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Tintín: ¿Indy 2.0?

Todavía recuerdo los libros de Tintín que leía en la biblioteca del Colegio Centro América. Generaciones de lectores previos los habían dejado desvencijados, con páginas rasgadas y costuras rotas. Eran cautivantes historias de aventuras, llenas de acción y suspenso, narradas con ritmo vertiginoso e ilustradas con sofisticado lenguaje visual. No sabía en aquel entonces que las novelas gráficas del belga Georges Remy, mejor conocido como Hergé, eran masivamente populares.

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Por: Juan Carlos Ampié

Todavía recuerdo los libros de Tintín que leía en la biblioteca del Colegio Centro América. Generaciones de lectores previos los habían dejado desvencijados, con páginas rasgadas y costuras rotas. Eran cautivantes historias de aventuras, llenas de acción y suspenso, narradas con ritmo vertiginoso e ilustradas con sofisticado lenguaje visual. No sabía en aquel entonces que las novelas gráficas del belga Georges Remy, mejor conocido como Hergé, eran masivamente populares.

Entre sus fans se encontraba el director Steven Spielberg, quien adquirió los derechos para llevar al personaje a la pantalla después de que alguien comparara a su Indiana Jones con el intrépido reportero de copete inmóvil. Tuvo que esperar 30 años para que los astros se alinearan y el resultado se proyecta ahora alrededor del mundo.

Las Aventuras de Tintín combina las historias de tres de los 25 libros originales: El Cangrejo de las Pinzas de Oro, El Secreto del Unicornio y El Tesoro de Rackham el Rojo. Tintín compra el modelo a escala de un barco en una feria callejera. No ha terminado de instalarlo en una repisa de su casa, cuando un escuadrón de misteriosos sujetos armados irrumpe en su vida. Acompañado de su infaltable perrito Milú, la persecución lo llevará a través del mar hasta Marruecos, y a conocer a su recurrente compañero de aventuras, el Capitán Haddock.

La película delata genuino cariño por el personaje y los libros. La pantalla está abarrotada de referencias a su mitología particular. La mayoría pasa demasiado rápido como para ser registrada o exigen un conocimiento enciclopédico de la materia. El respeto por el contenido original llega al extremo de no filtrar completamente el ánimo colonialista de los textos originales. También se conserva la actitud desenfadada ante el alcoholismo galopante de Haddock, concebido como pura fuente de comedia.

Spielberg, dirigiendo por primera vez un filme de dibujos animados, se siente liberado de las ataduras del mundo real. Algunas secuencias consisten en barrocos y extensos movimientos de cámara virtual a través de huracanes de acción. El director parece estar embriagado con la posibilidad de superar todo lo que ha hecho con Indy. El resultado es asombroso… hasta que deja de serlo. Como la típica película de acción moderna, “Tintín…” apila clímax sobre clímax, hasta el agotamiento.

A pesar de su impecable manufactura, la animación digital por captura de movimiento es conceptualmente problemática. Su énfasis en volúmenes, potenciados por la proyección en 3D la hace un estilo completamente contrario a la llamada “línea clara” de los cómics originales. Los movimientos de los personajes pueden ser reflejo computarizado fiel de los de los actores de carne y hueso, pero la tecnología sigue siendo incapaz de duplicar la expresividad del rostro y la mirada. Tenemos todo el movimiento, pero no la emoción humana. Es ahí donde el Profesor Jones no puede ser superado.

La Prensa Domingo película personaje Tintín archivo

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