Ricardo Albillos /EFE
El taquillazo de la saga Crepúsculo ha hecho que Hollywood ponga sus ojos en Kristen Stewart, de 22 años, quien apuesta por la versatilidad y, además de Blancanieves y la leyenda del cazador , también ha participado recientemente en En el camino , la adaptación de Jack Kerouac.
En su presentación en Madrid (España) de Blancanieves y la leyenda del cazador , una versión sorprendente y rompedora de la heroína del cuento, dirigida por el novel Rupert Sanders, Stewart aseguró que nunca soñó con ser Blancanieves ni tuvo vestidos de princesa cuando era niña.
“De pequeña yo tenía una armadura en mi casa”, dijo este nuevo ídolo adolescente. “Lo que me atrajo de este papel era que no se parecía nada a la Blancanieves que todos pensamos”.
“Es importante que no presentemos a las heroínas como mujeres que muestran desesperadamente su valía. Ya no está de moda ese tipo de películas feministas, y la mujer fuerte ya nada tiene que ver con esta actitud”, apuntó también.
En una entrevista con la Agencia Efe durante el último Festival de Cannes, y recordando su participación en Crepúsculo cuando tenía 17 años, Stewart advirtió que entonces estaba obsesionada con decir las frases perfectas, porque había leído los libros y sabía lo que los fans esperaban de ella.
Pero más allá de decorados y paisajes, esta nueva versión de Blancanieves, que se estrena mañana en todo el mundo, llega a las pantallas con un gran duelo de personajes y de actrices. Charlize Theron presta su tremenda belleza y su talento al estereotipo por excelencia de las malas del cine, la malvada madrastra, esa mujer que en el cuento original se disfraza y habla con un espejo y que en esta versión tiene más poderes que cualquier superhéroe de la Marvel.
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Además, la actriz estadounidense rebajó su creciente cotización profesional: “Cuando crees realmente que todo el mundo te mira en el bar exclusivamente porque haces películas… Nunca he querido ser una mercancía, nunca he querido eso, porque si no, empiezas a traicionarte a ti mismo”.
Y añadió, poniendo el énfasis en tener bien asentados los pies en el suelo tras su todavía corta pero brillante carrera profesional: “Hay gente que hace eso, que cultivan y fabrican personalidades que presentan y en ello son buenos, son grandes actores que se inventan personajes en cada entrevista (…), pero después de un cierto tiempo te das cuenta de que no eres nadie al tratar de satisfacer a todo el mundo. Tratando de ser cientos de personas diferentes al final no eres nadie”.
Así que la fama que ahora le rodea no le condiciona en absoluto su vida: “Me siento muy libre de hacer todo lo que quiero. Desde una perspectiva exterior puede parecer que no tengo libertad ahora, pero en realidad tengo más, tengo acceso a más cosas”.
UNA ESTRELLA MUY RENTABLE
La intérprete se convirtió el pasado año en la estrella más rentable de Hollywood, según la lista de la revista Forbes : por cada dólar que cobró, los estudios ganaron con ella una media de 55.83 dólares.
En el reciente Festival de Cannes, Stewart deslumbró a la concurrencia de la alfombra roja en el estreno de Cosmopolis , la película de David Cronenberg, protagonizada por Robert Pattinson, su compañero en la saga de Crepúsculo .
La actriz lucía un vestido rojo de vertiginoso escote y acudió acompañada por Tom Sturridge, uno de los actores con los que compartió cartel en En el camino .
Curiosamente, antes del papel de Bella, Stewart aceptó participar, cuando solo tenía 16 años, en En el camino , la adaptación de la novela de Jack Kerouac, a las órdenes del brasileño Walter Salles.
No obstante, pasaron algunos años hasta que aquel proyecto se realizó, lo que le dio tiempo a rodar las cuatro entregas de Crepúsculo y hacer de Blancanieves en Blancanieves y la leyenda del cazador.
Con En el camino , su objetivo era “descubrir algo a la gente y no ofrecer un producto empaquetado”. Para ella, esta película supuso alcanzar una meta en su carrera, la de “estar orgullosa de algo con lo que los demás pudieran identificarse”.
Su reciente popularidad no le impide privarse “de nada. No dejo que nadie me impida hacer algo”, lo que no quita para que posea deseos normales, como tener una familia. “Pero no tengo ni idea de dónde estaré a los 40”.
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