Eduardo Enríquez
Arrancó pues la campaña para las elecciones municipales bajo la sombra del fraude del 2008 y la total incertidumbre sobre los resultados de las elecciones generales del 2011. Esto, más el hecho que una vez más son los mismos funcionarios fraudulentos los que están organizando la nueva elección da como resultado lo que estamos viendo, falta de ambiente, apatía y falta de recursos para la oposición.
Sin embargo, de nuevo, al ciudadano no le queda más que votar. He escuchado a muchas personas decir que ir a votar no tiene sentido si de todas maneras sus votos no van a ser contados. Ante lo que hemos vivido en los últimos cuatro años ese argumento de buenas a primeras parece tener sentido. Pero yo sostengo, a pocas semanas de las elecciones, que debemos ir a votar.
La principal razón es que no hacerlo es de antemano cederle la victoria al orteguismo. No podemos hacerle la cosa fácil.
Además, hay que tomar en cuenta que esta no es una elección, sino que son 153 diferentes elecciones. Decir que además de todas las irregularidades electorales tampoco vale la pena votar porque la oposición está postrada, no tiene propuestas y sus representantes están desacreditados por la falta de iniciativa que tienen no es del todo correcto. La verdad es que en Nicaragua hay municipios donde sin duda el orteguismo gana sin necesidad de robar, pero hay otros donde nunca ha ganado, todavía hay otros donde ganó solo porque cometieron fraude y además hay otros donde la oposición puede pelearla dependiendo del candidato y la propuesta que presenten, por lo tanto cada caso es único y no se puede entregar la maleta de entrada.
Veamos el caso de Managua, por ejemplo. Es cierto que el orteguismo no va a entregar la capital porque o las gana por las buenas o las gana por las malas. Sin embargo, esta Administración ha sido desastrosa, no tiene una sola obra qué mostrar en beneficio de los habitantes, la falta de transparencia ha sido pasmosa, la basura está por todos lados y cada vez que llueve las inundaciones están por dondequiera.
Debo reconocer que el régimen sí ha hecho algo bueno en Managua que no me explico cómo no lo pudieron hacer administraciones anteriores: cambió la flota de buses por buses nuevos. Pero además mantuvo el precio del pasaje en 2.50 córdobas. Sin embargo esto es obra del Gobierno Central más que de la Alcaldía.
Además, una alcaldía es mucho más que eso. Esta ciudad no va para ningún lado, no hay un plan de desarrollo, de modernización, de atracción de inversiones, no hay un plan para hacer la ciudad más segura y más habitable. Managua es sucia, caótica y hostil. Es tarea de la Alcaldía resolver esos problemas. Esta Administración, que va inconstitucionalmente buscando la reelección, ha demostrado su incapacidad para lidiar con estos problemas.
Estoy seguro que si la gente saliera a votar masivamente la fórmula Torres-Armas no lograría más que el voto orteguista que vota por sus candidatos porque así se lo ordena el caudillo, pero el resto de ciudadanos preferiría otra opción. Entonces de salir todo mundo a votar el orteguismo sí que se tendría que robar la elección.
Esto debe repetirse en cada uno de los 153 municipios, pero el ciudadano no solo tiene que votar sino estar listo para exigir, por todas las vías cívicas que tenga a su alcance, que los resultados electorales se conozcan y que se conozcan en detalle, junta por junta, como lo ordena la Ley Electoral en su artículo 129.
El artículo dice claramente: “El Consejo Supremo Electoral a medida que reciba los fax de transmisiones o informes de los resultados del escrutinio, de inmediato los hará del conocimiento de los fiscales acreditados ante dicho Consejo y dará a publicidad informes parciales provisionales, detallados por Junta Receptora de Votos (JRV)”.
Si el Consejo no cumple con la Ley, los nicaragüenses estarán en su derecho de manifestarse y presionar para que cumpla. Sobre todo porque en esta ocasión la Alianza PLI está prometiendo tener todas las actas de las JRV ya que en cada junta tiene un miembro y garantiza poner un fiscal. En cada municipio tiene un miembro del CEM, en cada departamento tiene un miembro del CED, en el 50 por ciento de los casos ese miembro de la Alianza PLI será el presidente. En el otro 50 por ciento será el primer miembro. Si la Alianza PLI cumple con lo que promete entonces se podrá saber dónde el CSE está dando los datos correctos y dónde no.
Pero para poder “pelearla” primero la gente tiene que salir a votar. Si uno no sale a votar entonces no hay nada que defender. Y segundo, uno debe estar dispuesto a presionar y demandar que se cumpla con la Ley y que se respete la voluntad ciudadana. Votar y protestar cívicamente ante los abusos del Gobierno no solo es un derecho sino un deber. Si se las roban y no hacemos nada —otra vez— entonces no podemos llamarnos ciudadanos.
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