Javier AJA-EFE
Una semana después del Halloween de 1847 llegó al mundo en Dublín el escritor Abraham (Bram) Stoker, quien celebraría hoy su 165 cumpleaños si hubiese disfrutado de la vida eterna que le concedió a su personaje más famoso, el conde Drácula.
El olor de las fogatas o las imágenes de las máscaras de una fiesta que celebra la visita de los muertos a este mundo quizá flotaban todavía en la cabeza del pequeño Bram cada 8 de noviembre, el día de su cumpleaños.
Su historia ficticia realza el vampirismo, protagonizado por el misterioso personaje de Drácula. Diversas fuentes dan a conocer que posiblemente esta historia está basada en el personaje real de Vlad Draculea, “Vlad el Hijo del Demonio” también llamado Vlad Tepes, o “el empalador”.
Además de su 165 cumpleaños, Irlanda está celebrando también este año el centenario de su muerte con diversos actos que, sin embargo, no han logrado situarle a la misma altura que otros gigantes de las letras irlandesas como James Joyce, Samuel Beckett o Oscar Wilde.
Tal vez se deba al hecho de que Stoker pasó la mayor parte de su vida adulta en Londres, donde trabajó durante casi tres décadas en el Teatro Liceo, y de que su fama se deba casi exclusivamente a un solo título.
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Muertos como el aristócrata transilvano salido de su imaginación, un conde atormentado al que Stoker resucitó como un vampiro o “nosferatu”, vocablo cuya etimología no está clara, pero que el escritor creía que significaba “no muerto” en algún dialecto rumano.
LA CASA DE STOKER
Ni siquiera la casa dublinesa en la que nació tiene aún una placa que diga que ahí vivió durante su infancia el creador de una leyenda terrorífica y todo un superventas, así como de otras 11 novelas, tres colecciones de relatos cortos y cuatro obras de no ficción.
Con vistas a la bahía de Dublín y al parque de Fairview, no es difícil imaginar el paisaje misterioso y tenebroso que el joven autor podía disfrutar desde su ventana en cuanto llegaban las neblinas del otoño.
Durante más de ochenta años, la casa estuvo ocupada por la familia Keegan, que, por algún motivo, se negó en repetidas ocasiones a identificarla con una inscripción como el lugar de nacimiento de Bram Stoker.
Desocupado desde 2010, el domicilio fue puesto en venta a principio de este año con un precio inicial de 750,000 euros, pero ni siquiera una casa, quizá, hasta encantada, que “cruje y gime por la noches”, según anunciaba la inmobiliaria, ha aguantado el mordisco de la crisis económica que sufre Irlanda.
Al final, un comprador anónimo adquirió el pasado septiembre el 15 de Marino Crescent por 570,000 euros, pero se desconoce, de momento, cuáles son sus planes.
ESCONDITE DE JOYAS
Además de su interés literario, la casa de Fairview tiene también un interés histórico, pues en ella se escondieron algunas joyas de la corona rusa durante la revolución bolchevique de 1917.
La madre del político irlandés Harry Boland ocultó en la mansión unas alhajas que el dirigente nacionalista usó como seguro para hacer frente a un préstamo que concedió a los revolucionarios rusos, a los que conoció en 1918 durante un viaje a Estados Unidos, cuando Irlanda luchaba por independizarse del Reino Unido.
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