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Caricatura del genial Róger Sánchez. ¿Injerencismo o servilismo?

Humor den los tiempos de las dictaduras

Nunca un dictador se ha visto tan ridículo ni el poder tan patético como en la obra de los grandes caricaturistas nicaragüenses que documentaron los malos días de los Somoza. Hombres que tuvieron suficiente talento y humor para hallarle la gracia a los abusos de un régimen.

Por Amalia del Cid

Nunca un dictador se ha visto tan ridículo ni el poder tan patético como en la obra de los grandes caricaturistas nicaragüenses que documentaron los malos días de los Somoza. Hombres que tuvieron suficiente talento y humor para hallarle la gracia a los abusos de un régimen.

También tenían valor. Se atrevieron a realizar crítica política —y publicarla en periódicos— en tiempos de dictadura, aunque eso les costara el exilio, como pasó con Antonio “Toño” López, uno de los cuatro fantásticos caricaturistas de esos tiempos.

Los otros tres son Alberto Mora Olivares (el gran AMO), Salomón “Chilo” Barahona y Róger Sánchez. Sus críticas eran tan duras que el poeta chontaleño Guillermo Rothschuch Tablada escribió en sus Apuntes sobre la caricatura y la historieta en Nicaragua que “el somocismo primero perdió el humor, después el poder”.

“Chilo” se consagró con Panchito y la Rana ; de Toño López se recuerdan sus publicaciones en Flecha , La Semana Cómica , La Noticia y La Nueva Prensa . Por ese entonces había muchos diarios en Nicaragua.

A Róger Sánchez se le asocia más con el humor erótico; pues al entrar a Barricada, en el 79, se configuró como un “caricaturista revolucionario” y “ya no tuvo a quien criticar”. “Él pudo haber sido muy bueno al dibujo, pero periodísticamente no tuvo notoriedad”, señala el historiador Bayardo Cuadra.

Pocos recuerdan el paso de Sánchez por LA PRENSA, Diario en el que publicó sus primeros “muñequitos”, desde abril de 1978. Eran críticas contra Anastasio Somoza Debayle. Y muy ácidas. Como ese dibujo en que el dictador aparece sentado sobre un barril de pólvora, con mecha encendida y una etiqueta que reza: Nicaragua.

La caricatura apareció el viernes 12 de enero de 1979, cinco meses antes de la caída del régimen que hizo de nuestro país una finca durante 42 años.

Sin embargo, hasta Guillermo Rothschuh Villanueva, quien dedicó un libro, El hereje confeso , a la memoria y obra de Róger Sánchez, niega que el caricaturista haya publicado dibujos en LA PRENSA.

Pero el mismo Róger, en su libro Muñequitos del pueblo , dejó constancia de que se inició “a la brava” y en el Diario LA PRENSA, sin haber recibido un solo curso de dibujo.

Así, novato y todo, se atrevió a decirle a Somoza Debayle que no era “ni chicha ni limonada”. Róger sí criticó a la dictadura y ese es un mérito que seguramente los historiadores tendrán que reconocerle.

EL HOMBRE DE AMO

Nicasio es el personaje más recordado. Se publicaba en LA PRENSA y era un nica flaco, chirizo y bigotudo que, pese a su pobreza, siempre estaba de humor para ridiculizar a Somoza Debayle y expresar así el sentimiento de un pueblo.

En una tira, incluso, Nicasio

sugirió que, debido a que el dictador (“titular”, le llamaba él) ya tenía barcos, aviones, tanques, finquitas y casitas, en su cumpleaños había que regalarle lo único que le hacía falta: las “ganas de dejar Tiscapa”, donde se encontraba la casa presidencial.

Nicasio tenía un humor filoso y analítico; pero AMO era muy tímido, recuerda el historiador Roberto Sánchez, quien fue periodista de LA PRENSA. “Le decían el ‘ahuevado’, porque siempre parecía ‘ahuevado’ toda la vida. Era como triste”.

Alberto era, además, humilde como pocos. “Yo tenía mi oficina pegada a la de él y a veces nos llamaba: ¿cómo la ven? ¿cómo la ven? ¿cómo la ven? Era muy sencillo. Me impresionaba su humildad”, cuenta el periodista.

A él mucho lo respetaban, asegura Sánchez. Nunca lo mandaron al exilio, porque él solo era un caricaturista brillante, a diferencia de “Toño López”, quien pertenecía a un grupo de intelectuales opositores a Anastasio Somoza García, que hacían política activa. Entre ellos Manolo Cuadra.

“A ‘Toño’ López lo sacaron varias veces a pie y descalzo para Costa Rica. Lo reprimieron, estuvo en el exilio. Somoza era implacable y grosero”, apunta. Pero, agrega, hay que tomar en cuenta que “Toño” López era un caricaturista fuerte, mientras que Panchito y la Rana , de “Chilo” Barahona, aunque con diálogos extraordinarios, era menos corrosivo.

HERENCIA

De los viejos caricaturistas, los actuales aprendieron, sobre todo, dos cosas: que la crítica es un aguijón para el poder y que la historia en verdad tiende a repetirse.

“Es decepcionante ver cómo se repiten temas como la corrupción, el caudillismo, los excesos de poder, el nepotismo, las reelecciones, el zancudismo… décadas y décadas con lo mismo”, lamenta el caricaturista Pedro Molina.

Y Manuel Guillén, quien se caracteriza por sus mordaces críticas al Gobierno, reflexiona así: “Ahora hay desarrollo tecnológico; pero el ingenio, la agudeza y el tipo de mensaje que aguijonea al poder de turno, sigue siendo el mismo”.

La Prensa Domingo dictaduras Humor archivo

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