Por Arnulfo Agüero
“Tengo miedo de repetirme”, expresa la joven poeta Alejandra Sequeira (1982) al referirse a su segundo poemario, que sigue en la sala de espera y sin un título final, porque quiere distanciarse de su primer libro Quien me espera no existe, poemario que trata el desamor, la muerte y el abandono, asuntos vividos o intelectualizados de su ars literaria.
Confiesa que ese texto — Quien me espera no existe , que fue publicado en el 2006—, las sombras de sus lúgubres imágenes la persiguen obsesivamente y no la dejan en paz. Estos poemas “le dolieron y fueron sus primeras creaciones”, desde entonces a la fecha, agrega, ha continuado leyendo a escritores extranjeros marcados por este sentir y gustos sintomáticos.
También ha creado su espacio virtual http://lilasbajoeltren.blogspot.com/ donde da a conocer parte de sus versos y actividades literarias declaradas por ella como “producto de la neurosis social y literaria”. Sobre el título de su blog, aclara que este se debe a poemas de la nostálgica poeta Alejandra Pizarnik, que hablan sobre las lilas y su sentir.
“Este ha sido un período muy dark (gótico y melancólico) de mi vida” y por eso sus poemas eran tristes, recuerda. Pero hoy, y viendo su vida en retrospectiva reconoce que los temas y lecturas de estos escritores dramáticos no la han abandonado a pesar de que ha intentado cambiar su biorritmo.
“Muchas personas usan la poesía como catarsis de sentimientos y emociones, y creo que a partir de mis 15 años funcionó así, ahora significa una profesión como cualquier otra, que disfruto hacerla, al final es un medio de comunicación”, se autorretrata.
“No sé si creer en el destino de que todo está trazado. Siento un gusto leer autores que han sido suicidas, de poetas que no necesariamente son del estilo de Walt Whitman celebrando la vida y todo lo demás. Creo que es un gusto que no es consciente. Los leo, me gusta, llena, conmueve. Esto ha influenciado lo que escribo”.
Cada nombre revela un destino:
Ofelia era el nombre de la muerte.
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Desamor: una situación que se puede tratar con bastante humor ácido
Muerte: punto de equidad entre todos los seres humanos.
Mujer: con mucha capacidad, pero no nos dejan expresarnos a plenitud.
Amigos: son para conversar, contarse las cosas, apoyarse, al final cada quien hace lo que le da la gana.
Familia: necesidad de comunicarnos, igual que los jóvenes estamos dispersos.
Rubén Darío: parte esencial de los nicaragüenses, no solo de los que hacemos poesía.
Carlos Martínez Rivas: no me canso de leerlo, y su libro Insurrección solitaria es un estandarte para mí.
Literatura nicaragüense: nada nuevo bajo el Sol. Es duro, pero es verdad.
Futuro: iba a decir negro, negro pero es trillado. Pienso en esa palabra y me agobia, estoy haciendo lo que puedo en el presente, y el futuro sinceramente no lo veo con mucha claridad.
Justicia: asunto pendiente
Paz: la vivimos en cierta medida
Olvido: a veces es necesario.
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Temas del desamor y la muerte con sus nuevas lecturas, señala, permanecen en el índice de su segundo libro Nada nuevo bajo el sol , título que no sabe si va a ser definitivo, esperando tenerlo concluido al final de este año y publicarlo el próximo.
EL PERFORMANCE
La necesidad de experimentar con otras expresiones artísticas y tratar de escapar temporalmente de la trampa donde se encuentra, se integró al performance Marilyn Proyect Ser rubia no es tan cool , junto a Madeline Mendieta y Mario Martz, fusionando la poesía, la actuación experimental y el audiovisual.
Este proyecto presentado en varias ciudades del país, cuestionó el mercado del cine de Hollywood, y su concepto de belleza. Asimismo sirvió para debatir con el público el papel de la mujer en esta sociedad actual.
Preocupada por el espacio limitado que se le sigue dando a la mujer en la literatura, ha levantado bandera en encuentros y festivales de México y Cuba. También se lamentó que en Nicaragua haya desaparecido la Asociación Nicaragüense de Escritores (ANIDE), por lo que sugiere volver a buscar nuevos espacios donde las mujeres escritoras hagan eco de sus voces.
Mientras tanto se está preparando, con otros poetas para el montaje de La puesta en el sepulcro, un homenaje a Carlos Martínez Rivas, que incluye poesía, danza, algo de música y audiovisuales, a presentarse en febrero en el VIII Festival Internacional de Poesía de Granada.
COCINA, INFANCIA Y POETAS
Si bien hay una marcada tendencia por el gusto dark y el aroma de sus lilas, su vida también tiene otros ribetes que contrastan su imagen de poeta triste. Por ejemplo, externa en tono de humor que “cocina rico”, y que ha sentido felicidad al ver la sonrisa en los rostros de los que disfrutan su sabor”.
Nació en Managua, 1982, Alejandra vivió hasta los 9 años en el barrio de Zaragoza, en León, estudió en el Colegio La Asunción de esa ciudad, su infancia fue feliz, a excepción de algunos episodios de separación de sus padres, y el abandono temporal de su madre que viajó a Cuba a sacar una maestría.
Esta separación de sus padres, y no contar con el cariño maternal le marcó sus horas de infancia. Estas experiencias grises y traumáticas fueron retomadas y reflejadas en su primer poemario Quien me espera no existe .
También de este período de su niñez le sirvió para encontrarse con Rubén Darío y sus poemas Margarita, Sonatina , entre otros, los que recitaba conmovida durante los aniversarios darianos en primaria.
Conocer a Darío la llevó a años posteriores a leer poemas de Joaquín Pasos, Ernesto Cardenal, Ana Ilse Gómez, y Carlos Martínez Rivas.
De los autores latinoamericanos, el escritor argentino Julio Cortázar sigue cautivándola y ejerciendo influencia. Otros son el italiano Cesare Pavese, autor de Trabajar cansa , quien tuvo un final trágico y el poeta bosnio Izet Sarajlic, dueño de una poesía sufrida y de un contexto de guerra. Estos escritores forman el espectro de sus preferidos, que lee a cualquier hora .
LOS CUERPOS
Alejandra Sequeira
La habitación de una suicida es como cualquier otra
aunque pretendamos pensar siempre lo contrario,
aunque:
los cuerpos y sus formas
los cuerpos y sus instrumentos
los cuerpos y sus razones, harán a veces alguna diferencia.
El cuerpo irrumpe el equilibrio cotidiano.
El cuerpo adultera las sacras y comunes leyes de la semejanza,
deja de ser —entonces— como cualquier otrala habitación de la suicida:
las cortinas relajadas o precisas
los viejos zapatos en el clóset
la lámpara tímida ante la oscuridad nocturna
la mesita de noche, que también será mesa de día
el amanecer que ronda y agasaja las ventanas
la tarde que se despide y mira de reojo
la silla intacta frente al librero adusto,
Missael sonriendo en una foto:
Todo se trastoca.
En este albergue los objetos me guarecen,
ellos son mi carta explicatoria,
dile a mis amigos que no los abandonen,
que los posean y coloquen en sus casas
que ellos
sus hijos y los hijos de sus hijos los posean
y coloquen en sus casas.
Sé que ya una palabra mía no bastará para sanarte
pero abre la puerta, no tengas miedo, la habitación de una suicida es como cualquier otra
aunque pretendamos pensar siempre lo contrario.
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