Marta Leonor González
Lo que para Rubén Darío es en las letras, Armando Morales lo es en la pintura. Su muerte ha dejado gran pesar, para algunos un vacío que nadie podrá llenar en la pintura y el arte nicaragüenses.
Nace en la ciudad de Granada, de Nicaragua, el 15 de enero.
1954:
Viaja a Nueva York.
1957:
Obtiene beca del Consejo Americano de Educación.
1958:
Beca de la Fundación Guggenheim. Antes, viaja a la bienal de São Paulo, donde gana el premio Ernest Wolf como el Mejor Artista Latinoamericano y hace un recorrido por la Amazonía.
1959:
Participa en varias exposiciones internacionales en América y Europa, donde recibe varios premios.
1966:
Deja la abstracción para volver a lo figurativo, pintando paisajes tropicales y la figura humana.
1972:
Trabaja como profesor de pintura en el Cooper Union de Nueva York, y luego pasó a ser agregado cultural del Consulado de Nicaragua en esta ciudad.
1982:
Se traslada a París.
1983:
Conoce al galerista Claude Bernard (uno de los más reconocidos dentro del mundo artístico) y se convierte en su principal representante.
1992:
Gabriel García Márquez le escribe sobre su obra en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo en París, donde expone sus cuadros.
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Considerado un maestro de maestros, su fama internacional hace de Morales uno de los pintores más cotizados en importantes subastas y galerías como Sotheby’s, que ha vendido una de sus pinturas en más de 420 mil dólares.
En especial los pintores han lamentado su deceso, Luis Morales Alonso, codirector del Instituto Nicaragüense de Cultura, en un comunicado ha expresado su pesar: “El INC lamenta profundamente el fallecimiento del gran Maestro de las Artes Plásticas, Armando Morales Sequeira, (1927-2011). Premio Ernest Wolf como el Mejor Artista Latinoamericano” (1957). El Maestro Morales ha mostrado su obra a nivel internacional en diferentes pinacotecas como la Galería Claude Bernard de París, el Museo de Arte Moderno de México o la Galería Belcher de San Francisco”.
También el comunicado del INC se refiere a Morales como “la figura relevante de las artes plásticas, no solo en nuestro país sino a nivel latinoamericano, como representante de la Nicaragua revolucionaria ante la Unesco en los años ochenta”.
Por su parte el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica (INCH) destaca el luto por la partida del más grande de los pintores nacionales, contándose entre los más representativos de los artistas latinoamericanos, siendo una gloria de Nicaragua. “Expresamos nuestras condolencias a su familia y hacemos votos por su eterno descanso”.
No obstante, la pintora Sarah Lynn Pistorius dijo sentirse impresionada por la pérdida y sobre todo admirar a un pintor que a lo largo de todo su trabajo dominó la técnica y el color “fundamentalmente es alguien con una luz que ha iluminado la pintura nicaragüense”.
LOS ESCRITORES
El Centro Nicaragüense de Escritores a través de un comunicado lamentó la muerte de Morales y dijo reconocerlo como el pintor nicaragüense más grande de todos los tiempos y deploró su muerte, por la pérdida que significa para las artes plásticas y la cultura nacional.
El comunicado de los escritores también refleja el valor de su pintura y sus logros alcanzados, la trascendencia internacional sin precedentes que alcanzó como pintor nicaragüense, pues logró exponer sus obras en diversas pinacotecas.
También reitera sus logros como el Premio Ernesto Wolf al Mejor Artista Latinoamericano, el galardón internacional JL Hudson & Co. Premio, en el Carnegie International de Pittsburgh, EE. UU. y en 1966 gana el Industrial Tandil, Premio en la III Bienal de Córdoba, Argentina.
CON GABO
De la obra pictórica de Morales, el escritor Gabriel García Márquez destacó en un largo ensayo que “Morales es capaz de pintar cualquier cosa, cualquier instante, cualquier sentimiento, sin someterlo a la servidumbre de ninguna moda. Es realista de una realidad que solo él conoce y que lo mismo puede ser del siglo XVI que del siglo XXI: el tema determina el modo”.
Y asevera el Premio Nobel de Literatura que solo después de conversar con él durante muchas horas, se preguntó “si él hubiera sido pintor de no haber nacido y crecido en Nicaragua. Un país de lagos y volcanes que muchas ocasiones retrató en sus pinturas sublime belleza.
Donde según el escritor “sus desafueros creativos se delatan a sí mismos de inmediato por una misma seña de identidad: el vasto silencio de sus cuadros, alumbrados aún a pleno día por la luna llena de Granada”.
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