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Mario B. Alonso I.

Rubén Darío, rey de las letras españolas

Llamamos a Rubén, Príncipe de las Letras Castellanas. Podría ya ser tiempo para llamarle de acuerdo con su contribución literaria-filosófica, su validez y actualidad y su ámbito histórico y espacial de impacto. Podríamos, además de haber sido declarado el Personaje Latinoamericano del Milenio, llamarle: Rey de las Letras Españolas. Las consideraciones a continuación.

Rubén fue y continúa siendo una erupción literaria-filosófica única, aislada y no igualada, con impacto renovador y universal en el idioma español, y con la única explicación racional de la genialidad. Sin duda, el nicaragüense —y de otros lares— para enseñar de todos los tiempos.

El genio y su impacto. Rubén Darío, niño: Se da un milagro de genialidad. Rubén, joven: Crece el milagro. Rubén, adulto: Se consolida el milagro. Rubén, hoy: Continúa el milagro y su impacto.

Rubén, maestro del verso y de la prosa, libertador y renovador del idioma español, tiene una producción literaria con fuerza fuerte e indetenible, con musicalidad de ensueño, con armonía verbal majestuosa, con pasión apasionada, con manejo del lenguaje riquísimo y único, y con impacto cada día más hispanoamericano, más universal, más ecuménico, más humano y siempre presente.

Al viajar por su verso y prosa, también se siente y oye su pensamiento sobre filosofía de la vida y sociología política. Al retrotraernos al poeta niño entendemos ese sentimiento que se repite en el fondo de su producción: “Yo supe de dolor desde mi infancia; Mi juventud…; ¿fue juventud la mía?” Solo basta leer – entre otros —A J. Enrique Rodó, Salutación del optimista , Lo Fatal, Los motivos del Lobo, Cristo, A Roosevelt, Anagke, A Colón, Oda a Mitre, Canto a la Argentina, La Cartuja, Gesta del Coso, Poema del otoño, Nocturno, Canción de otoño en primavera— para sentir su mensaje filosófico y político.

Estar con Darío es un obsequio para nuestro intelecto y espíritu. Rubén impactó el pensamiento desde su erupción literaria a nuestros días y “la bola pica y se extiende”. Renovó la forma y la métrica y liberó a la expresión hablada y escrita de los hispano parlantes, hoy idioma español.

Español o castellano. Ambos nombres, como idioma, son sinónimos. Pero hay diferencias entre ellos, principalmente por aspectos lingüísticos, de origen y formación, históricos, geográficos y de cobertura.

El castellano como tal es una lengua prácticamente extinta, la forma más común de hablar en España hasta el siglo antepasado. Castellano, viene del latín, “castellanus”, que significa de Castilla, reino medioeval en el centro de España, lugar con muchos castillos. Castilla, sede histórica del gran vetusto castellano, hoy se comunica en español. Y como dijo Rubén: “E dulce’e lozana, e grata e fermosa, era la sabrosa fabla castellana”.

El español es idioma oficial de 21 países (en España se llama también castellano, por asociación con Castilla) y uno de los idiomas oficiales (no dice castellano) de muchas organizaciones internacionales. Lo hablamos unos 600 millones de personas. El español, como otras lenguas romances, es una variante tamizada, ajustada y moderna del latín hablado del siglo III. Por su propagación en América, el español es la lengua romance con mayor difusión, así como con mayor riqueza y consistencia, mucho por influencia de Darío. Según la Real Academia Española (nótese el nombre) de la Lengua, la palabra español viene del provenzal “Espaignol”, y este del latín medieval “Hispaniolus”, que significa “de Hispania”: Península Ibérica y las Baleares.

La invasión musulmana a España del siglo VII, genera dos zonas lingüísticas. El Al-Andalus, con dialectos romances influidos por el árabe, además del árabe y bereber. Y la zona central-norte de los nuevos reinos cristianos, con una evolución lingüística lenta y divergente, surgiendo varias modalidades: la castellana, catalana, navarro-aragonesa, astur-leonesa y gallego-portuguesa. La vasca es antigua y se mantiene. Desde finales del siglo XI se inicia una asimilación entre ellas, formando una lengua común, el español, según una escuela. Otra escuela mantiene el predominio del dialecto castellano en la formación del español y su expansión por un proceso de castellanización en España.

Alfonso X de Castilla y León (1252-1284) afianza el castellano/español, permitiendo su reconocimiento oficial con el latín. Durante la Reconquista, el castellano/español se comenzó a extender por casi toda España. Con el descubrimiento de América se expandió a casi todo el continente. Los estados latinoamericanos al independizarse, iniciaron procesos de unificación lingüística, culminando con la presencia del español desde California a Tierra del Fuego, incluyendo su enriquecimiento por las lenguas vernáculas.

Hay que considerar también que Hispanoamérica es más que 21 países, incluyendo España y unas 500 millones de personas con español como lengua madre, además de Filipinas. Castilla es una bella provincia de España. Y aunque castellano y español se pueden usar indistintamente, son un tanto diferentes, según lo antes mencionado. Por ello me inclino al nombre “español” y por ser este como más moderno y contemporáneo, más aún después de Darío.

Rey o príncipe. El príncipe es un rey en formación, aun sin llegar a la cima, que en algunos casos no llega y sin menoscabo a las figuraciones románticas usadas. El rey ya está formado, con pleno impacto, llegó a la cima y sigue reinando (por derecho divino en el Medioevo y por mandato legítimo del pueblo en nuestros días). Rubén reina, más que cualquier otro hispanoparlante, tanto por mandato del cielo con su genialidad, como por su contribución y actualidad.

Y el Señor mandató al Cielo en el octavo día: ¡Hágase un rey! Y el rey fue, en Metapa, hoy Darío, Matagalpa. Se inició en la tradicional León y se expandió a las Américas, al Viejo Continente y al mundo. Así, con Rubén, cuando “la juventud divino tesoro” se haya ido para no volver, y que hayamos tenido la oportunidad de librar nuestro intelecto de pensar bajo, y antes de que hacia Belén la caravana pase, sepamos hacia adónde vamos y de dónde venimos. Y, paz hermano lobo. Así sea esperanza la visión permanente en nosotros.

Rubén Rex, desde los cielos, vela por “tus pueblos que rezan a Jesucristo y lo hacen en español”.

El autor es Desarrollista y doctor en Derecho. El Molino, Matagalpa.

Opinión letras españolas Rubén Darío archivo
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