Dedico este artículo a la memoria del joven Jean Paul Genie, asesinado por los escoltas del general Humberto Ortega Saavedra el 28 de octubre de 1990.
Gran despliegue en los medios de comunicación nacional tuvo la visita al país de Humberto Ortega Saavedra, hermano del presidente inconstitucional de Nicaragua, Daniel Ortega. Don Humberto fue invitado a participar en la conmemoración del 25 Aniversario del Acuerdo de Esquipulas II, y por lo visto, se ha convertido en todo un oráculo para periodistas, empresarios, políticos, etc. pues cada vez que abre la boca para dar una opinión, sus palabras se riegan como pólvora y se toman como consejos “iluminados”.
Es lamentable el vicio que existe en Nicaragua de hacer “borrón y cuenta nueva” de la historia, con tanta facilidad. Quien no conoce la trayectoria de Humberto Ortega se creerá que es un verdadero candidato al Premio Nobel de la Paz, como mínimo. Nadie se ocupa de recordar su nefasta actuación durante la década de los ochenta. Parece que cuando hay tanto dinero de por medio, como tiene ahora el otrora jefe del Ejército Sandinista; la sociedad nicaragüense practica el “borrón y cuenta nueva”, y de la noche a la mañana se olvidan actos criminales, delictivos y de lesa humanidad. Por supuesto que el FSLN cuando llegó al poder por el triunfo de la Revolución, el 19 de julio de 1979, nunca dejó de recordar las “atrocidades” de la dictadura somocista; hasta llegar al punto de eliminar al exdictador Anastasio Somoza, que por cierto ya se encontraba a miles de kilómetros de distancia.
Como parte de las apreciaciones que tiene don Humberto Ortega del gobierno de su hermano, expresó que “en Nicaragua hay problemas, pero no hay una dictadura como la que enfrentamos con Somoza, que cerró todos los espacios y nos llevó a asumir las armas y la violencia frente el poder; frente a las expresiones equivocadas autoritarias que todo poder tiene hay que saber responder”. Me permito aclararle, que el gobierno de su hermano, sí es una dictadura; no como la de Somoza en la forma, pero en el fondo es idéntica. Daniel Ortega ha permanecido en el poder violando la Constitución, haciendo fraude en las elecciones y reprimiendo con violencia a quienes protestan contra sus abusos; igual que Anastasio Somoza lo hizo. La actual dictadura, igualmente, tiene al servicio de su familia a las fuerzas armadas del país, a saber, el Ejército de Nicaragua y la Policía Nacional. Tanto Somoza como Ortega han tenido el control total y absoluto, no solo de su partido, sino de todos los poderes del Estado. E igual que lo hizo la familia Somoza, la familia Ortega maneja el erario como propio, se ha adueñado de empresas de diversa índole, que le venden bienes y servicios al Estado, de medios de comunicación, de terrenos, repartos, etc. El de Daniel Ortega ha sido un gobierno autoritario, que se ha aliado con el gran capital de Nicaragua y tiene a la mayoría de la población en la ignorancia, dándoles unas pocas dádivas para conseguir su apoyo, pero ningún beneficio a largo plazo para que salgan de la pobreza. Al menos durante el somocismo las escuelas públicas eran muy buenas, ahora son un absoluto desastre.
En Nicaragua no se debería de promover la imagen de una persona que cuando ostentó el poder fue capaz de crear tanto odio entre los nicaragüenses. Dijo, allá por el año 1981, el general Humberto Ortega, lo siguiente: “Aquellos que consciente o inconscientemente apoyen los planes del imperialismo si no se incorporan a la defensa, cuando se produzca la agresión serán los primeros en aparecer colgados a lo largo de los caminos y carreteras del país ”.
¡La Patria vive, la lucha sigue!
La autora es sicóloga
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A
