutos de silencio, los habitantes de Oslo se concentraron en el puerto para rendir un sentido homenaje a las víctimas del doble atentado del viernes.

OSLO/AFP

Con 150 mil rosas alzadas al cielo y varios minutos de silencio, los habitantes de Oslo se concentraron en el puerto para rendir un sentido homenaje a las víctimas del doble atentado del viernes.

No se recordaba en Noruega una concentración tan multitudinaria desde la Segunda Guerra Mundial. Ayer en la noche (hora local), los noruegos afluían desde los cuatro costado de Oslo con una flor en la mano para asistir a lo que se ha dado en llamar “el desfile de la rosa”.

“Venimos por solidaridad, para estar todos juntos y compartir nuestra pena”, explicó Tone Mari Steinmoen, de 36 años. “Es un momento de comunión importante para nuestro país”, añadió.

Al cabo de unos minutos la circulación quedó cortada en las principales arterias de la ciudad y ante el tamaño de la concentración un organizador anunció que se anulaba el cortejo previsto y era preferible que todo el mundo se quedara donde estaba.

Luego, de repente, se alzaron las rosas para un minuto de silencio en un ceremonial que se repitió varias veces a lo largo de la noche.

[doap_box title=”Padre indignado” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

En una entrevista difundida en el tabloide sueco Expressen, el padre del sospechoso y exdiplomático, Jens David Breivik, afirmó que está avergonzado e indignado por los actos de su hijo y deseaba que este se hubiera suicidado. “No me siento como su padre”, dijo en su casa en el sur de Francia.

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LLENOS DE AMOR

“Esta noche, las calles están llenas de amor“, declaró el príncipe heredero Haakon, ovacionado por la muchedumbre a orillas del fiordo de la capital noruega. “Los que se encontraban en el barrio gubernamental y en Utoya eran blancos del terror. Pero nos alcanzó a todos”, añadió bajo los aplausos.

“Estamos aquí para demostrar que somos una sociedad de mentalidad abierta y respetuosa”, comentó Roy Kvatningen, de 37 años, que acudió con su hija de 6

Las palabras del primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, también conmovieron a los asistentes: “El mal puede matar a una persona, pero no puede matar a un pueblo” dijo, pidiendo que no haya “nunca más un 22 de julio”.

NO HAY ODIO

La emotiva manifestación coincidió con la comparecencia ante el juez del presunto autor de la matanza Anders Behring Breivik, de 32 años, contra el que se dictó prisión preventiva.

Pero en la concentración no se palpaba odio ni ira. “No sentimos nada hacia él. No nos preocupa, estamos aquí por nuestro país, por las víctimas, por sus familiares, no por él”, explicaba Bénédicte Larodd, de 26 años.

“Viniendo aquí quiero demostrar que no tenemos miedo. No dejaremos que este individuo nos atemorice”, añadió Roy Kvatningen.

”VAMOS A CASTIGAR AL CULPABLE”, DICE ALCALDE

Los mensajes de Eskil Pedersen, dirigente del movimiento de la juventud laborista diezmado en el tiroteo en una isla cercana a Oslo, y el alcalde de la capital, Fabian Stang, tampoco dejaron indiferentes a nadie.

“Vamos a castigar al culpable. El castigo será más generosidad, más tolerancia, más democracia”, aseguró el alcalde.

Esta noche “¡Mostramos lo que será la Noruega de mañana!”, arengó Eskil Pedersen.

Acto seguido, sonaron algunas melodías y se coreó el himno nacional. “Para la juventud”, una canción noruega compuesta en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, convertida en himno antinazi de la resistencia noruega, cerró el acto.

Poco a poco la muchedumbre se fue dispersando mientras iba dejando cientos de ramos de flores en un patio.

Pero los homenajes, que también reunieron a miles de personas en otras ciudades noruegas, ya habían comenzado horas antes en Oslo, con un minuto de silencio.

Al mediodía, tras un repique de campanas, el primer ministro declaró un minuto de silencio, que sólo rompía el graznido de las gaviotas.

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