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Pedro Belli

El poder del “dedazo”

“La acumulación de todos los poderes, ejecutivo, legislativo y judicial en una sola mano… es la verdadera definición de tiranía”. James Madison, Federalista 47, 1788

A pesar de que nuestra Constitución pretende establecer una separación de poderes, la manera en que establece la elección de los diputados conduce a la concentración del poder y en efecto anula la separación de los poderes.

Como es ampliamente conocido, nosotros tenemos que votar “en plancha”. Cada partido presenta una lista de candidatos en una papeleta y nosotros votamos por los candidatos del partido de nuestra preferencia. No podemos votar por un candidato del FSLN, otro del PLI y otro del PLC. O votamos por todos los candidatos de un partido o no votamos por ninguno.

La boleta de cada partido tiene tantos candidatos como escaños hay en la Asamblea y los diputados se eligen en proporción a los votos obtenidos por su partido. Digamos que hay cien escaños y tres partidos. Supongamos que un partido obtiene 45 por ciento de los votos, otro el 35 por ciento y el tercero 20 por ciento. Al primer partido le tocarían 45 diputados, al segundo 35 y al tercero le tocarían 20, en proporción a los votos obtenidos.

Los diputados salen electos en el orden en que aparecen en la lista de sus respectivos partidos. Así, solo los 45 primeros de la lista del primer partido y solo los primeros 35 del segundo y los primeros 20 del tercero saldrían electos. Evidentemente, el interés vital de los candidatos es aparecer en los primeros puestos de la lista de sus respectivos partidos para asegurarse un escaño.

¿Quién decide el orden de los candidatos en las listas? Tradicionalmente, esta ha sido la prerrogativa de los caudillos, usando el sistema del famoso “dedazo”. Los caudillos de los partidos formulan las listas de diputados sin consultar al pueblo. Y el pueblo vota sin conocer a fondo a los diputados.

Las consecuencias del sistema son fatales para la democracia, porque conduce al fraccionamiento de los partidos y a la concentración del poder. Los políticos saben que para ser electos tienen que asegurarse un puesto alto en la lista de un partido. A todo político que no logre aparecer entre los primeros puestos de su partido le conviene formar un nuevo partido o unirse a un minipartido para colocarse a la cabeza de una lista y mejorar así sus probabilidades de ser electo diputado.

Pero el más grave defecto de nuestro sistema es que conduce a la concentración del poder, ya que demanda lealtad absoluta de los diputados hacia sus caudillos, so pena de caer en desgracia. Consecuentemente, los diputados casi sin excepción votan en bancada. Para ellos, lo importante es obedecer al caudillo. Si algún diputado vota en contra de los deseos de su caudillo o partido, la venganza no tarda en llegar. Los diputados, por lo tanto, tienden a votar según las directivas de los caudillos y de los partidos.

La elección de los diputados por el sistema proporcional, unido a la potestad que nuestra Constitución le concede al presidente para nombrar a los magistrados, conduce a una enorme concentración del poder y sitúa al pueblo a merced de un puñado de personas (una, en la actualidad). La Constitución es más apropiada para una oligarquía, que para una democracia. De allí, el poder del “dedazo”.

El presidente somete a la Asamblea los nombres de tres candidatos para cada magistrado de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo Supremo Electoral y la Asamblea escoge a uno de los tres candidatos. Si los diputados no son independientes del presidente, la Asamblea nombra al candidato que el presidente prefiere y así este puede controlar los tres poderes con toda facilidad y establecer una verdadera tiranía. Los diputados esencialmente transfieren su poder decisorio a los caudillos, dejando al país en manos del presidente y de los dos o tres caudillos jefes de los partidos. James Madison, principal autor de la Constitución de los EE. UU. lo previó y nuestra historia lo ha confirmado.

Para establecer una auténtica separación de poderes es necesario romper el vínculo entre diputados y caudillos y fortalecer el vínculo entre diputados y pueblo. Necesitamos adoptar un sistema que nos permita elegir individualmente a los diputados, lo cual facultaría al pueblo para sancionar o premiar a los diputados directamente, según su actuación. Estos objetivos se lograrían adoptando el sistema uninominal de elegir a diputados, como se estableció en la Constitución de 1893, conocida como la Libérrima.

Bajo este sistema, los diputados se eligen en forma parecida a la que elegimos a los alcaldes. El país se divide en distritos electorales de más o menos igual población cada uno y cada distrito electoral elige a su diputado, así como los habitantes de un municipio eligen a su alcalde. Esto conduce a que el pueblo, no los caudillos, decida el destino de los diputados. Además, sienta las bases para una verdadera democracia representativa y una fuerte separación de poderes. Si tuviéramos la oportunidad de hacer un solo cambio a nuestra Constitución, este sería el cambio que yo haría.  

El autor es economista.

Opinión dedazo poder archivo

COMENTARIOS

  1. J.Ignacio Cardoze
    Hace 12 años

    Para el nica es difícil precisar “democracia”, se necesita cambio de elegir diputados pero tambien otros muchos para acercarse un poco a democracia, mientras tanto solo es caricatura de la misma Para el nica la democracia es como la religión; “algo que pretende practicar pero que ni entiende ni sabe que es, ni como es, ni en que realmente consiste” así que acaba practicando una superstición

  2. Ra Fla
    Hace 12 años

    Algun dia aparecera un individuo lleno de amor patrio y lo secunden otros con los mismos ideales y hagan producir un verdadero estado de derecho para Nic. que necesita tanto para poder crecer.

    De reptiles estamos artos, tanto por la variedad como del tamano, los cuales nos degustan a su gusto y antojo cuantas veces lo deseen.

  3. oswaldo quezadao
    Hace 12 años

    Yo creo que esta y muchas otras propuestas positivas deberían de retomarlas los diputados de la oposición y formular anteproyectos de ley cuyos beneficios le sean ampliamente explicados a la población. No importa que no se obtenga los votos suficientes por la aplanadora gubernamental, pero quedaría consignado en blanco y negro. Eso sí, ANTES la oposición debería reformar sus propios estatutos para democratizar sus formas internas de elecciones.

  4. yuri Barquero González.
    Hace 12 años

    Es una reflección con mucha saviduría expone el problema, lo juzga, ahora tenemos que actuar, tratando de abrirle los ojos a los nicaraguenses que se dejan embolver por el populismo danielista que es igual al de Cadafy, ellos predican una cosa y hacen todo lo contrario son peores que los Somoza, desde todos los entes que maneja el gobierno, incluyendo los colegios, se manipula a los ciudadanos, se pisotea y se enrriquesen a costa de todos.

  5. luis
    Hace 12 años

    Es una buena propuesta, en otros países ya existe por eso cuando los parlamentarios van a votar por algo lo piensan porque aparte de darle cuentas al caudillo también tienen que darle cuentas al pueblo y ahí tienen que sopesar a cual tienen que oír, pero acá en Nicaragua como no hay nada de eso, entonces hay un desmadre en la asamblea nacional.

  6. roberto
    Hace 12 años

    dificil, porque lo primero que hay que pensar, quienes o quien tomarian las riendas del pais? sabemos que eso de los Caudillos en nuestro patio politico, simplemente ha sido una enfermedad contagiosa que ha perdurado a traves de los diferentes gobiernos que han pasado por la casa presidencial, a partir de la caida de los Somozas, y por esa razon hoy somos desgobernados por Ortega y su tropa de lacayos.

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