Por Luisa Elena estrada
El último cigarrillo. Lo prometo. Mi cuerpo lo exige, la cuenta del médico, pero sobre todo mi cuenta con Dios. Al fin y al cabo, nunca la cerré, porque según dice en las pancartas esparcidas en las calles sucias Él nunca me olvidó, aunque yo lo enterré junto al cadáver de una conciencia que nunca lloré. Ahora Dios ¿cómo me sacas de esta? Sentate y sé franco conmigo, la inmunidad eclesiástica la dejé atrás hace muchos años y vos durante el divorcio no me dejaste nada.
Ver en la versión impresa las páginas: 7 B