La serenidad y resolución que exhibía Nemesio Porras en sus días como bateador no la mostró ayer ante un ramillete de micrófonos, pero se expresó con claridad y optimismo, mientras se presentaba como el nuevo presidente de la Feniba.
Convertido en uno de los mejores artilleros en la historia del beisbol nica, Porras fue siempre un ejemplo de entrega y disciplina, lo que le permitió cultivar su talento, hasta mostrarse como un pelotero consumado en todos los ámbitos del juego.
Nemesio bateó sobre .300 en 19 de las 22 campañas que jugó. Ganó seis campeonatos de bateo. Voló en cinco ocasiones sobre .400 y se fue con un promedio de por vida de .354 en 5,007 turnos, el más alto de la historia. Y con la Selección bateó .336.
Pero al Nemesio que se va a evaluar ahora es al dirigente. Y aunque abundan los ejemplos, en los que saltos como este (de jugador a dirigente) no han funcionado, siempre me gusta darle tiempo al tiempo en lugar de precipitarme en el juicio.
Porras tiene muchas virtudes que indudablemente le serán útiles en esta nueva etapa. Es organizado. Suma, evita la confrontación, tiene liderazgo y prestigio. Quizá necesite ser más firme en algunos aspectos, pero tiene buen potencial.
Falta descubrir qué tiene en mente con el beisbol nacional, que necesita algo más que ligas juveniles y la conformación de la Selección. Este beisbol sigue necesitado de un plan que lleve a transformaciones serias.
Solo con el tiempo vamos a saber si Porras es la persona correcta para un puesto desde el cual se puede dejar huellas, como lo hizo Carlos García, o se pasa inadvertido, como les tocó a otros.
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