José Denis Cruz
De niño vivió en la mina El Limón, en el departamento de León. Admiraba el trabajo de los ingenieros y más de una vez se dijo que él quería estudiar Ingeniería Civil. “Ahí vi la diferencia social que había entre un profesional y un obrero de las minas”, dice.
Este hombre de sonrisa fácil y de ojos vivos que habla con las manos es un ingeniero que conoce Nicaragua como la palma de sus manos. Su nombre es Salvador Ayestas, tiene 83 años y más de la mitad de ellos los ha dedicado a la localización y diseño de caminos y carreteras.
“Yo he soñado con Monkey Point. Es algo ideal para la economía del país”, dice Ayestas. También sueña con un canal seco por Nicaragua que logre comunicar el Mar Caribe con el Océano Pacífico.
Salvador Ayestas se graduó en Ingeniería Civil en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1963.
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Él ha retado a las montañas. Se enfrentó a los cúmulos de tierras del centro del país para localizar la carretera Juigalpa-Cuapa-La libertad en la década de 1960, mientras trabajó en el Ministerio de Obras Públicas.
Ayestas siempre vio a las montañas como sus grandes adversarios. Era un especie de David y Goliat. “Uno ve las montañas y tenemos que pensar cómo cruzarla. Se tiene que determinar por dónde va a pasar la carretera”, comenta el veterano ingeniero.
“En la historia de mi vida mi especialidad han sido los caminos”, cuenta mientras recuerda las obras que ha ejecutado durante su vida de trazador de destinos.
Sin embargo, nunca olvida que su primer trabajo fue de dibujante. A los dos meses lo nombraron asistente de proyecto del tramo Telica-San Isidro. Era el encargado de la topografía. Esa fue su primera experiencia. Después vinieron más oportunidades hasta convertirse en un experto en localización y diseño de carreteras.
Ante de localizar la línea donde se dibujará la carretera este hombre debe ver fotos, analizar el terreno y quién sabe cuántas cosas más en el terreno.
“Yo sabía lo que tenía que hacer. Yo le indicaba a mi gente lugares exactos por dónde debían pasar. Y los muchachos se preguntaban: ‘Y este cómo sabe’. Mas no sabían que yo había estudiado el terreno a través de muchas fotografías”, relata Ayestas, el trazador de caminos, retador de montañas.
Se le encomendó la localización de la carretera de La Gateada-Nueva Guinea. Y así se suman más líneas que ha dibujado en los mapas del país a través de caminos. “Cuando uno ve el proyecto concluido siente que venció a la montaña”, expone Ayestas con esa su voz grave y su movimiento de manos sin cesar. Localizó carreteras hasta en México y Bolivia.
Tras años de experiencia se dio cuenta que no existe un manual sobre cómo localizar carreteras. Por tal razón dedicó parte de su tiempo para escribir el libro Guía práctica para lo localización y diseños de caminos, publicado en julio del año pasado.
Salvador Ayestas vivió en las montañas. Dejó el confort de las oficinas y a su familia para irse a trazar líneas. Probablemente la carretera por donde usted acostumbra transitar fue localizada y trazada por él.
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